Sabemos que el tahúr hace trampas en el juego como sabemos que el prestidigitador saca un conejo blanco de su mágica chistera valiéndose de trucos, pero no es lo mismo saberlo que descubrirlo. Constatar cómo se hace la trampa, verla, provoca una impresión mucho más consistente y reflexiva que el mero hecho de saber que […]
Sabemos que el tahúr hace trampas en el juego como sabemos que el prestidigitador saca un conejo blanco de su mágica chistera valiéndose de trucos, pero no es lo mismo saberlo que descubrirlo.
Constatar cómo se hace la trampa, verla, provoca una impresión mucho más consistente y reflexiva que el mero hecho de saber que hay truco.
Tampoco ignoramos que los grandes medios de comunicación nos mienten. Averiguar cómo lo hacen, qué instrumentos usan para urdir la patraña, de qué herramientas se valen para servirnos el engaño, añadiría a ese conocimiento una percepción mucho más trascendente y honda.
Con independencia de los intereses que determinan qué es noticia y qué no lo es, consideración que necesitaría un especial apartado, los medios emplean infinidad de técnicas para manipular nuestras impresiones, emociones y criterios, y conseguir que secundemos o rechacemos sus propuestas según sea su interés.
Desde la noticia que no es verdad a la verdad que no es noticia, son innumerables los procedimientos que utilizan para que no sólo pensemos lo mismo sino que lo pensemos de la misma forma.
De ahí la importancia de que los medios de comunicación alternativos incluyan todos los días en sus páginas algún espacio dedicado a revelarnos las trampas, los trucos a los que apelan los grandes medios para merecer nuestra credibilidad. Algunos periódicos electrónicos ya lo están haciendo y hasta tienen secciones fijas sobre el particular, pero urge que en este desmontaje de la patraña, se involucren más medios y lo hagan todos los días. Como sería oportuno que cuando un medio sea sorprendido transformado en letrina, al igual que se hace en algunos temas, se anexe la habitual cronología de sus excrementos para que la fetidez alerte hasta al más cándido lector.
Incluso, podrían establecerse premios anuales a la Letrina Multimedia en algunas de sus más características versiones: A la mentira más elaborada, al silencio más sonoro, al mejor error infográfico… Y los consabidos homenajes por su larga y exitosa carrera a algunas meritorias empresas del mercado.
No es la única sección que sugiero. Otro espacio que hace tiempo requiere su cotidiana presencia en los periódicos, sea en lugar del horóscopo o de la cotización de la Bolsa, es el diccionario.
En los muros de una calle alguien escribió una vez: «Cuando teníamos las respuestas, nos cambiaron las preguntas». Ahora también nos han cambiado los conceptos.
Todos los días aparece uno nuevo mientras vamos olvidando aquellos que aprendimos.
Las guerras, por ejemplo, ahora son humanitarias; los soldados, contingentes de paz; a la democracia le han ido agregando tantos apellidos que ni familia son los descendientes: popular, representativa, formal, participativa, parlamentaria, liberal, totalitaria…Tampoco a la verdad le faltan guiños. Las hay sinceras, a medias, crueles, amargas, hasta putas pueden serlo a veces.
La solidaridad se especula, el amor se compra, la justicia se hereda, la paz se impone, el progreso se saquea. Se vive en nombre de la muerte y se mata en nombre de la vida.
Necesitamos recuperar esas palabras, esos viejos conceptos que nos hacen humanos, esas palabras que hemos ido olvidando.
A ello también podrían contribuir los medios alternativos abriendo un espacio al diccionario donde poder reencontrarnos con todas esas definiciones originales de conceptos que nos han prostituido y secuestrado, y así reconfirmar que seguimos siendo y que tenemos derecho a ser. Debería incluirse un especial apartado con las definiciones de los términos económicos que faciliten su digestión en los estómagos más sensibles, y una cabal traducción del galimatías a un lenguaje desprovisto de eufemismos, de palabras-trampa.
Y puestos a sugerir nuevas secciones… ¿Y por qué no un poema? antes o después de los deportes… ¿O un breve relato?… arriba o debajo del precio del barril o del mercado de metales de Londres. Por muy pocos lectores que se animen a compartir los versos, siempre serán más que los interesados en los metales londinenses o en el costo del Brent.
Y me apunto a la campaña abierta por el triunfal retorno a los medios de comunicación de la gráfica más impactante, de la fotografía más precisa, del más infalible objetivo: la caricatura.
Ni siquiera necesita apoyarse en satélites que transmitan al instante una instantánea real vista en todo el mundo… una vez ha sido seleccionada, restaurada, corregida, reformada y editada. Si nada como la viñeta gráfica para, en un par de trazos y palabras, resumir el día mejor que el editorial, nada como la caricatura para plasmar la esencia de un rostro con más rigor y fidelidad que la fotografía.
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