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Vuelta al Polo Norte

Inquietante hito de la navegación

Fuentes:

Por primera vez, un barco científico pudo rodear el Polo Norte sin tener que romper el hielo. La superficie helada en el Ártico se redujo este verano al segundo menor nivel en 30 años. El deshielo en el Océano Ártico está adquiriendo tintes dramáticos. Así lo corroboran los resultados de la última expedición del barco […]

Por primera vez, un barco científico pudo rodear el Polo Norte sin tener que romper el hielo. La superficie helada en el Ártico se redujo este verano al segundo menor nivel en 30 años.

El deshielo en el Océano Ártico está adquiriendo tintes dramáticos. Así lo corroboran los resultados de la última expedición del barco científico alemán «Polarstern» («Estrella polar)». Durante algo más de dos meses, la embarcación recorrió un total de 10.800 millas marinas -alrededor de 20.000 kilómetros-, partiendo de la capital de Islandia, Reykjavik, y retornando al puerto alemán de Bremerhaven. En su viaje dio una vuelta completa al Polo Norte bordeando Groenlandia, Canadá, Rusia y Noruega.

Simplemente el hecho de que el famoso barco científico alemán haya podido realizar tal travesía ya es, en sí, una muy mala noticia. Ello significa que, por primera vez, una expedición ha podido navegar a través de los denominados Paso del Noreste y Paso del Noroeste para rodear el Polo Norte. Desde que existen registros, nunca antes ambos pasos habían quedado libres de hielo y abiertos a la navegación.

El año pasado ya sucedió con el Paso del Noroeste, la ruta marítima que une los océanos Atlántico y Pacífico a través del Ártico. Este año, la posibilidad de navegar sin el uso de rompehielos se ha extendido al Paso del Noreste, que parte del Mar del Norte y llega hasta el Estrecho de Bering bordeando la costa rusa.

Un efecto dominó de terribles consecuencias

El motivo hay que buscarlo en la cada vez menor superficie helada que se registra en verano en el Océano Ártico. Después del récord del 2007 -«sólo» 4,28 millones de kilómetros cuadrados cubiertos de hielo-, este año la superficie se ha reducido durante los meses de temperaturas más elevadas hasta los 4,52 millones de kilómetros cuadrados. Se trata del segundo menor registro de los últimos 30 años y se sitúa un 34 por ciento por debajo del valor promedio de los años 1979 a 2000.

Desgraciadamente, la cada vez más reducida capa de hielo provoca, de rebote, un aumento adicional de las temperaturas, lo que a su vez repercute en una mayor reducción de la superficie helada. Esto porque el hielo marino ayuda a mantener el frío alrededor del Polo Norte, ya que su color blanco refleja la luz solar.

Si el hielo desaparece, el agua expuesta a los rayos solares se calienta. Como sea que, además, el agua almacena el calor durante más tiempo que el aire, el derretimiento del hielo continúa durante algún tiempo después de que el sol comienza a disminuir en las latitudes árticas.

Temperaturas cinco grados más cálidas

Según datos hechos públicos por la Administración nacional de Océano y Atmósfera de Estados Unidos (NOAA, por las siglas en inglés), las temperaturas en el inicio del otoño en el Ártico se han situado este año cinco grados por encima de los valores normales. Aunque nadie puede predecir a ciencia cierta si las temperaturas seguirán aumentando y, con ello, el retroceso de la capa helada alrededor del Polo Norte, la jefa de la expedición científica alemana, Karin Lochte, teme que el Océano Ártico «siga calentándose y contribuya a un calentamiento adicional de la atmósfera».

La directora del Instituto Alfred Wegener de Investigación Marítima y Polar (AWI) también ha alertado que «no pueden excluirse dramáticas consecuencias para el clima del planeta». Además, Lochte ha señalado como «evidente» que la influencia humana tiene mucho que ver con la situación actual y que la pregunta ahora es si la tendencia puede cambiarse o bien «si ya es demasiado tarde para ello».

Hay que tener en cuenta que el hielo ártico es uno de los factores clave en el equilibrio del clima global. No sólo porque se trata de una región que responde con especial sensibilidad a los cambios climáticos que se producen en el planeta. Además, las alteraciones que se registran en el Ártico influyen decisivamente en el clima global.

Menos hielo, rutas marinas más cortas

En lo único en lo que el deshielo podría suponer una hipotética ventaja respecto a lo que conocíamos hasta el momento es en el hecho de que, de mantenerse la tendencia, revolucionaría las rutas de transporte marítimo. Con el Paso del Noroeste totalmente navegable, el trayecto marítimo entre Europa y Asia se vería reducido ostensiblemente. Por ejemplo, la distancia entre Londres y Osaka, actualmente de 23.300 kilómetros a través del Canal de Panamá o de 21.200 kilómetros por el Canal de Suez, se reduciría a solamente 15.700 kilómetros.

Más allá del transporte marítimo, la menor capa de hielo facilita el acceso a la exploración y extracción de petróleo en el Ártico, zona que se cree que contiene alrededor del 25 por ciento de las reservas de petróleo y gas restantes en el mundo.