«Tenemos que reducir los fondos que van a la privada y traspasarlos a la pública, haciendo una política de discriminación positiva con los centros donde llegan los inmigrantes». La Generalitat anunció hace poco su intención de recortar el número de centros educativos en los que se imparte el bachillerato nocturno. Esta medida fue sólo otra […]
«Tenemos que reducir los fondos que van a la privada y traspasarlos a la pública, haciendo una política de discriminación positiva con los centros donde llegan los inmigrantes».
La Generalitat anunció hace poco su intención de recortar el número de centros educativos en los que se imparte el bachillerato nocturno. Esta medida fue sólo otra más de una lista, como la escolarización de niños inmigrantes en espacios separados o la privatización de la gestión de las escuelas, a las que múltiples voces se alzaron en contra. Entre ellas, la de Rosa Cañadell, portavoz del sindicato USTEC-STEs. Tribuna Latina recoge las opiniones de la dirigente sobre el modelo educativo y las propuestas de reformas.
Repensar la escuela
«La crisis económica tocará primero al colectivo inmigrante y corren vientos muy peligrosos desde la perspectiva de discursos y leyes. Desde Europa lo que nos llega es muy bestia: «lo de aquí es para nosotros y los demás que se vayan a su casa». Por lo tanto sí tenemos en cuenta que la crisis económica puede avanzar, provocar resentimientos y confrontación social y que eso puede unirse a discursos y normativas racistas. Eso en las escuelas también se va a sufrir. Este es el momento para hacer un buen trabajo en el rechazo del racismo y la interculturalidad», explica Cañadell, que piensa que no vamos en la buena dirección.
«La educación intercultural no es solamente atender las necesidades de formación de los recién llegados, sino repensar toda la educación, como contenidos, dibujos, fiestas escolares, etc., para que se pueda valorar y respetar realmente la diversidad. No enfocar todo desde una perspectiva eurocéntrica, como si hubiéramos inventado todo lo que existe en el mundo y los otros nada, ni los árabes, ni los mayas ni los chinos…» dice la protavoz.
El problema de fondo es que no se ha acabado de debatir seriamente qué modelo de integración se quiere desde la perspectiva de la inmigración. «Hace 15 años yo me acuerdo que teníamos discusiones sobre la asimilación, la interculturalidad, las experiencias y modelos de otros países y que yo sepa todo esto se ha ido diluyendo y ha quedado en una cosa que se llama integración y que nadie sabe exactamente cómo definir ni qué quiere decir. En fin, la vida va tirando y las escuelas van haciendo, pero creo que es importante el hecho de que no hemos acabado de pensar qué modelo queremos, qué haremos», manifiesta.
Las escuelas como reflejo de la sociedad
«No es que haya escuelas gueto, sino que hay barrios gueto. Evidentemente, si tenemos barrios gueto difícilmente podremos tener escuelas que no lo sean. La escuela es un reflejo de lo que pasa fuera. Pero yo diría que la concentración no es solo de los inmigrantes en las escuelas. Tendríamos que empezar a hablar también de la concentración de los autóctonos en determinadas escuelas, que no son reflejo de la sociedad en la que vivimos. ¿Porqué tenemos estas escuelas desiguales respecto a la población? De hecho, siempre las hemos tenido», apostilla Cañadell. La razón puede ser «la existencia de una red privada, que además de serlo, recibe dinero público, es mayoritariamente religiosa, cobra cuotas y selecciona al alumnado».
«Cada vez hay más escuelas concertadas que han creciendo con dinero público; por otro lado hay más inmigración. Esto ha generado un efecto bola de nieve: como cada vez es más fácil acceder a un centro privado concertado hay un trasvase clarísimo de una a otra. Por ejemplo, si la cosa en Nou Barris se complica en la escuela que le toca a mi nene catalanito y blanquito, entonces tengo otra pagando poco. Ya sabemos que cobran cuotas y por eso los inmigrantes no irán, y ya nos está bien», denuncia Cañadell.
Cuestiona también la propuesta de repartir a los inmigrantes entre centros públicos y concertados. «Repartir inmigrantes en sí mismo es peyorativo: no se tienen que repartir, es una adjudicación negativa hacia los niños inmigrados. Como que la inmigración es tan negativa, tenemos que repartir el desastre. Con esta concepción se está visualizando como un problema. Hay centros segregados porque hemos dado un pretendido derecho a padres y madres a elegir la escuela y amparándonos en esto hemos permitido que haya centros donde el 90% son autóctonos y otros con un 90% de inmigrantes, aunque estén en el mismo barrio. Pero con el mismo criterio, si repartimos a los niños inmigrantes quiere decir que ellos no tienen derecho a elegir», declara la docente.
La USTEc se propone defender la excelencia de la escuela pública para hacerla más atractiva. «Tenemos que reducir los fondos que van a la privada y traspasarlos a la pública, a los centros que tienen alumnos con más dificultades, haciendo una política de discriminación positiva con los centros donde llegan los inmigrantes. Esas escuelas acabarían siendo atractivas para todo el mundo y no habría que repartir alumnos ni inventar».