Hay trayectorias que, por su coherencia y compromiso con un ideario, son dignas de homenaje. Una de ellas es la de Ramón Fernández Durán. Miembro de Ecologistas en Acción y activista social durante más de 30 años, Ramón ha dedicado buena parte de su vida, amenazada ahora por una grave enfermedad, a la militancia en […]
Hay trayectorias que, por su coherencia y compromiso con un ideario, son dignas de homenaje. Una de ellas es la de Ramón Fernández Durán. Miembro de Ecologistas en Acción y activista social durante más de 30 años, Ramón ha dedicado buena parte de su vida, amenazada ahora por una grave enfermedad, a la militancia en el ecologismo anticapitalista. En la calle, y en la veintena de libros de los que ha sido autor o colaborador, el trabajo de Ramón Fernández Durán ha dejado una intensa huella.
Ecologistes en Acció del País Valencià, con la colaboración de CGT y Baladre, ha organizado en Valencia una presentación-homenaje al militante ecologista -que se suma al centenar de actos previstos en el conjunto del estado- en la que Francesc La Roca (profesor de la Universitat de València), Graciela Ferrer (de Xúquer Viu), Andrés Piqueras (docente de la Universitat Jaume I de Castellón) y Manuel Sáez, de la organización Baladre, han recordado su figura y analizado sus dos últimos libros: «La quiebra del capitalismo global: 2000-2030» y «El Antropoceno. La expansión del capitalismo global choca con la biosfera».
Fernández Durán ha combinado en su itinerario vital dos planos que, en la práctica, tantas veces aparecen disociados, la teoría y la práctica. Y lo ha hecho de manera muy meritoria. Como ingeniero de caminos y urbanista, ha abordado en diferentes publicaciones la insostenibilidad de la ciudad capitalista, su modelo de transporte motorizado y las consecuencias del «tsunami» urbanizador español y mundial. Pero ha ido mucho más allá. Ha tratado asimismo las claves del ecologismo social, las cumbres sobre el cambio climático y cuestiones más generales, como la relación entre el capitalismo global y la guerra permanente, o la construcción de Europa como superpotencia.
A esta fecunda producción teórica se agrega una práctica militante de más de tres décadas que no se limita al activismo ecologista, pues Fernández Durán también participó en las ya lejanas campañas contra el ingreso del estado español en la OTAN; en la iniciativa «50 años bastan» contra el FMI y, de manera entusiasta, frente a la Europa de Maastricht y la globalización económica, entre otras.
La ejecutoria de Ramón está presente en todos los actos con que se le rinde homenaje. En la mesa redonda celebrada en el Centre Octubre de Valencia, Francesc La Roca ha destacado una de sus grandes virtudes: «La gran capacidad para juntar a gente históricamente enfrentada y poner en común diferencias aparentemente irreconciliables». Una voluntad de sumar esfuerzos que también se evidencia en la redacción de sus libros: remite un texto a diferentes colaboradores con el fin de que aporten críticas e ideas, a partir de las cuales el libro va elaborándose.
La Roca ha resaltado además el escepticismo y la «cierta melancolía» en la que se ha sumido Ramón en los últimos tiempos, en contraste con su optimismo de finales de los 90, la época dorada del movimiento antiglobalización. «Ahora piensa que es posible que lleguemos tarde, que la mortandad masiva de la especie humana llegue a producirse como consecuencia de la crisis global». «Pero también nos dice que hay que intentarlo», añade La Roca. El profesor de la Universitat de València ha subrayado un factor de enorme potencial que a veces no se considera: la sorpresa. «Hay un gran fermento de malestar susceptible de generar cambios y, en cualquier momento, por sorpresa, éstos pueden darse».
Manuel Sáez, del colectivo «Baladre» contra la exclusión social, ha sostenido que en el actual contexto de crisis ecológica, energética y climática de carácter global, resulta imposible una salida dentro del marco capitalista, idea ésta subrayada muchas veces por Fernández Durán. Sáez ha discutido durante su intervención las lógicas políticas que han presidido el siglo XX, que descansan en conceptos como «masa», «multitud» y «ciudadanía». Frente a estas nociones, ha apostado por los microespacios, la vida cotidiana y, sobre todo, la necesidad de primar los afectos y los cuidados.
El miembro de Baladre también ha incluido en las lógicas del siglo pasado la centralidad del trabajo y la idea de vincular la socialización al empleo. Por esta razón ha defendido la ayuda mutua, la renta básica, los grupos de consumo y la movilidad compartida, ideas todas ellas alternativas a los patrones imperantes en el mundo capitalista. «La sociedad nueva ha de construirse a partir de la suma de gentes con la que contamos aquí y ahora, y de las iniciativas concretas que puedan desarrollar. No se trata, por tanto, de encomendarse a una futura revolución sin lugar ni plazos», ha explicado Sáez.
Por su parte, el profesor de la Universitat Jaume I de Castellón, Andrés Piqueras, además de evocar la biografía de Ramón Fernández Durán, ha afirmado que en la fase actual de «capitalismo degenerativo y multiplicación acelerada de las fuerzas destructivas», resulta imprescindible introducir variables ecologistas (ideas como el «decrecimiento») en las luchas anticapitalistas. «Y esto, por desgracia, cuesta mucho de entender en la izquierda más orgánica e institucional», ha añadido Piqueras.
El docente ha explicado que en las próximas décadas «nos jugamos el futuro del planeta». «En un horizonte 2030 nos espera una situación que va más allá de la idea de catástrofe» y esto, aunque parezca una paradoja, genera oportunidades, según Piqueras. «Es en los momentos de decadencia cuando el sistema deja más intersticios en los que es posible la intervención humana para promover cambios», ha agregado el profesor de la UJI.
¿Alguna propuesta? Piqueras ha apostado por la necesidad de reconstruir los tejidos sociales, devastados por el sistema capitalista, es decir, volver a lo colectivo y defender el apego a lo cercano. «Nos han hecho pensar en términos individuales y en que la autonomía deriva de contar con un salario. Es necesario abandonar estas mentiras», ha subrayado Andrés Piqueras, quien ha añadido que «ahora más que nunca la gente de izquierdas hemos de recuperar la fraternidad, huir del sectarismo y, como decía la militancia obrera reunida en la Primera Internacional, no plantear nada que no se pueda hacer en lo cotidiano y lo concreto».
Por su parte, Graciela Ferrer, del colectivo ecologista Xúquer Viu, ha resaltado una de las ideas planteadas por Fernández Durán en «La quiebra del capitalismo global: 2000-2030»: A partir de la noción de cercanía y el reencuentro con los otros, «hemos de construir entre todos un discurso que permita hacer frente a la destrucción del planeta», ha explicado la militante ecologista.
Ferrer también ha abogado por «entender las luchas como un aprendizaje colectivo, en la que podamos conocernos y tender puentes. Es hora de abrir las capillas y poner fin al sectarismo». Además, para llegar a la gente común, «el principal valor es el de la honestidad y entender de una vez la política como la gestión de la cosa pública, con la participación de todos, y no como el coto privado de los políticos profesionales».
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