Dos recientes informes de organizaciones antirracistas constatan el aumento de la xenofobia, que se expresa en la culpabilización de la inmigración desde edades muy tempranas y entre amplios sectores sociales. «Racismo institucional y social son proporcionales, puesto que el primero legitima y abriga al segundo. Existe un binomio entre el racismo perpetrado desde las estructuras […]
Dos recientes informes de organizaciones antirracistas constatan el aumento de la xenofobia, que se expresa en la culpabilización de la inmigración desde edades muy tempranas y entre amplios sectores sociales.
«Racismo institucional y social son proporcionales, puesto que el primero legitima y abriga al segundo. Existe un binomio entre el racismo perpetrado desde las estructuras institucionales a través de leyes, discursos y otras iniciativas políticas y el racismo del ciudadano anónimo», denuncia SOS Racismo en su Informe Anual 2009 sobre el Racismo en el Estado español, recientemente hecho público. Y apostilla: «No es desmesurado decir que si se sigue en esta línea asistiremos a un aumento del racismo social».
Por lo pronto, según el barómetro del CIS, la percepción negativa de la inmigración creció progresivamente en 2008, alcanzando su pico en septiembre, cuando un 28,4% de la población reconocía percibir la inmigración como uno de los tres problemas principales del país. Sólo la crisis y las dificultades económicas se situaron por encima. Por debajo quedó relegado, por ejemplo, el problema de la vivienda. Así mismo, en junio, más de un 40% de los encuestados culpabilizaba a la población migrante de la bajada de los salarios.
Para SOS Racismo, 2008 fue el año en el que se convirtió a los inmigrantes en ‘chivos expiatorios’ de la crisis. Así, el año empezó con una campaña electoral de discurso marcadamente xenófobo, tras la que el PSOE ‘fichó’ como ministro de Trabajo a Celestino Corbacho y endureció su discurso sobre inmigración.
También es el año en el que la UE aprobó, con el apoyo del Gobierno español, la Directiva de Retorno. Por ello, esta red de organizaciones antirracistas concluye que existe un creciente racismo institucional que, ayudado por los discursos xenófobos de algunos medios de comunicación, ha alimentado el racismo social.
Barómetros de intolerancia
La misma tendencia constata el Informe Raxen Especial 2009 del Movimiento Contra la Intolerancia, que este año ha dedicado sendos capítulos a la xenofobia contra los inmigrantes y a la respuesta institucional y social. Dicho informe lamenta que, frente al enorme impulso de medidas de control de los flujos migratorios, «pasan a un segundo plano la aplicación nacional de las Directivas de Igualdad de Trato, la declaración marco del Derecho Penal contra el racismo y las políticas de integración y defensa de inmigrantes y minorías».
Este desinterés institucional tiene mucho peso a la hora de explicar, según el Movimiento Contra la Intolerancia, las 4.000 agresiones racistas estimadas en 2008. La investigación destaca la presencia de grupos racistas y xenófobos en todas las comunidades, y denuncia que existen más de 200 páginas web y foros xenófobos y más de 10.000 activistas ultras y neonazis en el Estado.
El Informe Raxen también llama la atención sobre la creciente xenofobia en edades tempranas: según la encuesta sobre Actitudes ante la Inmigración y Cambio de Valores realizada por el Centro de Estudios sobre Migraciones y Racismo, un 53% de los escolares consideró que debería expulsarse a los sin papeles y un 51% pensaba que «quitan trabajo a los españoles». Asimismo, el INJUVE calcula que un 14% de los jóvenes estaría dispuesto a votar a un partido racista. Por su parte, SOS Racismo resalta que en Catalunya, por ejemplo, se inauguraron los Espais de Benvinguda Educativa, centros separados para el alumnado inmigrante, denunciados por pedagogos y organizaciones sociales como segregacionistas, pero celebrados por el ministro Corbacho como «valientes» y como «respuesta a la realidad de la inmigración».
Según recoge el Raxen, un 54% de la población declaraba en una encuesta del CIS que «prefiere vivir con personas de la misma cultura y religión». SOS Racismo, por su parte, recopila abundantes ejemplos de racismo y xenofobia en conflictos vecinales, incidentes islamófobos en comunidades donde se intentaron abrir oratorios, proliferación de ofertas de trabajo que rezan «abstenerse extranjeros», prácticas xenófobas en el uso del derecho de admisión en diversos locales y conflictos en el lugar de trabajo con insultos o agresiones.
Ambos informes constatan también el progresivo aumento de una ultraderecha «radicalmente xenófoba». En 2008 se celebraron diversos actos de negación del holocausto y creció el antisemitismo al calor del ataque israelí a Palestina y de la crisis; las administraciones continuaron autorizando manifestaciones de extrema derecha; se exhibieron signos nazi-fascistas y se profirieron insultos racistas en los campos de fútbol que no fueron sancionados; amén de multitud de agresiones, algunas retransmitidas en webs con total impunidad. Sólo la Unión de Fiscales Progresistas planteó ilegalizar partidos como el Frente Nacional o Democracia Nacional. A cambio, destacados nazis, como el propietario de la Librería Europa, acusado de negación del holocausto, vieron rebajada su pena: de cinco años a siete meses. El Supremo rechazó considerar delito la negación del genocidio.
Si las instituciones europeas aprobaron una Decisión Marco para luchar con el Derecho Penal contra el Racismo y la Xenofobia, que sancionaba hasta con tres años de cárcel a quienes difundieran ideologías racistas, su reflejo en el Estado sólo ha llegado a la creación de un Consejo para la Promoción de la Igualdad de Trato, cuyo objetivo se limita a prestar ayuda a las víctimas y promover análisis y estudios.
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