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Ley de Vergüenza Histórica

Fuentes: Rebelión

Ley de Memoria Histórica incumplida, muerta. No se ha restaurado la «legalidad republicana». Grotesco compartir actos con socialistas por parte de personas de una «izquierda real». No pueden estar hablándonos eternamente de la «reconciliación». Todavía en la llamada Transición había voces amedrentadas, o dispuestas a amedrentar, que al final proponían esto: un pacto entre todos […]

Ley de Memoria Histórica incumplida, muerta. No se ha restaurado la «legalidad republicana». Grotesco compartir actos con socialistas por parte de personas de una «izquierda real».

No pueden estar hablándonos eternamente de la «reconciliación». Todavía en la llamada Transición había voces amedrentadas, o dispuestas a amedrentar, que al final proponían esto: un pacto entre todos para no repetir la Guerra Civil. El llamado consenso, la redacción de una Constitución con libertades, el alejar por medio de conjuros todo peligro golpista…Todo ello fueron circunstancias de los años 70 que no se corresponden con el hoy. Son casi 40 años sin Franco y no podemos dedicarnos a agitar los mismos fantasmas ni mucho menos creer en ellos. La Transición debe ser superada, revisada (como hecho histórico), e incluso impugnada. La Constitución de 1978 fue quizá un instrumento más o menos útil para acceder a las libertades formales, eso el tiempo lo dirá, pero hoy ya no es un monolito intangible ni un dios sagrado.

En cualquier caso no se ha restaurado la «legalidad republicana» vigente en 1936, ni mucho menos. Desde la Transición de los años 70 lo que tenemos es otra cosa, y eso lo sabe todo el mundo.

Esa «otra cosa» es una Monarquía Parlamentaria. El vetusto concepto, que recuerda anteriores y tristes «restauraciones borbónicas», en realidad es un sintagma doble que pretende amontonar (por yuxtaposición) una Monarquía largo tiempo contestada y criticada por estos lares, con unas libertades parcialmente recobradas.

Toda la historia del Reino de España es un rosario de reyes desastrosos y nulos gobernantes. Antes de que hubiera republicanos, hasta los propios monárquicos del reino, a menudo, no tragaban al rey de turno. De nuevo, hay que recordar que la Restauración Borbónica Constitucional más reciente sucedió en 1978. El periodo de 1975-1978, en rigor, fue de monarquía absoluta amparada en viejas estructuras franquistas o, como se prefiere decir ahora, «preconstitucionales».

El parlamentarismo añadido a la figura de un Rey, impuesta de forma testada por Franco, supuso con el paso del tiempo la vuelta de los viejos usos bipartidistas y caciquiles de Alfonso XIII. Dos partidos «institucionales» (PSOE-PP) que se podrán insultar y torpedear retóricamente en la Carrera de San Jerónimo, sí, pero que comparten lo esencial en cuanto a «visión de estado»: Estado unitario, inmarcesible, finca privada a usufructuar mientras se pueda.

Y ahora viene el tema de la memoria histórica:

No se ha restaurado aquí ninguna «legalidad republicana» ni ha habido una «sucesión genealógica» desde la II República. La única evolución natural que hemos conocido ha sido una evolución desde el franquismo y con los condicionantes y amenazas propios de aquel sistema (argumentos «ad baculum», esto es, que recurren al bastonazo si no comulgas con ellos). Las víctimas siguen sin descansar dignamente. La mayoría de las víctimas sin descanso ni lecho digno lo son del genocidio franquista, esto es, inocentes, neutrales así como luchadores del bando perdedor, los «rojos». Y el PSOE, el partido que tomó en los años 30 aquellos caminos revolucionarios que hoy «ponen colorados» a los actuales dueños socialistas de la finca, este partido ha sacado una Ley de la Memoria Histórica incumplida, bloqueada, muerta. Tan muerta como las víctimas a las que el texto legal debería resarcir.

Sin embargo, escuchamos con pasmo la noticia de que miembros del PSOE o de la UGT (¡Leyre Pajín, Cándido Méndez!) asisten -aquí mismo en Asturies, por ejemplo- a actos en homenaje a las víctimas junto a otros herederos ideológicos o nominales del bando perdedor (anarquistas, comunistas, republicanos, etc.). Ellos, los cómplices de que este Estado siga siendo heredero directo de un Franquismo inmovilista. Ellos, los más firmes partidarios (a veces más que la propia derecha oficial) de una Monarquía cuyos «servicios» han periclitado hace largo tiempo. Tan grotesco como compartir actos con los socialistas por parte de personas que se reclaman de una «izquierda real», es la foto del puño en alto protagonizada por una Bibiana Aido o una Leyre Pajín en la fiesta minera famosa en Rudermu/Rodiezmo.

Los muertos, mientras tanto, seguirán removiéndose en sus agrestes tumbas.

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