La mayoría de las firmas asistentes quieren que «el negocio siga igual»
Este fin de semana, en Copenhague, una reunión vital que ayudará a preparar la agenda para las conversaciones más importantes sobre el cambio climático desde el Protocolo de Kyoto ha sido secuestrada por algunos de los mayores contaminadores del mundo, afirman hoy los críticos.
Entre los asistentes a la World Business Summit on Climate Change está Shell, que recientemente ha sido nominada por los medioambientalistas, de acuerdo con las nuevas investigaciones, como «la compañía petrolífera del mundo con un uso más intensivo del carbono».
Preocupa que las grandes compañías de la energía impulsen la extracción y almacenamiento de carbono (CCS) como un modo de mantener en funcionamiento una economía basada en el petróleo.
En la reunión de ayer, el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y el premio Nobel Al Gore urgieron a más de 500 líderes empresariales -incluyendo los principales directivos de PepsiCo, Nestlé y BP- a que aportaran su fuerza corporativa para llegar a un acuerdo global sobre la reducción de los gases de efecto invernadero.
A pesar de la crisis financiera global, Ban y Gore dijeron que no podían admitirse retrasos en el debate de las acciones específicas para recortar los gases de efecto invernadero.
«Tenemos que hacerlo este año. No el próximo. Éste», dijo Gore. «El reloj sigue en marcha, porque la Madre Naturaleza no hace rescates de empresas en dificultades».
El hecho de haber dado acceso a Shell, Duke Energy y otras compañías para que se reunieran en Copenhague con los negociadores del cambio climático de Naciones Unidas, China y oros países fue condenado anoche por el grupo de campaña Corporate Europe Observatory (CEO).
«El Gobierno danés parece tener la impresión de que algunas de las compañías más contaminantes del mundo van a proponer medidas duras para hacer frente al cambio climático», dijo Kenneth Haar, investigador del CEO. «Pero por desgracia no parece que vaya a ser así. La mayoría de las corporaciones asistentes a la World Business Summit on Climate Change parecen más interesadas en que el negocio siga funcionando como de costumbre… con la promesa de que las tecnologías futuras resolverán el problema más tarde.»
«Los lobbys de las corporaciones han intentados influir en las conversaciones sobre el clima de la ONU desde el principio. Pero ahora se les ha invitado a preparar la agenda antes incluso de que los negociadores se hayan sentado. Si escucháramos sus demandas, podríamos abandonar ahora mismo la lucha contra el cambio climático».
Seis de las compañías implicadas en la cumbre han sido nominadas a los Climate Greenwash Awards por no renunciar a darse la gran vida abordando el cambio climático.
Shell está centrada casi exclusivamente en el CCS como el mecanismo para abordar el cambio climático, dicen fuentes de la compañía, aunque los asesores más independientes creen que el CCS, que todavía no se ha demostrado que sea comercial o tecnológicamente posible a gran escala, no estará disponible como muy pronto hasta el año 2020. Sin embargo, las conversaciones de este fin de semana y las negociaciones formales por el cambio climático del mes de diciembre, en Copenhague, tratarán de abordar el calentamiento global desde 2012, cuando deja de estar en vigor el Protocolo de Kyoto, y 2020.
Shell ha sido descrita por Greenpeace y Amigos de la Tierra como la compañía petrolífera más contaminante del mundo, porque supuestamente es la mayor productora intensiva de carbono. Y lo es por su relación con las arenas alquitranadas canadienses, el gas natural licuado y las llamaradas de gas de la producción petrolífera.
Shell niega las acusaciones. La compañía insiste en que su producción de arenas alquitranadas solo es un 15% más intensiva de carbono desde el pozo a los vehículos de ruedas y que siempre ha jugado un papel constructivo en las cuestiones del cambio climático. Un portavoz de Shell afirmó: «Abogamos por planes de fijación de límites e intercambio de los derechos de emisión y hacemos todo lo que podemos para incrementar nuestra eficiencia y reducir nuestro resultado relativo de carbono».
Pero un informe, Irresponsible Energy, realizado por Greenpeace y otros, concluye: «El uso de cantidades cada vez mayores de energía para producir miles de millones de barriles de petróleo que no se podrían obtener de otra manera parece una estrategia para el desastre. Y parece ser que esa es la estrategia de Shell».
En su alocución de ayer, Ban afirmó: «Seguir vertiendo billones de dólares en subsidios a los combustibles fósiles es como invertir en bonos hipotecarios sub-prime. Nuestra infraestructura basada en el carbono es como un activo tóxico que amenaza la cartera de bienes globales, desde la salud pública a la seguridad alimentaria».
Anders Eldrup, director del grupo danés del gas y el petróleo Dong Energy, controlado por el Gobierno danés, dijo que la empresa se enfrenta a una gran elección. «Hay dos caminos que se están discutiendo ahora, poner impuestos por el CO2 y poner límites e intercambiar derechos [el intercambio de derechos de emisión entre las empresas]», afirmó, inclinándose por la imposición fiscal. El segundo pide a los gobiernos que den permisos de contaminación que las empresas puedan negociar en un mercado abierto.
Sin embargo, Connie Hedegaard, ministra danesa del clima y la energía, dijo a Associated Press que la solución que mejor podría funcionar sería poner límites globales a la contaminación causante del cambio climático, en lugar de fiscalizar el dióxido de carbono y otros de los gases industriales más importantes de los que causan el efecto invernadero.
Traducido por Víctor García para Globalízate
http://www.globalizate.org/guardi010609.html
Artículo original:
http://www.guardian.co.uk/business/2009/may/24/climate-change-polluters-shell
Publicado en The Guardian el 24 de Mayo de 2009