El 12 de abril, más de 2.000 personas marchaban ante el CIE de Aluche, reclamando el cierre de estos «Guantánamos europeos». El sábado 12 de abril, la marcha ante el Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) de Aluche (Madrid) para reclamar el cierre de este tipo de centros superaba todas las expectativas. Pero todo había […]
El 12 de abril, más de 2.000 personas marchaban ante el CIE de Aluche, reclamando el cierre de estos «Guantánamos europeos». El sábado 12 de abril, la marcha ante el Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) de Aluche (Madrid) para reclamar el cierre de este tipo de centros superaba todas las expectativas. Pero todo había empezado días atrás, el lunes 7. Un papel desencadenó la protesta. Se trataba del panfleto para la manifestación, y en el que se denunciaban las duras condiciones de vida en estos centros y las constantes violaciones de derechos humanos.
Su difusión entre los internos hizo que esa misma noche del lunes se declarasen en huelga de hambre. Pero el pasquín provocó además otros quebraderos de cabeza a la dirección del CIE. La hoja llevaba anotado a mano un nombre y un número telefónico. A través de este contacto, los internos pudieron dar a conocer su situación a esta persona, que grabó cada una de las llamadas y las difundió a la opinión pública a través de la web del Centro de Medios (CM) de Rompamos el Silencio (www.rompamoselsilencio.net).
Muchas veces se han celebrado concentraciones, aunque minoritarias, delante del CIE, y muchos internos han protestado sin mayor trascendencia pública. Esta vez no fue así. El CM, con medios muy precarios, dio a conocer los testimonios. «Estamos todos en huelga de hambre porque no nos pueden tratar como nos tratan», dice Raúl, uno de los internos. Los huelguistas también exigen hablar con el director. Pero la protesta es reprimida. A lo largo de la noche, el CM transmitió una llamada de la esposa de Raúl: «Me ha dicho mi marido que los policías han empezado a castigarles, que les llame a ustedes, que les ayuden». Ante la represión, muchos abandonaron la protesta. Al día siguiente, martes, la mitad de los internos mantenía la huelga. Según los testimonios, la protesta había sido mucho más sólida en el módulo de hombres y la dirección había llamado por la noche a las Unidades de Intervención de la Policía (UIP), que consiguieron controlar lo que la dirección había considerado un motín.
Al saber de la marcha del sábado 12, los internos aprovecharon la convocatoria para unir fuerzas con gente de fuera y trasladar sus reivindicaciones. Su primera prioridad fue que se asegurara la asistencia médica de dos enfermos a los que mencionan en todas sus llamadas. También denuncian la pésima calidad de la comida, la violencia en el interior y la incomunicación a la que son sometidos. A esto se suma la incomprensión de las razones por las que están allí, ya que algunos pueden tener delitos en su historial, pero muchos (incluso algunos con hijos españoles) sólamente carecen de papeles. El martes 8 se difunde el anuncio de huelga de hambre. Activistas sociales continúan con las visitas al CIE, que comenzaron meses atrás, esta vez para verificar el alcance de la huelga. Por la tarde, solidarios con la huelga de hambre intentan, sin éxito, realizar una acción frente al Congreso de los diputados el día de la investidura de Zapatero para dar apoyo a los internos.
Paradójicamente, el todavía presidente en funciones hablaba de los derechos de los más necesitados y declaraba que en su «idea de España» no quiere abandonar a nadie en el «infortunio». Tras la rueda de prensa celebrada el miércoles frente al CIE de Aluche, con importante presencia de medios, los internos anuncian de forma unánime su negativa a bajar al comedor. «Nadie va a entrar al comedor, estamos toditos, inclusive las mujeres», declararon. Pero a esa hora, la Confederación Española de Policía (CEP) había enviado una nota a los medios en la que negaba la huelga de hambre y el empleo de la fuerza por partes de los antidisturbios. También negaba que en el CIE no se pudiera entrar.
Y citan a varias ONG que, según ellos, realizaban «funciones sociales en el interior». Por si fuera poco, en la línea criminalizadora de la que hizo gala la CEP cuando pidió la ilegalización de Izquierda Castellana y la Coordinadora Antifascista, denuncia «la utilización de la inmigración por parte de grupos radicales con fines mediáticos». Esta versión se demuestra inconsistente. Primero, CEAR declara que no realizan ninguna actividad en el interior del CIE. Segundo, una grabación realizada por internos revela el empleo de la fuerza por parte de los antidisturbios.
«Si seguís por las malas no vais a conseguir nada. ¿Qué vais a conseguir?», dice una agente a los internos. «¿Qué venga la UIP y que os dome a palos? (…) No merece la pena. Si sabéis qué pasa, que pasó el otro día», en referencia a la represión del lunes. Por último, a lo largo de los días numerosas organizaciones mostraron su apoyo a los huelguistas y a la convocatoria demostrando así que no sólo había grupos de radicales detrás de las denuncias. Pero para ese momento la nota de prensa había conseguido ya desvirtuar la protesta. Por su parte, la dirección del centro ablandaba sus normas y ampliaba los tiempos de las visitas, temiendo que algún periodista entrase como visitante.
Éxito de la marcha
El sábado, la marcha reunió a personas de orígenes diferentes. Familias que, en un alarde de valentía, llevaron a sus hijos, sin papeles, migrantes en situación regular y un mosaico de organizaciones y personas solidarias que compartieron esta jornada festiva y reivindicativa. En la marcha aportaron su música Samba da Rua y los chicos del rapeadero del Centro Social Patio Maravillas. Además, desde un camión montado por la organización, los migrantes contaban sus historias, y otras veces los chicos rapeaban. Durante el recorrido, se pudo oír una llamada de los internos que fue difundida por el Centro de Medios a través del camión.