Armando Hart Dávalos, uno de los dirigentes históricos de la revolución, afirma que hay que «reinventar» los modos de construir el socialismo y cree que, con los procesos de integración en Latinoamérica y los cambios políticos en Estados Unidos, se puede perfilar un gran diálogo hemisférico entre sectores populares, académicos y científicos. Además prevé «un […]
Armando Hart Dávalos, uno de los dirigentes históricos de la revolución, afirma que hay que «reinventar» los modos de construir el socialismo y cree que, con los procesos de integración en Latinoamérica y los cambios políticos en Estados Unidos, se puede perfilar un gran diálogo hemisférico entre sectores populares, académicos y científicos. Además prevé «un nuevo escenario en la confrontación» de Cuba con el imperialismo norteamericano si Barack Obama elimina las restricciones a los viajes de los cubanos que viven en ese país y se produce así un reencuentro de generaciones nacidas en la isla, pero con experiencias antagónicas.
Apenas se había graduado de abogado, Hart Dávalos se lanzó a la resistencia contra el golpe de Fulgencio Batista en 1952. Tres años más tarde se unió al Movimiento 26 de Julio, en el que fue un activo organizador de las redes clandestinas. Participó en el alzamiento de la ciudad de Santiago de Cuba y más tarde en la creación de un frente opositor de profesionales y sectores medios, el Movimiento de Resistencia Cívica.
Detenido en 1957 en La Habana, logró fugarse del edificio de los juzgados y volver a la vida secreta, pero al año siguiente volvió a caer preso. Cuando triunfó la revolución, hace 50 años, estaba encarcelado en la Isla de Pinos. Pronto viajó a La Habana y en la ciudad de Camagüey se encontró con Fidel Castro, quien le anunció que sería designado ministro de Educación. Una semana después del triunfo revolucionario, con apenas 28 años, asumió el cargo y enfrentó un escenario con un millón de analfabetos, la mitad de los niños en edad escolar sin acceso a las aulas y un nivel medio de escolarización inferior a tercer grado.
Como una de sus primeras tareas, Hart Dávalos encabezó la campaña que en menos de tres años erradicó el analfabetismo de Cuba. Luego dirigió la construcción de un sistema educativo nacional, trabajó en la formación del Partido Comunista, fue ministro de Cultura y, desde la década pasada, está a cargo de un programa de difusión del pensamiento de José Martí.
Teórico y polemista, de 78 años, hace poco escribió un artículo que llamó la atención dentro y fuera de Cuba, al advertir que el triunfo de Obama podría convertirse en un desafío para la Revolución Cubana y para Estados Unidos. «Yo me referí a que si Obama triunfaba y cumplía una mínima parte de lo prometido, derogando las disposiciones de Bush que obstaculizan y persiguen las visitas a Cuba de 1 millón 200 mil cubanos que aproximadamente residen en EE.UU., y que también impiden las de los propios estadounidenses, esto constituirá, además de una gran victoria contra el bloqueo, un reto para enfrentar, sobre fundamentos culturales, un nuevo escenario en la confrontación histórica con el imperialismo.»
«Por otra parte -agrega-, hay sectores académicos, económicos, de movimientos sociales de Norteamérica interesados en desarrollar algún tipo de relaciones con nuestro país, que podrían incidir también en esa nueva situación. Tenemos que diseñar nuevas concepciones teóricas y propagandísticas acerca de nuestras ideas y su origen. Fidel decía que, frente a la industria cultural del imperialismo, el socialismo no ha creado los antídotos suficientes.»
– ¿En qué términos se va a producir esa lucha?
-Hay que ganarse a algunos de ellos. Hay jóvenes que se fueron confundidos. Hay que hacer una proyección nueva de cómo captarlos. ¿Con qué tesis van a aparecer ahora, después de derrotado el neoliberalismo? ¿Qué otra doctrina, idea, teoría, puede levantarse después de la derrota del neoliberalismo como proyecto histórico? Como aspiramos a mantener en alto la bandera del socialismo, es necesario investigar, estudiar y promover la tradición nacional cubana; demostrar cómo el liberalismo europeo de Napoleón y la Santa Alianza y el de Estados Unidos, que defiende el derecho de propiedad, no es lo mismo que el liberalismo latinoamericano de Bolívar, Juárez, Alfaro y Martí, que es antiimperialista y de contenido social; cómo enlazamos nuestras aspiraciones con el pensamiento de Marx, Engels y Lenin, y cómo las ideas de estos teóricos fueron tergiversadas y cayeron en un gran descrédito universal.
– ¿Hay que reconstruir o reformular el socialismo?
-El socialismo no. Lo que hay que reinventar es la forma de hacerlo, plantearnos el socialismo de una nueva forma. La vieja, la que conocimos como el socialismo real, ya caducó. Ahora está comprobándose que hay que estudiar a Marx para conocer los problemas de la economía, lo que no quiere decir tomarlo como dogma. Hay que asumir la herencia del marxismo, como he dicho, «a beneficio de inventario». Es decir, aceptando la herencia sin comprometerse con las deudas. El socialismo tiene que verse como un horizonte. Es universal o no es socialismo. No hay socialismo en un solo país o en dos países. Tenemos que encontrar la unión entre el más elevado pensamiento socialista y el movimiento liberal latinoamericano y caribeño, como lo están interpretando Hugo Chávez y Fidel Castro.
-En un discurso de 2005, Fidel Castro dejó abierta la pregunta de si la Revolución Cubana era reversible. ¿Qué respuestas hay?
-Eso solamente se puede responder con la acción. Depende de que adquiramos conciencia plena, a través de la acción y a través de lo que llamo cultura de hacer política. Veo a la política como una categoría de la práctica.
– ¿Qué puede esperar América latina de Obama?
-Obama es una esperanza para mucha gente. Yo no quiero caracterizarlo, pero sí quiero decir que salió electo por una abrumadora mayoría de votos y que ha tenido algunos planteos que deben movernos a la reflexión. Por otro lado, la reciente reunión latinoamericana de Brasil manda un mensaje a Estados Unidos y al mundo: el de que ésta es la única región que está ahora en un proceso de integración multinacional. Los sueños de hace 50 años que sirvieron de fuerza impulsora de la revolución triunfante están a nuestra vista. Ahí están las bases de un diálogo. Se puede dialogar mediante un movimiento que intente vincular a los sectores populares, académicos y científicos de Estados Unidos con los de América latina. Hay una declaración de intelectuales que me parece excelente, que propone un verdadero programa de fondo y que creo que debe ser estudiado.
Hart Dávalos extiende una copia de una carta a Obama, suscripta por más de 400 académicos del continente: el texto pide que Estados Unidos deje de ser adversario de América latina y se convierta en aliado contra el modelo económico fracasado; que reformule la agenda de migración y drogas, renueve la defensa de los derechos humanos en el área y facilite el intercambio cultural con Cuba. En resumen, que haya «cambio, no sólo en Estados Unidos».