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¿Quiénes son los enemigos de la seguridad alimentaria?

Fuentes:

La inseguridad alimentaria resultado de la mercantilización, industrialización y globalización de los alimentos tiene consecuencias catastróficas: a) desnutrición y malnutrición causantes de enfermedades con resultado de millones de muertes cada año; b) medicalización masiva de la población por falta de alimentos o por exceso; c) despoblamiento del campo y hacinamiento en las ciudades; d) desarraigo, […]

La inseguridad alimentaria resultado de la mercantilización, industrialización y globalización de los alimentos tiene consecuencias catastróficas: a) desnutrición y malnutrición causantes de enfermedades con resultado de millones de muertes cada año; b) medicalización masiva de la población por falta de alimentos o por exceso; c) despoblamiento del campo y hacinamiento en las ciudades; d) desarraigo, emigración, exclusión y nueva esclavitud laboral; e) destrucción ecológica, pérdida de suelo fértil y de biodiversidad agrícola, catástrofes «naturales» recurrentes, contaminación de aguas, suelos y atmósfera; f) intoxicación, enfermedades y trastornos hormonales derivados del uso de pesticidas; g) riesgo de epidemias humanas por la transferencia genética de enfermedades animales (vacas locas, gripe del pollo, etc.); h) riesgos de difícil evaluación futura por el uso imparable de OMGs3.

En el contexto de la producción industrial para el mercado global, son factores relevantes de la inseguridad alimentaria: 1) Los «nuevos ingredientes»: dioxinas en los pollos, virus de la gripe en las aves, priones locos en las vacas, antibióticos para el engorde, transgénicos. 2) Las condiciones de producción en el campo y en las industrias de transformación: se fuerza a la naturaleza, mediante la intensificación de los cultivos y la ganadería y se fuerza a las personas que trabajan, mediante condiciones enfermantes e inhumanas en muchas fincas agrícolas e industrias de transformación. 3) Las formas de distribución y consumo: concentración de empresas transnacionales que controlan la totalidad del ciclo producción- distribución-consumo; competitividad entre agricultor@s y rebaja constante de los costes de producción; predominio de grandes superficies que ofertan gran variedad de alimentos importados a bajo coste y que emplean a jóvenes mediante contratos basura; proliferación de restaurantes de comida rápida, tiendas de todo a 100; generalización de hábitos alimentarios basados en el exceso de carnes, sal y azúcar y el déficit de frutas, verduras y cereales integrales.

La forma de producción-distribución-consumo de alimentos, organizada sobre la base de la competitividad y la obtención de beneficios y su extensión mediante el comercio global es la causa de la inseguridad alimentaria. La liberalización del comercio no proporciona seguridad alimentaria, ni desarrollo rural tanto a las poblaciones de los países pobres como a las de los países industrializados.

DEPENDENCIA DE LAS MULTINACIONALES Y PÉRDIDA DE SOBERANÍA ALIMENTARIA

La transformación de una agricultura campesina en agricultura industrial tiene como condición el control por parte de las multinacionales agrobiotecnológicas y de las multinacionales de la distribución, de todo el proceso que va desde la apropiación del material genético hasta la mesa de los consumidores, incluidos los hábitos de alimentación que éstos adquieren.

La mercantilización de la alimentación ha traído la privatización y mercantilización de todos los recursos de la naturaleza requeridos para la producción de los alimentos. Los derechos de propiedad intelectual y las patentes son un instrumento de legitimación de la subordinación de la salud de todos a los intereses de las empresas. La mercantilización de los alimentos basada, en el abaratamiento de los costes y la competitividad, tiene consecuencias muy negativas: 1) Enfrenta a productor@s y consumidor@s de alimentos en intereses contrapuestos y enormemente alejados en una cadena de distribución planetaria. Cada productor pugna por reducir sus costes de producción para derrotar al resto de productores y vender lo más caro posible. Cada consumidor busca el precio más bajo desentendiéndose de la suerte de los productores, del resto de consumidores y de su propia seguridad alimentaria. 2) Impide el derecho a la soberanía alimentaria como «derecho de los pueblos a definir su propia política agraria y alimentaria», mientras impone patentes sobre la vida y semillas estériles 4 que ponen la seguridad alimentaria y la salud de la población en manos de las multinacionales.

LA RUINA DE LA PEQUEÑA AGRICULTURA

Diversos factores que caracterizan la producción industrial y su distribución en un mercado global tienen como consecuencia la ruina y posterior desaparición de la pequeña agricultura. Por un lado, las empresas o sociedades anónimas, con su racionalidad económico-empresarial son más adecuadas para una producción mercantil y derrotan por la vía de los resultados económicos y cuantitativos a la racionalidad ecológica campesina, menospreciando y ocultado los valores sociales, territoriales y ecológicos de ésta. La racionalidad de la agricultura industrial busca ventajas competitivas en el mercado y promueve la organización de la agricultura y ganadería a semejanza de una factoría industrial que se organiza científicamente para una fabricación en serie, con lo cual ganan escala y reducen el coste unitario del producto. Esta forma de organizar la producción desplaza y desvaloriza el oficio del agricultor/a y su conocimiento de la naturaleza. La presión que ejercen las grandes cadenas de distribución sobre el comercio local, condena a éste a desaparecer e impide que los mercados locales sirvan de refugio a los pequeños agricultores o campesinos que se resisten a la «modernización». De este modo, los pequeños y medianos productores tienen más «incentivos» para convertirse en empresarios competitivos para llevar su producción a las grandes superficies.

CAMPESINO Y PEQUEÑO AGRICULTOR NO SON LA MISMA COSA

No es lo mismo «pequeña producción» que «producción campesina» aunque ambas coincidan en su pequeña escala. La pequeña producción, campesina o «moderna», no puede competir con la producción y distribución a gran escala, aunque resalte como atributos propios la calidad y la artesanía que le permiten un precio superior. El modelo de alimentación global ejerce sobre la producción campesina una presión cualitativa, destruyendo los fundamentos sobre los que opera: un modo de vida, (producción, consumo, cercanía, territorio, naturaleza, movilidad, valores, mano de obra intensiva, tecnología para las personas y no viceversa) cuya racionalidad no es el beneficio económico, sino la satisfacción de las necesidades de grupos sociales cercanos, considerando el mercado como un medio y no como un fin. La agricultura capitalista, especialmente en los países occidentales, ha incorporado la agricultura familiar a la lógica industrial proponiendo como única solución a sus dificultades la competencia entre ellos mismos mediante la modernización de la explotación. A pesar de tal transformación, la agricultura familiar, una vez modernizada, sólo permanece haciéndose menos familiar y de mayor escala, recurriendo a créditos, tragando con las imposiciones de las multinacionales, externalizando los trabajos temporales y trasladando los ajustes de las subvenciones y de los precios de sus productos a las condiciones laborales de sus asalariad@s, en muchos casos, la propia familia. La economía de mercado liquidar la producción campesina para el autoconsumo. El éxito de la globalización alimentaria requiere arrasar la producción campesina autónoma del mercado global. La ruina campesina es condición para el desarrollo del mercado global. Este mercado se nutre de ex-campesin@s desplazad@s por la violencia competitiva de mercados controlado por los más fuertes, personas necesitadas de cualquier empleo y convertidas en nuevas consumidoras que reclaman alimentos asequibles a sus escasos ingresos.

La pertenencia a la UE no ha significado la protección de la población campesina y su modo de vida, sino más bien lo contrario. El origen de la construcción europea, tiene como objetivo la eliminación de población campesina y rural para impulsar el desarrollo de la industria y el modelo urbano de asentamiento y de vida. En otras palabras, modernización y desarrollo económico significan eliminación de población activa agraria, pero también cercenar la cultura rural y la vida en el campo. Esta gran transformación, se ha presentado como un camino histórico necesario. En algunos países, una fuerte demanda de mano de obra industrial ha facilitado esta transformación traumática (dejar atrás raíces familiares y culturales, desarraigo, choque cultural y de modo de vida, etc). Si bien, a partir de los ochenta, con el deterioro del Estado de Bienestar y la caída de las economías planificadas del Este de Europa, las circunstancias no han sido tan fáciles. Las sucesivas incorporaciones de nuevos países en la UE han tensionado los intereses de los miembros más antiguos. Desde dentro, se ha valorado positivamente el crecimiento potencial de la población consumidora y se ha observado con recelo la competencia en la producción. Pero lo que más ha preocupado ha sido el desequilibrio entre los contribuyentes netos al presupuesto común y los perceptores netos del mismo. Es por eso que las ampliacion es han estado marcadas por un periodo transitorio previo (para adaptarse a los compromisos de entrada) y un periodo más o menos largo de transición a partir de la adhesión, en el que se igualan las obligaciones, pero no los derechos. La diferencia ha sido más acusada cuanto menor es la riqueza objetiva de los países candidatos y se agudiza cuando el sector agrario no está suficientemente «modernizado» (la población activa agraria es alta y sus explotaciones más pequeñas que la media comunitaria). En algunos casos se ha retrasado la adhesión durante años, desde la solicitud hasta la integración (caso de Grecia), lo que no ocurrió con Dinamarca. La adhesión de los países del Este es uno de los procesos de ampliación más críticos que ha tenido la UE. La cuantía de países, (10 de una sola vez, aunque se aplazó la incorporación de los más pobres, Bulgaria y Rumania) y la diferencia de riqueza y condiciones productivas, hacen temer por el incremento de las transferencias del presupuesto comunitario, tanto a los contribuyentes netos, como a los principales beneficiarios actuales de las ayudas estructurales.5 La crisis económica de 2008 lleva al extremo estas tensiones desde el punto de vista demográfico, económico y social. Quienes más sufren son los países del este de Europa que se entregaron furiosamente a la «modernización» de su agricultura y su economía tras la implosión de las economías planificadas.

HABLAN LAS PRINCIPALES VÍCTIMAS DE LA INSEGURIDAD ALIMENTARIA

En países perjudicados por el «libre comercio» mundial de alimentos, con el protagonismo de la población indígena, así como en otros que han conseguido mantenerse al margen de la globalización capitalista, aparecen elaboraciones que marcan una verdadera alternativa para una seguridad alimentaria de toda la población. Veamos algunas de ellas.

FORO MUNDIAL SOBRE SOBERANÍA ALIMENTARIA DE LA HABANA (2001) 6

 

En este Foro se dieron cita organizaciones campesinas, indígenas, de pescadores, ONGs, colectivos sociales, académicos e investigadores de 60 países. Sus integrantes responsabilizaron a las políticas neoliberales de las últimas décadas y a las políticas económicas, agrícolas, pesqueras y comerciales impuestas por el Banco Mundial de «profundizar la brecha entre los países ricos y los pobres y dentro de cada uno de ellos, agravando las condiciones de acceso a una nutrición sana y suficiente». En su declaración final se señalaron las ideas sobre las que se legitima el modelo alimentario actual.

  1. La creencia de que «la sustentabilidad de los sistemas alimentarios es una cuestión meramente técnica y no política», frente a la evidencia de que es la «lógica de la ganancia la que genera la insostenibilidad de los sistemas alimentarios, al sobrepasar los límites a la producción permitidos por la naturaleza».

  2. La concepción neoliberal de las «ventajas comparativas» que provoca el desmantelamiento de la producción doméstica y del comercio local. Considerar que las «agriculturas campesinas, indígenas y la pesca artesanal son ineficientes e incapaces de responder a las necesidades crecientes de alimentos» es el argumento técnico para «imponer una agricultura y pesca industrial intensivas de gran escala».

  3. Afirmar que «la población rural es excesiva en comparación con su aporte al producto interior bruto» es el argumento para «expulsar a dicha población de sus tierras y privatizar los recursos naturales» a pesar de lo insostenible del modelo urbano.

  4. El patrón alimentario único defendido como «viable, apropiado y correcto en un mundo global», supone un verdadero «imperialismo alimentario que atenta contra la diversidad de las tradiciones alimentarias y sus identidades culturales y étnicas».

Las consecuencias políticas señaladas por el Foro de la Habana apuntan a la inseguridad alimentaria. El resultado es «el aumento de la deuda externa de los países empobrecidos, la desruralización forzada y genocida en el caso de algunas culturas campesinas e indígenas, y el aumento de la pobreza, miseria y exclusión de los sectores populares del Sur, pero también del Norte».

A PROPÓSITO DE LA RONDA DE NEGOCIACIONES DE LA OMC 7

¿El desarrollo económico, el alivio de la pobreza, las necesidades de todos nuestros pueblos, el aumento de oportunidades para los países en desarrollo están en el centro de las actuales negociaciones en la OMC? Hay una crisis alimentaria porque no se produce para el bienestar humano sino en función del mercado, la especulación y rentabilidad de las grandes productoras y comercializadoras de alimentos. Para enfrentar la crisis alimentaria es necesario fortalecer la agricultura familiar, campesina y comunitaria. Los países en desarrollo tenemos que recuperar el derecho de regular nuestras importaciones y exportaciones para garantizar la alimentación de nuestra población.

Los subsidios agrícolas del norte, que van principalmente a manos de compañías agroalimentarias de los EE.UU. y de Europa, no solo continuarán sino que se incrementarán como los demuestra la Ley Agrícola o «Farm Bill 2008» de los Estados Unidos. Los países en desarrollo rebajarán los aranceles a los productos agrícolas importados mientras los subsidios reales aplicados por los EE.UU. o la UE a sus productos agrícolas no disminuirán. Para países como Bolivia la disminución generalizada de aranceles tendrá efectos negativos en la competitividad de nuestras exportaciones.

En las negociaciones se empuja a que nuevos sectores de servicios sean liberalizados por los países cuando lo que habría que hacer es excluir definitivamente los servicios básicos de educación, salud, agua, energía y telecomunicaciones del texto del «Acuerdo General del Comercio de Servicios» de la OMC. Estos servicios son derechos humanos que no pueden ser objeto de negocio privado y de reglas de liberalización que llevan a la privatización. Mayor liberalización de los servicios no traerá mayor desarrollo, sino mayores posibilidades de crisis y especulación en temas vitales como los alimentos.

Tenemos que acabar con el consumismo, el derroche y el lujo. En la parte más pobre del planeta, mueren millones de seres humanos de hambre cada año. En la parte más rica del planeta, se gastan millones de dólares para combatir la obesidad. Consumimos en exceso, derrochamos los recursos naturales y producimos la basura que contamina a la Madre Tierra.

Los países debemos priorizar el consumo de lo que producimos localmente. Un producto que recorre la mitad del mundo para llegar a su destino, puede ser más barato que otro que se produce nacionalmente pero, si tomamos en cuenta los costos ambientales del transporte de dicha mercadería, el consumo de energía y la cantidad de emisiones de carbono que genera, entonces podemos llegar a la conclusión de que es más sano para el planeta y la humanidad priorizar el consumo de lo que se produce localmente. El comercio exterior debe ser un complemento de la producción local. De ninguna manera podemos privilegiar el mercado externo a costa de la producción nacional.

El capitalismo nos quiere uniformizar a todos para volvernos en simples consumidores. Para el Norte hay un sólo modelo de desarrollo, el suyo. Los modelos únicos a nivel económico vienen acompañados de procesos de aculturación generalizada para imponernos una sola cultura, una sola moda, una sola forma de pensar y de ver las cosas. Destruir una cultura, atentar contra la identidad de un pueblo, es el más grave daño que se le puede hacer a la humanidad. El respeto y la complementariedad pacífica y armónica de las diversas culturas y economías es esencial para salvar al planeta, la humanidad y la vida.

En el siglo XXI, una «Ronda para el desarrollo» ya no puede ser de «libre comercio», sino que tiene que promover un comercio que contribuya al equilibrio entre los países, las regiones y con la madre naturaleza, estableciendo indicadores que permitan evaluar y corregir las reglas de comercio en función del desarrollo sostenible.

Los gobiernos tenemos una enorme responsabilidad para con nuestros pueblos. Acuerdos como los de la OMC tienen que ser ampliamente conocidos y debatidos por todos los ciudadanos y no solamente por ministros, empresarios y «expertos». Los pueblos del mundo tenemos que dejar de ser victimas pasivas de estas negociaciones y convertirnos en protagonistas de nuestro presente y futuro.

EL HAMBRE NO ESPERA. SIN MAÍZ NO HAY PAÍS. 8

Bajo el lema de «Alimentos campesinos para México. El hambre no espera«, nos reunimos alrededor de 600 delegadas y delegados, procedentes de 15 entidades federales y de los países hermanos de Guatemala y Honduras.

Nuestro objetivo central fue profundizar una mayor y mejor articulación plural e incluyente de los movimientos sociales comprometidos con la soberanía alimentaria y construir una agenda común y un plan de acción para enfrentar la crisis agroalimentaria. Es ineludible encarar los aspectos más lacerantes y urgentes de la crisis alimentaria pero, sobre todo, enfrentar sus causas estructurales y pugnar por el establecimiento de nuevo modelo agroalimentario sustentable y de una nueva política en materia de agricultura, alimentación, nutrición, comercio y manejo de los recursos naturales.

La salida a la crisis alimentaria y el establecimiento de un nuevo modelo agroalimentario sólo será posible a partir de los siguientes principios:

a) Soberanía alimentaria; b) Derecho a la alimentación; c) Revalorización de la producción campesina de alimentos y del papel de las mujeres en la soberanía alimentaria y nutricional; d) Defensa de la propiedad social de la tierra y del patrimonio territorial indígena y campesino; e) Agricultura sustentable y manejo comunitario de los recursos naturales; f) Protección de nuestro patrimonio cultural intangible y de nuestros recursos biológicos y genéticos; g) Moratoria a la siembra de maíz transgénico; h) Prohibición al uso de alimentos para biocombustibles; i) Políticas públicas alternativas y un Estado responsable; j) Lucha contra los monopolios agroalimentarios y la publicidad engañosa de los alimentos.

La crisis alimentaria y la crisis financiera global representan el fracaso de los gobiernos neoliberales al servicio de las grandes corporaciones trasnacionales, de los grupos empresariales, las mafias políticas y los poderes fácticos.

La salida a la crisis no será a partir de su profundización ni provendrá del mismo gobierno y grupos corporativos que la precipitaron. Es necesario: 1) Elevar a rango constitucional el derecho a la alimentación; 2) Ley para la soberanía y la seguridad agroalimentaria y nutricional; 3) Establecimiento de una reserva estratégica alimentaria y un mecanismo de administración del comercio exterior de alimentos estratégicos; 4) Contra la siembra de maíz transgénicos, contra la contaminación transgénica y por la responsabilización de Monsanto y el gobierno federal por dicha contaminación; 5) Prohibición del uso de alimentos para la elaboración de biocombustibles; 6) Erradicación de la malnutrición en México así como prohibición de alimentos chatarra y refrescos en escuelas públicas y publicidad engañosa de alimentos. 7) Impulsar la construcción de canales alternativos de vinculación campo-campo y campo-ciudad para la comercialización y distribución de productos campesinos de alta calidad y precios accesibles. Establecimiento de comedores escolares a partir de alimentos campesinos de la región, realización anual de una feria nacional de productos campesinos así como de ferias estatales, regionales y locales. 8) Información y educación a nivel de todas las comunidades rurales y urbanas del país, sobre los principales temas de la crisis alimentaria, de la defensa de la soberanía alimentaria y de las alternativas sociales, de manera sistemática, amplia y masiva, a través de la diversidad de medios de comunicación alternativos y estrategias de educación popular. 9) La articulación de la Campaña Nacional «Sin maíz no hay país» con otros movimientos sociales en defensa de la soberanía alimentaria, la soberanía energética, la economía popular, los derechos humanos, el medio ambiente, la democracia popular y la soberanía nacional. 10) Impulsar el Movimiento Indígena y Campesino Mesoamericano (MOICAM), encuentros trinacionales (México, Estados Unidos y Canadá) de movimientos sociales (campesinos, sindicalistas, ambientalistas, derechos humanos, migrantes, etc.) así como con los movimientos sociales de América del Sur.

PORQUE NO NOS GUSTAN LOS TRANSGÉNICOS:

COEXISTENCIA CON TRANSGÉNICOS, NO, NO Y NO.

NI PRODUCIDOS, NI IMPORTADOS, NI CONSUMIDOS. ¡PROHIBICIÓN!

MANIFESTACIÓN, 18 DE ABRIL DE 2009, ZARAGOZA

1 Fuente: Galindo, P. (Coord.) «Agroecología y Consumo responsable. Teoría y práctica.» Ed. Kehaceres. Madrid, 2006.

2 GEA: www.nodo50.org/lagarbancitaecologica

3 OMGs: Organismos Modificados Genéticamente

4 Son semillas que han sido amputadas de su capacidad de reproducción a través de Tecnologías de Restricción de Uso Genético (TRUG), más conocidas como Terminator.

5 Las cifras hablan por sí solas. La última ampliación ha añadido un 23% de población (75 millones más de consumidores, frente a los 375 millones de la UE-15), pero en términos de PIB apenas supone el 4,5%. En comparación, la ampliación de España, Portugal y Grecia supuso el 22% de la población y el 10% del PIB. El resultado es que la renta per cápita de la UE se ha reducido un 15%. Al interior de los países candidatos también se producen conflictos y discrepancias sobre las bondades de la integración, no sólo por las condiciones de la negociación, sino también por el balance entre los beneficios de pertenecer a uno de los principales bloques económicos, y las concesiones derivadas de esa pertenencia que no podrán valorarse hasta pasados unos años.

6 Declaración Final del Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria, La Habana, Cuba, 7 de septiembre del 2001.

7 Evo Morales, Presidente de Bolivia, Agosto/08

8 Declaración Final de la Asamblea Nacional por la Soberanía Alimentaria (Ciudad de México, 30 y 31 de octubre de 2008).