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Poner palabras a los silencios

Fuentes: Rebelión

«No queremos ni mencionar el numero de muertes porque para nosotras es fundamental que ninguna muerte se convierta en número y que las razones fundamentales de esta lucha no pierdan la perspectiva de las historias propias y únicas de cada una de estas vidas hoy muertas, no queremos esta lucha disuelta en la importancia numérica […]

«No queremos ni mencionar el numero de muertes porque para nosotras es fundamental que ninguna muerte se convierta en número y que las razones fundamentales de esta lucha no pierdan la perspectiva de las historias propias y únicas de cada una de estas vidas hoy muertas, no queremos esta lucha disuelta en la importancia numérica de la muerte, sino en el respeto de la vida» (Colectivo de «Mujeres creando» de Bolivia).

En estos años en los que muchas de las certezas sobre las que se había edificado el mundo ideológico de la izquierda se han venido abajo; en los que la incertidumbre y la desorientación recorren buena parte de las filas de aquellas vanguardias que escribieron páginas heroicas; años también, en los que son muchos y muchas quienes nos preguntamos si habiendo combatido la desmemoria, el olvido, -armas privilegiadas de los poderosos- no nos encontramos ante un fenómeno social con un nuevo combatiente, surgido de cierta izquierda protagonista de una memoria histórica -que la merece- que en sus esfuerzos por denigrar el régimen franquista, es capaz de manipular la verdad histórica, sin metodología, sin investigación, y lo que es peor, sin ningún componente científico.

Desde que el franquismo se convirtió en objeto de estudio para los investigadores es obvio que su interés se ha plasmado en aportaciones importantes para el conocimiento de la dictadura franquista en todas sus vertientes. Una de las más estudiadas ha sido la eliminación física de sus oponentes a partir de los trabajos de Solé i Sabaté para Cataluña cuya metodología fue empleada por otros investigadores con un éxito innegable en este terreno, destacando la magnifica aportación de Vicent Gabarda por lo que hace referencia al País Valenciano.

Precisamente el trabajo de Gabarda nos ofrece unas cifras aproximadas a la realidad del alcance de la represión franquista en el aspecto referente a la aniquilación física y únicamente en el cementerio de Paterna fueron asesinadas 2238 personas entre 1939 y 1956. Por supuesto que el trabajo de Gabarda es mucho más exhaustivo pero para lo que nos interesa con el apunte es suficiente.

Lo anterior viene a cuento en lo que ha resultado ser una verdadera sorpresa al contemplar con no poca estupefacción por mi parte, la publicación por parte del Forum por la Memoria del País Valencia -subvencionado generosamente por el Ministerio de la Presidencia-, de un trabajo titulado «El genocidì franquista a Valencia. Les fosses silenciades del cementeri» Icaria. 2008.

No puedo comprender que un simple listado se presente como un estudio definitivo, sin más, sobre todo cuando no existe ni una sola reflexión sobre el supuesto documento. Según el mencionado trabajo , más de 25.000 personas fueron eliminadas directamente por el franquismo en la capital valenciana durante los inmediatos años de la posguerra para acabar enterradas en las fosas comunes del cementerio de la localidad.

Lo único que ocurre es que las objeciones a lo apuntado en la «enciclopedia sepultural» son interminables. Por ejemplo, no hacer una distinción entre la represión pura y dura, desde las cárceles al pelotón de fusilamiento y todos aquellos que morían en las cárceles de hambre y de miseria, y la población marginal en la que se cebaban las enfermedades y la carencia propia del sistema dictatorial.

Abro una página cualquiera, página 115. Allí encontramos a la supuesta víctima más anciana de la página: Incolaza Martí Muñoz, de 101 años, que muere el 21 de marzo de 1944 procedente del Hospital Provincial y aparece como causa de la muerte «senectud», y nos preguntamos si las ansias represivas del régimen aceleró el proceso de envejecimiento a esta mujer o bien la razón por la que se encuentra en la lista de víctimas es porque fue enterrada sin ataúd. Otro ejemplo, la supuesta víctima más joven que aparece en la página se trata de Amelia Martí Esteve, enterrada el 14 de enero de 1943 y Carmen Martínez Castillo, enterrada el 11 de enero de 1943, la primera por»atrepsia» y la segunda por «colapso vascular»; o Luis Higuera Palomino de 2 años de edad, fallecido por una peritonitis ¿provocada por…?

Situaciones como las apuntadas resultan ser una inmensa mayoría y muy pocos nos podrían poner de manera diáfana sobre la pista de lo que entendemos como represión franquista, lo que nos empuja a realizarnos la pregunta de que necesidad existe para desear multiplicar por muy importante que sea, el verdadero alcance de la represión franquista o bien si es necesario que esta hubiese alcanzado cotas verdaderamente desorbitadas como si no tuviésemos bastante con la realidad. ¿ No tenemos bastantes muertos? ¿ No provocó la represión franquista una verdadera aniquilación del enemigo de clase como para necesitar que cuantas más víctimas mejor?

Está claro que la insatisfacción ante el verdadero alcance de la represión franquista se plasma en un deseo cuantitativo, despreciando los aspectos cualitativos mucho más eficaces y contundentes para demostrar la brutalidad de la dictadura.

De seguir el planteamiento apuntado por el Foro, la represión de las dictaduras militares de Chile y Argentina, no llegó a existir puesto que numéricamente no llegan a satisfacer ciertas necesidades cuantitativas exigibles para llegar a ser catalogadas como tales.

Tal vez la obsesión que ha guiado al Foro a efectuar el despropósito que abordamos venga dado como contrapartida a otros excesos cometidos por la fracción reaccionaria y conservadora valenciana que, ni corta ni perezosa, no ha tenido embages en aplaudir unas beatificaciones masivas de víctimas de la guerra civil, la mayoría por su condición de católicos, cuestión bastante discutible si acudimos al curriculum de un buen número de las mismas, pero de nuevo nos encontramos con el enfrentamiento sobre la base de quién mató más.

Por si fuera poco y para mostrar la insatisfacción con nuestro actual sistema democrático, se alude a un pacto de silencio durante la transición que, sin duda, haberlo lo hubo, pero que debe matizarse puesto que olvido no existió jamás. Es más, los que nos dedicamos a la Historia, no tuvimos inconveniente ni en estudiar el franquismo en todas sus facetas ni en denunciar lo terrible de la dictadura. No en balde la censura dejó de existir a pesar de todos los matices que se quieran, se publicó y se conocieron obras de hispanistas que habían estado censurados anteriormente.

Siempre he defendido que el proceso histórico requiere igualmente el paso por la conciencia y que el sentido de la Memoria tiene que ver con un acercamiento a la Dignidad, ya que aquel mundo fue pensado, luchado y vivido por muchos republicanos y que por ello fueron asesinados. Mantener esa firmeza de convicción, esa conciencia en un mundo como el que ahora vivimos, es lo que llamamos Dignidad, y es lo que me ha motivado hacer esta reflexión, para que no se extravié la propia historia vivida en la guerra y en la dictadura franquista.

Muchos de nosotros llevamos incorporadas experiencias familiares muy fuertes que sufrieron la represión franquista, que nos pertenecen, pero que no podemos dejar de recordar como si formaran parte de lo más hondo de nuestra identidad. La Verdad de la Historia es más fuerte que las mentiras de la razón y oportunismo político, y ahora es urgente que la conozcamos.

Fernanda Romeu Alfaro. Historiadora.