En el Día Internacional para la prevención de la explotación del medio ambiente en la guerra y en los conflictos armados, celebrado ayer, Ecologistas en Acción denunció los costes sociales y ambientales del negocio de la guerra. La inversión en la construcción de bases militares, armamento y tecnología punta es una cuestión de vida o […]
En el Día Internacional para la prevención de la explotación del medio ambiente en la guerra y en los conflictos armados, celebrado ayer, Ecologistas en Acción denunció los costes sociales y ambientales del negocio de la guerra. La inversión en la construcción de bases militares, armamento y tecnología punta es una cuestión de vida o muerte para miles de personas y para los espacios naturales. Ecologistas en Acción aseguró defender una política sostenible e igualitaria y pidió el cierre de todas las bases militares en España.
Ayer 6 de noviembre, Día Internacional para la prevención de la explotación del medio ambiente en la guerra y los conflictos armados (instituido por la ONU en 2001), Ecologistas en Acción denunció que el presupuesto para las inversiones militares del Estado español en el año 2008 ha sido el más alto de la historia, representando el 16,71% del total de las inversiones del Estado y las CC AA. En España cada día se gastan alrededor de 51,85 millones de euros para financiar la guerra y el militarismo nacional e internacional.
Según el grupo ecologista, el caso de la invasión en Iraq evidencia una vez más, que las guerras, aunque tengan lugar a miles de kilómetros de distancia, se planifican y se empiezan desde Europa. Se utilizan las carreteras, los puertos, los aeropuertos y las vías férreas públicas para desplazar a las tropas hacia la «zona de guerra». También se construyen bases militares gigantescas, destruyendo entornos naturales de uso común, para estacionar tropas nacionales e internacionales.
En este sentido, es llamativo el caso del País Valencia donde las instalaciones militares de carácter netamente intervencionista y ofensivo han brotado como setas letales: en Rabasa (Alacant), los «Rambos» de las operaciones especiales, en Marines, la base de blindados y en Bétera, la base de la Fuerza de Respuesta de la OTAN. Esta Fuerza de Respuesta de la OTAN (NRF) fue una iniciativa de EE UU en la cumbre de Praga de 2002. Se basa en la doctrina de la «guerra preventiva», la excusa usada para bombardear y ocupar Afganistán e Iraq. Por estas razones desde 2001 está en marcha una campaña por el desmantelamiento de esta base y la devolución de sus terrenos para darles un uso social y ecológico.
Durante el primer semestre de 2009 el Cuartel General Terrestre de Bétera estará nuevamente al mando de las fuerzas terrestres de la OTAN. Las tropas están en permanente estado de alerta para reaccionar frente a cualquier eventualidad que exija una rápida intervención militar. Todas las bases militares de la OTAN, pensadas para actuar en lugares como Oriente Próximo o África, demuestran la situación de lanzadera de nuestro Estado en el intervencionismo internacional.
Ecologistas en Acción consideró que el militarismo, y por lo tanto la OTAN, trabajan por la insostenibilidad del planeta, ya que ningún ejército defiende la paz. Y abogó por la abolición de todo tipo de militarismo y los ejércitos, sean nacionales o internacionales.
Además, exigió que las bases de la OTAN y de EE UU en territorio español deben desaparecer total e inmediatamente. Y consideró que para la regulación de los conflictos se deben adoptar, como paso imprescindible, políticas que vayan encaminadas hacia la creación de una seguridad común, universalizando la vivienda y la alimentación adecuada, la educación y la salud básica, con la abolición de las jerarquías y con un medio ambiente limpio.