A pesar de sus escándalos empresariales y laborales, el presidente de la patronal no logra que nadie se rasgue las vestiduras. Acusado de quedarse con cinco millones y denunciado por más de 200 trabajadores, él sigue siendo «alguien serio». Hubo un tiempo en que las estrellas del rock volaban de la mano del dinero, la […]
A pesar de sus escándalos empresariales y laborales, el presidente de la patronal no logra que nadie se rasgue las vestiduras. Acusado de quedarse con cinco millones y denunciado por más de 200 trabajadores, él sigue siendo «alguien serio».
Hubo un tiempo en que las estrellas del rock volaban de la mano del dinero, la fama y diversos psicotrópicos por encima de todo. Y se veía con cierta normalidad que destrozasen hoteles o que sobre ellos circulasen cotilleos más o menos fundados de prácticas sexuales fuera de lo común y/o con personas sorprendentes, como el rumor que decía allá por 1977 que uno de los Rolling Stones había tenido una relación con la esposa del primer ministro de Canadá.
Los tiempos han cambiado. Hoy las buenas gentes de EE UU se rasgan las vestiduras porque a Janet Jackson se le ve un pecho en la Superbowl, y resulta difícil imaginarse a Justin Bieber destrozando una habitación de hotel sin la ayuda de sus asistentes. Ahora hay una nueva casta que, sin LSD ni peinados extraños, aparece día tras día en periódicos y televisiones superando con creces las hazañas de los bárbaros melenudos de antaño. ¿Por qué romper tu guitarra eléctrica si puedes destrozar una empresa valorada en miles de millones?
Sí, los empresarios estrella han tomado el relevo y de entre ellos destaca, como no podía ser de otra manera, Gerardo Díaz Ferrán. El presidente de la CEOE ha sido denunciado por 64 aerolíneas por quedarse con cinco millones de euros gracias a la venta de billetes de avión a través de Viajes Marsans. Hace unos días no acudió a un juicio por una demanda de uno de los más de 200 trabajadores a los que debe dinero, en este caso de Air Comet. Resulta que, en un arrebato (nos tememos que ni siquiera estaba borracho), Díaz Ferrán firmó de su puño y letra un papel en el que se comprometía personalmente a pagar los salarios.
El juez no tuvo otro remedio que condenar a este rockstar, al que no le valdrá pintar la pared de un orfanato para librarse de la deuda. Mientras que las estrellas del rock recibían críticas por parte de ciertos sectores, y no faltaba quien pidiese a gritos cárcel o excomunión para ellos, observamos con incredulidad que los empresarios que revientan empresas y dejan a miles de trabajadores en la calle son para los periódicos y las tertulias gente sería, «emprendedora», que al parecer no tiene nada que ver con la crisis, el recorte de derechos ni nada semejante. Los presidentes y reyes además de hacerse fotos con ellos permiten a estos gamberros encorbatados escribirles las reformas laborales o los tratados internacionales de libre comercio.
Mientras Jim Morrison llegó a ser detenido en el escenario dos veces o Jimi Hendrix fue arrestado en Toronto por posesión de heroína, resulta difícil encontrar fotos de las nuevas estrellas empresariales con esposas, a pesar de que sus desmanes generan más daños económicos y personales. Por eso, si se observa atentamente, la mirada de Díaz Ferrán muestra a veces un poco de tristeza: él querría ser una estrella del rock.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/spip.php?article11849