Del debate desarrollado por la izquierda abertzale se ha destacado la importancia política de su resolución -«nada nuevo», según los menos-, pero el análisis de las condiciones en el que se ha dado lleva también a fijarse en que su fortaleza militante lo convierte en un movimiento único en Europa. El 8 de junio de […]
Del debate desarrollado por la izquierda abertzale se ha destacado la importancia política de su resolución -«nada nuevo», según los menos-, pero el análisis de las condiciones en el que se ha dado lleva también a fijarse en que su fortaleza militante lo convierte en un movimiento único en Europa.
El 8 de junio de 2007, a los dos días del final oficial del alto el fuego de ETA, el Gobierno español no tuvo empacho alguno en encarcelar al principal interlocutor de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi, con quien apenas unas semanas antes había estado negociando en Suiza. Y el 4 de octubre ordenaba la detención de toda la Mesa Nacional, operación que comenzó en Segura y se culminó en febrero de 2008 con una nueva redada.
La ruptura del proceso negociador tuvo un enorme coste para todos los agentes implicados en el mismo, y en el caso de la izquierda abertzale dejó en evidencia problemas internos. El documento debatido por las bases de Batasuna refleja las diferencias y falta de cohesión con la que se entró en la negociación y la situación de parálisis en la que quedó a su final.
Junio y noviembre de 2008
Pese a las malas condiciones en las que se encontraba, la militancia de la izquierda abertzale siguió trabajando, tratando de encontrar el camino a seguir. En ese contexto se produce, por ejemplo, el debate sobre qué hacer ante la Ley de Consulta que propone el lehendakari, Juan José Ibarretxe. Todas las partes coincidían en que era un elemento meramente propagandístico, por cuanto la consulta nunca iba a producirse. La diferencia estaba en cómo resolver una cuestión táctica cuyo futuro estaba en manos de EHAK. Había quien optaba por cortar de raíz cualquier intento del PNV de hinchar ese globo, y más aún después de su posicionamiento junto al PSOE en las conversaciones de Loiola. Ganó la apuesta por colocar a los jeltzales ante su propio espejo, lo que se tradujo en la frase: «Será España la que impida la consulta y el PNV quien lo acepte».
Aquel movimiento tuvo otra interesante derivada. La falta de una respuesta eficaz de Juan José Ibarretxe y del PNV a la prohibición de la consulta fue una de las razones que condujo a EA a la reflexión de que era el momento de romper su matrimonio con los jeltzales. Y especialmente relevante resulta ver que el mismo día (12 de noviembre de 2008) en que Unai Ziarreta anuncia que no continuarán en una coalición con el PNV cuya única pretensión es sumar votos «para seguir gestionando el marco actual»; la izquierda abertzale ofrece una rueda de prensa para alegrarse por la decisión y anunciar su disposición a «realizar un trabajo en común». Ambas partes coinciden en la necesidad de aunar fuerzas soberanistas. Como las casualidades de este tipo no existen, habrá que colegir que para entonces ya se estaban produciendo algún tipo de contactos.
Por ello, es injusto el análisis de que la posición actual de EA es simplemente el intento de agarrarse a un clavo ardiendo tras su descalabro electoral del 1 de marzo. La dirección que encabezaba Unai Ziarreta pudo decidir seguir tranquilamente junto al PNV y prefirió tomar una opción de riesgo que tuvo un enorme coste personal para buena parte de aquella Ejecutiva, pero que puede dar sus frutos a futuro.
La «estrategia eficaz»
En el último día de noviembre de 2008 GARA publica la primera entrevista con Arnaldo Otegi desde que saliera de la cárcel el 30 de agosto tras quince meses en prisión. Muchas fueron las habladurías sobre su silencio público en ese periodo, que él explica diciendo que había dedicado tres meses a conversar con mucha gente, para hacerse una radiografía de la situación. Es en aquella entrevista donde la izquierda abertzale empieza a fijar la idea de «construir una estrategia eficaz».
A la par, también se producen apariciones en los medios de otros dirigentes independentistas, como Rafa Díez Usabiaga, apostando por la acumulación de fuerzas. Y con motivo de una entrevista pública organizada por GARA en el marco de su X Aniversario en el Kursaal, Arnaldo Otegi aboga ante una sala abarrotada por «confrontar con el Estado en su punto débil, el terreno político».
Pocos días después, el que fuera parlamentario de EH hasta su paso a la clandestinidad Jon Salaberria apunta ante un tribunal de París la necesidad de «un cambio de ciclo político».
Y al cumplirse 20 años de las conversaciones de Argel, el que fuera interlocutor de ETA, Eugenio Etxebeste, Antton, declara a este diario que «hay que pasar de la etapa de `resistir es vencer’ a la de `convencer es vencer'».
101.000 votos
Mientras van forjándose, extendiéndose y discutiéndose las ideas principales que ahora han desembocado en la resolución «Zutik Euskal Herria», la izquierda abertzale debe hacer frente a un nuevo reto: las elecciones autonómicas con una candidatura ilegalizada. No sólo es ya la enésima vez que tiene que pedir a sus seguidores que lleven a las urnas una papeleta que oficialmente acabará en el cubo de la basura, sino que debe hacerlo además cuando existe por primera vez la posibilidad real de que el unionismo llegue a Ajuria Enea y, por tanto, será mayor la tentación del voto útil.
101.000 votos anulados en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa demuestran que la izquierda abertzale tiene una militancia que sería la envidia de cualquier partido en Europa.
Con esos resultados en la mano y la afirmación «somos muchos, seremos más», Arnaldo Otegi comparece el 16 de marzo ante los medios de comunicación acompañado de una representación amplia y aglutinadora de la izquierda abertzale para invitar a todos los independentistas a buscar «una estrategia eficaz». Es la primera vez que aparece en una rueda de prensa para oficializar que lo que hasta entonces podían haber sido opiniones personales son ya argumentos colectivos.
El Aberri Eguna, la huelga general de mayo convocada por ELA y LAB son pasos en la suma de fuerzas. La campaña electoral de los comicios europeos permite a la izquierda abertzale seguir sembrando su discurso pueblo a pueblo. Las intervenciones de Arnaldo Otegi son más conferencias que mítines y se puede comprobar que las bases conectan con su mensaje.
Iniciativa Internacionalista fue, ciertamente, un ejemplo de la solidaridad entre los pueblos. En medio de una enorme abstención y un recuento cuestionable, obtiene en Euskal Herria 139.971 votos, lo que en la CAV le empareja con el PP. Los resultados insuflaron a la dirección de la izquierda abertzale una enorme confianza en su fortaleza política y su apoyo popular.
Intenso debate
Por datos que se han conocido después, la opción de apoyar a Iniciativa Internacionalista no estuvo exenta de debate en el seno de las distintas sensibilidades de la izquierda abertzale. Como también hubo controversia durante esos meses y el verano sobre las concreciones estratégicas que debiera tener el documento que se iba a someter a la consideración de las bases, e incluso han aflorado a los medios matizaciones escritas sobre el liderazgo.
Finalmente Batasuna cierra un documento que es el que decide poner en manos de su militancia. Partes del escrito han sido además contrastados con expertos internacionales en la resolución de conflictos, que avalan la profundidad y honestidad de la iniciativa de la izquierda abertzale.
Sabedor de que las cosas se le van a complicar y en vísperas de que comience a repartirse el documento pueblo por pueblo, el Gobierno español ordena la detención de sus impulsores y acaba encarcelando a Arnaldo Otegi, Rafa Díez Usabiaga, Sonia Jacinto, Arkaitz Rodríguez y Miren Zabaleta. Después llegaría la redada contra 34 jóvenes independentistas. A pocos se le oculta que con esos embates represivos Rubalcaba trató de reventar y paralizar el debate. El tiro le salió por la culata.
Desde entonces se ha activado la militancia como hacía tiempo que no se conocía y donde hace dos años había confusión, ahora hay una línea acordada. Además, la calle ha sido testigo de manifestaciones unitarias y multitudinarias. Y el 14 de noviembre se dio en Altsasu una imagen histórica. La conclusión del debate ya es conocida.
Según las cifras ofrecidas por la izquierda abertzale unos siete mil militantes han participado en el debate en las asambleas de 270 pueblos. Aunque fueran la mitad ya sería un dato inimaginable en cualquier otro partido.
«Un cambio político sin cambio social sería insuficiente»
La resolución «Zutik Euskal Herria» tiene también un componente social que ha pasado desapercibido, tapado por otras consideraciones de orden político y metodológico. Sin embargo, tratándose de una formación de izquierdas, conviene atender a lo que se dice también en este terreno.
El documento recoge que «un cambio político sin cambio social sería claramente insuficiente, y el cambio social sin cambio político resulta irrealizable. En definitiva, además de hacer frente a la injusticia que impone el modelo neoliberal, la lucha de izquierdas que debemos desarrollar orientaría adecuadamente el cambio político y favorecería la acumulación de fuerzas de los trabajadores y los sectores populares».
En ese sentido constata que, «el trabajo que debe efectuar el sindicalismo resulta fundamental».
Además, las bases de Batasuna señalan textualmente en el documento aprobado que «los y las independentistas de izquierda deseamos el cambio social, y para ello, entre otras cosas, resulta imprescindible el aliento del movimiento popular, la práctica feminista, una nueva política lingüística, un nuevo modelo educativo, el trabajo de los agentes culturales y la pujanza del movimiento juvenil».
Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20100221/184248/es/Un-trabajo-meses-una-fuerza-militante-unica-Europa