¿Antiposmodernos? Aquí estamos, brindando por la aparición digital de ese texto mítico que es Dejar de pensar, de Santiago Alba Rico y Carlos F. Liria. Nos hemos reunido todos los que arrugamos la nariz al leer aquellas cosas tan sospechosas de Lyotard, lo de que las metanarrativas de progreso (como el marxismo) eran ideas muertas […]
¿Antiposmodernos? Aquí estamos, brindando por la aparición digital de ese texto mítico que es Dejar de pensar, de Santiago Alba Rico y Carlos F. Liria. Nos hemos reunido todos los que arrugamos la nariz al leer aquellas cosas tan sospechosas de Lyotard, lo de que las metanarrativas de progreso (como el marxismo) eran ideas muertas y había que «abandonar la verdad objetiva». Henos aquí, reivindicados en lo que siempre sostuvimos: que «abandonar la verdad objetiva» era un pensamiento criptofascista, y que el posmodernismo era reaccionario y estaba al servicio del Poder. Cualquier poder, porque, al no haber «verdad objetiva» ni buenas ni malas acciones, to’l mundo es güeno y tanto dan mil despidos como seis genocidios. Porque, según los posmodernos, nada es nada y todo fluye, ¿no ven, tontines? Y en cuanto a lo de abandonar el marxismo, aún resulta difícil creer que una excusa miserable para defender el lo-mío-pa-mí del capitalismo se haya transformado en una «escuela de pensamiento». He visto escurridas de bulto más sutiles (y más dignas), la verdad.
Afortunadamente, tirando de la manta está Dejar de pensar. Escrito en tono irónico, pretendiendo defender el escaqueo posmoderno, la obra recuerda a aquel Informe verídico sobre las últimas oportunidades de salvar el capitalismo en Italia que firmaron Sanguinetti y Debord en 1975 fingiendo ser democristianos convencidos. Dejar de pensar se opone «a una «resignación postmoderna, escéptica y nihilista» y denuncia la «inconmensurable traición del PSOE a la clase obrera». Los autores reiteran que este abandono del marxismo (esta «inercia deliciosa») no es «el advenimiento de una nueva era postmoderna, [sino) la lógica misma del sistema capitalista». El tiro al blanco de la obra pone en su objetivo a sociatas y ex-progres renacidos en cínicos empresarios, e insiste testarudamente en la idea marxista de que el presente sistema se basa en realidades «perfectamente explicables» como la plusvalía y el carácter privado de las empresas. Dejar de pensar da algo de miedo, porque funciona hoy igual que en 1986. Dejar de pensar sirve precisamente para volver a pensar (como un marxista o, simplemente, como alguien razonable) y, como tal, es vital en los tiempos que corren.
Dejar de pensar
Carlos F. Liria y Santiago Alba Rico
Edición digitalizada
Cultura/S de La Vanguardia del 18 de febrero de 2009)