Leyendo a Javier Marías (Los exterminadores de toros, El País semanal 03/01/2010) a mí me resulta desalentador que continúe la vieja y demagógica costumbre, instaurada cuando murió Franco, de tildar de dictatorial a todo aquel que disiente de la línea oficial; es un recurso fácil y barato. En este caso la disensión consiste en la […]
Leyendo a Javier Marías (Los exterminadores de toros, El País semanal 03/01/2010) a mí me resulta desalentador que continúe la vieja y demagógica costumbre, instaurada cuando murió Franco, de tildar de dictatorial a todo aquel que disiente de la línea oficial; es un recurso fácil y barato. En este caso la disensión consiste en la oposición, basada en sólidos argumentos de carácter ético, a una actividad que, financiada con fondos públicos y rechazada por una mayoría, conlleva maltrato a un animal, indiscutible cualesquiera que sean los adjetivos elegidos para cualificar ese maltrato. La línea oficial la establece una autotilulada élite cultural, disentir de la cual cuesta a lo que parece ser calificado de nostálgico del franquismo. Esta inteligentsia pretende vendernos como alta cultura algo condenado a la desaparición por pertenecer a lo más retrógrado y trasnochado de nuestro pasado. Dictatorial es la pretensión de sustraernos nuestro legítimo derecho a luchar contra lo que creemos cruel e injusto, lucha que incluye la búsqueda de su ilegalización, como en su día hicieron los canarios sin que nadie se rasgara las vestiduras.
También somos tildados de ignorantes; sin embargo, en el artículo sobran tópicos y falta información. Para la conservación de las dehesas sería suficiente comenzar de una vez por todas a favorecer la ganadería extensiva en detrimento de la inhumana ganadería intensiva. Con la ilegalización de las corridas no desaparecería el toro, sino el gran negocio que algunos, respaldados por las instituciones, hacen con los toros. Además, mal puede desaparecer lo que no existe, y el toro bravo no existe como raza diferenciada. No se conoce ni una sola descripción científica de los caracteres diferenciadores de la hipotética raza de lidia; no existen caracteres morfológicos propios de los toros de la supuesta raza de lidia, ya que éstos son indefinibles por dispares, y los hipotéticos caracteres psicológicos atribuidos al «toro bravo» (principalmente la difícilmente definible «bravura») no son estables, esto es no se perpetúan con la herencia. El negocio taurino, que no el hipotético toro bravo, desaparecerá en cuanto desaparezcan las subvenciones. Que salen de mi bolsillo, y por ahí sí que no paso, aunque me cueste que me llamen dictador. Los vicios que se los paguen ellos y, si acaso, sus corifeos.
Rafael Ávila. Ecologistas en Acción Marbella.
Rebelión ha publicado este artículo con permiso del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.