Los partidos políticos siguen concentrando la capacidad de convocatoria electoral y dejando al margen a las grandes mayorías nacionales. La concentración de los medios de comunicación y la «coincidencia» de sus líneas editoriales, impone una sensación de la realidad comunicacional que difiere de la realidad social. Según esa visión de las cosas, la diferencia que […]
Los partidos políticos siguen concentrando la capacidad de convocatoria electoral y dejando al margen a las grandes mayorías nacionales. La concentración de los medios de comunicación y la «coincidencia» de sus líneas editoriales, impone una sensación de la realidad comunicacional que difiere de la realidad social.
Según esa visión de las cosas, la diferencia que ellos promueven como gobierno y oposición, es que todo esta bien y que podría estar mejor. Lo otro son meros pleitos por intereses menores.
La transversalidad existente, de objetivos y finalidades, entre los partidos, convive con un pueblo desinformado y con una dirigencia de los movimientos sociales que permanecen en la confusión y muestran su incapacidad para construir sentidos de una potente unidad social.
Hasta el sistema binominal podría ser superado por la unidad del movimiento social. Sus dirigentes, curiosamente; parecen compartir la visión de los medios que los trata como minorías.
Todo indica que habrá un acuerdo entre la Concertación y la «izquierda». Un acuerdo que los trabajadores del campo y la ciudad no han debatido, que no conocen y que no es posible Por lo mismo discutir respecto de sus ventajas o debilidades.
Si tal acuerdo, asumido por esos dirigentes, tiende a dar respaldo a la estabilidad y gobernabilidad de este sistema, para generar luego una discusión mayor que nos lleve a definir el país que queremos, puede ser bueno.
La alternativa de la movilización y la participación de las mayorías en un proyecto propio, parece alejarse a la velocidad del conformismo y la resignación.
La posibilidad de que las mayorías den paso a un proceso de una refundación de sus sentidos democráticos, tarea evidentemente heroica y compleja; no es vista ni asumida por el movimiento social en su conjunto ni por aquellos que los lideran.
Una Asamblea Contituyente, que facilite un acuerdo para una nueva constitución se verá nuevamente demorado por quienes ven la política como una forma de acceder al poder y no como organizaciones capaces de crear nuevos modos de vida.
La lucha por el poder «sin discutir el tipo de poder» sólo permitirá que las actuales condiciones permanezcan por más tiempo.
Para la Concertación es una ganancia absoluta, les permitirá continuar administrando lo que dijeron que querían cambiar. A los partidos de la derecha economìca, estos acuerdos, que en apariencia no comparten, le darán el beneficio de un largo plazo para mantener todo tipo de privilegio.
Faltan mañanas para ver en nuestra realidad social líderes y movimientos que asuman la tarea de crear los nuevos sueños que el país necesita.
A lo más se le dará más compensaciones, en la forma de ayudas, complemento para las pensiones y una vejez garantizada por un sentido clasista de la asistencialidad y claramente diferente de lo que reclama la dignidad y el derecho.
En todo, será finalmente cada uno, quién mejor interprete la posición correcta.