Es probable que los reclamos de desarme nuclear fracasen si gobiernos y corporaciones continúan promoviendo esa tecnología como solución a las necesidades energéticas del mundo, según expertos independientes. Su advertencia llega en momentos en que se desarrolla la Conferencia de las Partes encargada del examen del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) en la sede […]
Es probable que los reclamos de desarme nuclear fracasen si gobiernos y corporaciones continúan promoviendo esa tecnología como solución a las necesidades energéticas del mundo, según expertos independientes.
Su advertencia llega en momentos en que se desarrolla la Conferencia de las Partes encargada del examen del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En la reunión, que concluirá el 28 de este mes, muchos delegados de países que no poseen armas nucleares exigieron a las naciones que sí las tienen actuar rápidamente en pos del desarme.
Citando el TNP, algunos también señalaron su derecho «inalienable» a usar tecnologías nucleares «con fines civiles y pacíficos».
Sin embargo casi ninguno de los delegados ofreció puntos de vista sobre los pros y los contras del uso de la energía atómica con objetivos ajenos a la fabricación de armas.
«Estoy sorprendido. Es lamentable», dijo David Krieger, presidente de la Nuclear Age Peace Foundation (NAPF), con sede en Estados Unidos, a propósito de la conferencia.
«Muchos países parecen estar buscando la energía nuclear», agregó.
El día 3, en la apertura de la reunión de la ONU, la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton, dijo que Washington quiere ayudar a «expandir la capacidad de todos los estados para utilizar la energía nuclear pacífica».
También señaló que su país está listo para conceder más fondos a la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), a la cual ya aportó 200 millones de dólares. En los próximos cinco años le otorgará otros 50 millones.
Clinton añadió que estas iniciativas ayudarán a los países a desarrollar la infraestructura necesaria para «el uso seguro de la energía nuclear».
El día 4, el presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad ofreció un punto de vista similar sobre la energía nuclear. «Es limpia. Es barata», resumió.
Para Krieger, tanto Clinton como Ahmadineyad están equivocados. La energía nuclear «no es barata ni segura. No sólo es cara, sino que también plantea importantes riesgos para la salud del planeta», dijo.
La extracción de uranio para su procesamiento en centrales nucleares produce compuestos radiactivos que a menudo contaminan el agua subterránea, el aire y la vegetación, según la NAPF.
La organización señala que entre los productos derivados de la energía nuclear figura el peligroso plutonio.
Un informe de la organización ambientalista Greenpeace señaló en 2007 que el uso de la energía nuclear no sólo es costoso, sino que también tiene el potencial de causar accidentes catastróficos, como el ocurrido en Chernobyl el 26 de abril de 1986.
En esa fecha una serie de incendios y explosiones en esa central de energía ucraniana ubicada 175 kilómetros al norte de Kiev constituyeron el peor accidente nuclear de la historia.
Material radiactivo se dispersó sobre Europa occidental y oriental, especialmente en la propia Ucrania, Belarús y Rusia, que por entonces integraban la Unión Soviética.
Según el estudio de Greenpeace, el hecho causó unos 250.000 casos de cáncer. La AIEA estimó en entre 4.000 y 9.000 las muertes causadas por esos cánceres, cifras que los críticos señalan como demasiado bajas.
Bajo el TNP, la AIEA, con sede en Viena, se encarga de promover el uso de tecnologías nucleares «seguras y pacíficas» para satisfacer las crecientes necesidades energéticas en todo el mundo.
Investigadores independientes sostienen que esa agencia de la ONU no ha logrado muchos avances por varios motivos.
La AIEA «no tiene éxito en la promoción de centrales nucleares», dijo a IPS el experto Zia Mian, de la Universidad de Princeton.
Muchos países son reticentes a la energía nuclear porque es muy costosa, explicó.
Actualmente la usan 30 países, pero alrededor de la mitad de las plantas están en apenas cuatro: Estados Unidos, Japón, Francia y Rusia.
Las cuatro principales corporaciones que dominan la industria nuclear mundial son las estadounidenses Westinghouse y General Electric, la japonesa Hitachi y la francesa Areva.
La preocupación cada vez mayor por el cambio climático es uno de los factores que causaron la renovada campaña por expandir la energía nuclear, dado que ésta casi no emite carbono. Sin embargo, muchos observadores creen que el rol de los cabilderos de la industria no puede ignorarse.
En su Informe Mundial sobre el Estado de la Industria Nuclear de 2008, el analista independiente francés Mycle Schneider observó que el sector está acumulando pérdidas y que el porcentaje de la electricidad generada por esta vía se está reduciendo en todo el mundo.
La industria «quiere hacer dinero», dijo Mian, haciéndose eco de los discursos pronunciados por funcionarios que asisten a la conferencia de la ONU.
«Es bueno que muchos países hayan elegido no perseguir la energía nuclear», agregó.
Krieger piensa que los Estados parte del TNP tienen que considerar la «fuerte relación» que une a la proliferación y el desarme nuclear, porque la existencia de material nuclear con fines «pacíficos» de todos modos puede plantear la amenaza del armamentismo.
«Si usted cree que propagando la energía nuclear por todo el mundo podrá impedir la proliferación de las armas, es demasiado optimista. Es improbable que eso ocurra», enfatizó.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=95365
rCR