Con ocasión de la celebración en Madrid del Congreso Petrolero Mundial, un macroevento que reunirá a las principales empresas petroleras mundiales y a los grandes países extractores y consumidores de crudo, se pone en marcha el Encuentro Social Alternativo al Petróleo (ESAP), que llevará a cabo distintas actividades de reflexión crítica. Es el momento, pues, […]
Con ocasión de la celebración en Madrid del Congreso Petrolero Mundial, un macroevento que reunirá a las principales empresas petroleras mundiales y a los grandes países extractores y consumidores de crudo, se pone en marcha el Encuentro Social Alternativo al Petróleo (ESAP), que llevará a cabo distintas actividades de reflexión crítica. Es el momento, pues, de lanzar una serie de reflexiones sobre este asunto.
El pico mundial del petróleo parece que ya está aquí, o estamos a punto de entrar en él. Es decir, el momento a partir del cual ya no será posible poner más crudo adicional en el mercado, por mucho que se hagan nuevas y costosas prospecciones y extracciones, pues habríamos consumido ya grosso modo la mitad de las reservas globales de petróleo. Eso es lo que sería el pico del petróleo definido por Hubbert en los años 50 del pasado siglo, aplicado a escala planetaria. Distintos analistas y webs dedicadas a estudiar y alertar sobre esta grave cuestión ya venían anunciando su inminencia en los últimos años, situando el pico o cenit muchos de ellos antes del 2010, o en torno a esa fecha, mientras que los organismos oficiales de los principales Estados lo desmentían, y en todo caso lo pronosticaban hasta hace poco bastante más allá en el tiempo (no antes de 2030). Pero, en realidad, los máximos hallazgos de reservas se habían dado en los años 60 del siglo XX, y desde entonces los descubrimientos han ido cayendo en picado, y sobre todo el tamaño de las reservas encontradas. Así, en la actualidad, de cada cinco barriles de crudo que consumimos cuatro corresponden a antiguos yacimientos y tan solo uno corresponde a los nuevos que se encuentran. En EEUU el lapso de tiempo que pasó entre el periodo en que se encontraron las mayores reservas (años 30) y su respectivo peak oil (1970) fue de unos 40 años, y ahora muy probablemente estemos en una situación similar, pero a escala mundial. Estamos pues agotando poco a poco la «despensa» global del crudo. Y recientemente, hasta la propia Agencia Internacional de la Energía ha venido a reconocer que al ritmo actual del crecimiento de la demanda de petróleo en el mundo, en 2012 esa demanda ya no podría ser satisfecha.
En definitiva, nos encontraríamos en la situación de que habríamos consumido ya el primer billón de barriles de petróleo de las reservas convencionales que el planeta disponía, y nos quedaría por explotar el segundo billón remanente bajo las entrañas de la Tierra. Habríamos agotado la primera mitad del petróleo, la de mayor calidad, la más accesible y barata, y nos quedaría por consumir la segunda restante, la de peor calidad y la de mayor coste económico, tecnológico y energético, así como social y ambiental. El primer billón de barriles de crudo se ha tardado en consumir unos 130 años, pero la segunda mitad del petróleo que nos ha legado la Madre Naturaleza quizás podríamos devorarla en unos 30 años, si continúa el ritmo actual de crecimiento del consumo. En cualquier caso, el petróleo barato se habría acabado ya para siempre. Y a partir de ahora el precio del crudo solo podrá ir al alza, que será una de las formas por las que se regule el mercado. La otra será la guerra y el control y el acaparamiento del oro negro por parte de los poderosos.
La inmensa mayoría de los países exportadores ya han pasado por su propio pico del petróleo, incluso la gran mayoría de los países OPEP, muchos de los cuales tienen unas cifras de reservas infladas, como resultado de la negociación de cuotas de extracción en base a las mismas. De hecho, la mayoría de los grandes yacimientos mundiales están ya en fase de contracción, y los países OPEP son incapaces de poner crudo adicional en el mercado para bajar el precio, pues no tienen capacidad excedente de extracción como en los 80 y 90. Sin embargo, esta situación de progresiva escasez no se manifiesta todavía en el Norte, o en los países centrales, por su capacidad de compra respecto al resto del mundo; es más, en EEUU y en gran parte de la UE el consumo se ha incrementado algo en estos últimos años. Y es de resaltar que EEUU consume aproximadamente el doble per cápita que la UE. La escasez tampoco se plasma por ahora tampoco en la mayoría de los países extractores, pero sí en los países periféricos No OPEP (salvo en China), en donde está cayendo sustancialmente desde hace años el consumo de petróleo per cápita. En muchos países periféricos llevamos un tiempo presenciando los conflictos que provoca la dificultad de acceso al crudo, y estos conflictos se están empezando a manifestar hasta en países exportadores que se ven obligados a importar a alto precio los productos refinados (colas y disturbios en Irán, por ejemplo, siendo como decimos el segundo país del mundo por reservas de petróleo). Igualmente, muchos grandes exportadores que consumen también de forma desaforada petróleo a nivel interno, debido a los precios irrisorios de los derivados del crudo para su demanda nacional, pueden verse obligados a corto o medio plazo a subir bruscamente sus precios internos ante la dificultad de atender a su demanda, como resultado de la caída en su capacidad de extracción tras el pico del petróleo (Argentina, Indonesia, México, Nigeria, etc.). Pero los conflictos sociales por las subidas de precios de los derivados del petróleo, y su racionamiento, los hemos visto también en China. Y hasta Rusia, el gigante petrolero, puede tener cada vez más dificultades en mantener su abultada posición exportadora mundial, pues está en la parte del declive extractor, lo cual le puede generar serios problemas internos a medio plazo.
Finalmente, los conflictos por las subidas del crudo están afectando ya a los países centrales, que hasta ahora habían sorteado las tensiones sociales por las subidas del crudo. Los recientes conflictos de agricultores, pescadores y transportistas en muchos países de la UE así lo atestiguan. Esto es, en aquellos sectores en los que el coste del combustible es una parte sustancial de sus costes de producción. La reciente huelga del transporte por carretera en España ha encendido todas las alarmas, afectando al desabastecimiento de los mercados, y eso que sólo fue seguida por los sectores más marginales, frágiles y endeudados del sector: los transportistas autónomos.
Ramón Fernández Durán es miembro de Ecologistas en Acción y autor del libro El crepúsculo de la era trágica del petróleo