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Los nervios de los lanceros de Tordesillas

Fuentes: Rebelión

En estos días he accedido en varias ocasiones a la Página del Patronato del Toro de la Vega. Para aquel que no lo sepa les diré que ese lugar, generoso en ingredientes como el cinismo, el machismo, el fascismo y el ensalzamiento de la violencia, contiene las pretendidas justificaciones culturales y morales de un acto […]

En estos días he accedido en varias ocasiones a la Página del Patronato del Toro de la Vega. Para aquel que no lo sepa les diré que ese lugar, generoso en ingredientes como el cinismo, el machismo, el fascismo y el ensalzamiento de la violencia, contiene las pretendidas justificaciones culturales y morales de un acto infame cometido por una horda y secundado por otra, no menos fanática que la primera, en el que persiguen, acorralan y matan a lanzadas a un toro. Ellos, los verdugos, se hacen llamar «torneantes», pero no se engañen, no es una competición ni un combate entre caballeros medievales. Es la tortura de un animal.

¿Y qué me he encontrado? Pues aparte del habitual rosario de sandeces que provocarían la sonrisa si no fuese porque el sufrimiento y la muerte que apadrinan son reales, he observado mucho nerviosismo, no poca rabia y bastante agresividad adicional, causado todo ello por la recientemente aprobada ILP para la abolición de la tauromaquia en Cataluña.

¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra? – se preguntará alguno – Mucho, tiene mucho que ver, porque no es difícil entender que si una brutalidad más extendida y con mayor número de aficionados como son las corridas de toros puede ser erradicada gracias a una votación democrática, las probabilidades de que le ocurra lo mismo, desaparecer por ley, a algo tan repugnante, cruel y absurdo como el Toro Alanceado de Tordesillas son muy numerosas.

Y no es sólo esa certeza lo que caldea tanto los ánimos de los amigos de agujerear a un toro, también lo es que acaban de comprobar cómo el movimiento por el respeto a los animales y la defensa de sus derechos fundamentales, es algo más que los según ellos «cuatro desarrapados que portan pancartas y gritan entre porro y porro porque no tienen nada mejor que hacer». Les asusta tener enfrente a unos colectivos que representan la opinión de muchos ciudadanos y que saben utilizar los cauces legales para alcanzar las mejoras sociales que propugnan. Los partidarios de ejercer la violencia suelen intimidarse ante adversarios armados con razones.

En un mes otro toro va a morir a lanzadas en Tordesillas. Pero quienes se las clavan, los que lo aplauden y aquellos que lo subvencionan, ahora saben que lo que hoy es tradición y diversión mañana puede convertirse en delito, sobre todo porque perpetuar lo infame o pasar un buen rato con el miedo y la agonía de un ser vivo no merecen pertenecer a otra categoría de acto.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.