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Vecinos de las tierras catalanas regadas por el Ebro en pie de guerra

Acusan al Gobierno de hacer lo mismo que el PP pero por la puerta pequeña

Fuentes: L Accent

La gente de las tierras catalanas del Ebro vuelve a estar en pie de guerra porque se les quieren llevar de nuevo agua del río. Esta vez hacía Barcelona. La razón que el Gobierno catalán y el de Madrid esgrimen es no dejar sin agua más de cuatro millones de personas. Pero ellos no se […]

La gente de las tierras catalanas del Ebro vuelve a estar en pie de guerra porque se les quieren llevar de nuevo agua del río. Esta vez hacía Barcelona. La razón que el Gobierno catalán y el de Madrid esgrimen es no dejar sin agua más de cuatro millones de personas. Pero ellos no se fían de los datos de unos gobiernos que sienten que los han utilizado y engañado.

«Quieren hacer por la puerta pequeña lo que ya intentó el ministro del PP Arias Cañete», lamenta Susanna Abella, miembro de la Plataforma en Defensa de l´Ebre (PDE). Además, Abella también alerta que detrás del trasvase hay el objetivo de garantizar agua para el modelo de crecimiento que la Generalitat continúa impulsando, y asegura que, de hecho, el trasvase perpetúa el modelo que provoca las situaciones de sequía en las grandes ciudades.

Los motivos de la oposición

«Sobre los datos que alertan que habrá sequía hay mucha confusión», asegura Susanna Abella, y lo justifica: «No se nos ha explicado en base a qué datos las fundamentan. Además, cada vez que llueve alargan más el momento que deberían llegar las restricciones. Esto es positivo, porque cada vez nos acercamos más a la fecha prevista para que la desalinizadora entre en funcionamiento, y por lo tanto se va debilitando la justificación para construir la cañería que debería traer el agua del Ebro».

Además, entre los recelos que hay en las comarcas catalanas del Ebro hacia los datos que facilita el Gobierno, tampoco confían en los plazos sobre la ejecución de la obra: «Nosotros pensamos que no tendrán tiempo de acabar la cañería en seis meses. Y es que todavía no saben ni quienes la harán, ni por dónde pasará, ni han empezado el proceso de expropiaciones, ni han hecho el estudio de impacto ambiental. Lo que tampoco entendemos es que les cueste igual que la previsión que había hecho la Agencia Catalana del Agua de construir la cañería en 18 meses», explica Susanna Abella.

Lo que también denuncian desde el Ebro es que la cañería se quiere construir para permitir la continuidad de un modelo de crecimiento depredador del medio que prevé instalar un millón de personas más en el área metropolitana barcelonesa. Y es que, además, tampoco se fían que sea un proyecto temporal, sino que una vez construida la infraestructura, temen que no se utilice sólo en periodos de excepcionalidad.

Alternativas al trasvase

Además de fiarse poco los datos que aporta el Gobierno, la PDE considera que hay otras soluciones en caso de que llegue una situación de emergencia. «En caso de necesidad extrema, una opción es enviar agua con barcos», explica Josep Sabaté, miembro de los Jóvens en Defensa de l’Ebre, y añade: «Nosotros tampoco queremos que la gente de Barcelona pase sed». Otra opción para Sabaté sería construir pequeñas depuradoras: «Cuando hubo el desastre a las minas de Aznalcóllar, hacía falta hacer llegar agua potable a la población y se construyeron las denominadas depuradoras «de bolsillo», que se construyen de manera rápida. Con los 200 millones de euros que costará el trasvase se podrían construir depuradoras de estas características y descontaminar acuíferos y otras aguas para la población».

Una de las vías para abastecer de agua el área de Barcelona que el Govern está estudiando es comprar las concesiones de agua de los campesinos, pero los Jóvens de l’Ebre no están de acuerdo: «Esto puede ser una solución, pero no se puede hacer entre cuencas diferentes, puesto que se rompe le equilibre ecológico. Es decir, que se puede comprar el agua de los campesinos del Llobregat, pero si compras el agua de los labradores del Ebro para abastecer Barcelona esto ya es un trasvase».

Y sobre la opción de las desaladoras, que ya se está poniendo en práctica, Josep Sabaté tampoco es demasiado partidario, porque dice que acaban generando más expectativas de crecimiento urbanístico: «Pienso que en realidad quieren más agua por abastecer esta previsión de crecimiento futura».

Debate sobre el modelo territorial

Para la gente del Ebro, la situación actual obre le oportunidad de abordar el imprescindible debate sobre el modelo territorial. Y ponen sobre la mesa una serie de preguntas que consideran que deberíamos hacernos: ¿Qué efectos tiene sobre la gente de el Área Metropolitana el crecimiento urbanístico que se beneficiará de el agua del Ebro? ¿Y sobre el resto de comarcas catalanas? ¿Qué huella ecológica dejará?

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