Muy recientemente ha dejado de pensar una de las figuras más destacada del pueblo argentino, fue Ernesto Sábato, entre otros, uno más de los que más han dado luces a las luchas revolucionarias, a la cultura de su pueblo y al mundo. Ernesto fue un intelectual comprometido con las luchas sociales, muy crítico de las […]
Muy recientemente ha dejado de pensar una de las figuras más destacada del pueblo argentino, fue Ernesto Sábato, entre otros, uno más de los que más han dado luces a las luchas revolucionarias, a la cultura de su pueblo y al mundo. Ernesto fue un intelectual comprometido con las luchas sociales, muy crítico de las posturas dogmáticas y sectarias de algunos de la izquierda, pero también fue muy criticado desde la izquierda por cometer errores de apreciación ante ciertos problemas internos de argentina. El intelectual Sábato prefería llamarse asimismo anarquista. Pero esos «pequeños» detalles de su vida fueron suficientes para que muchos burgueses lo detestaran en vida y mantengan la censura aun después de su muerte. Fue su conciencia política y humanista la luz que, sin duda, le permitió crecer y le dio grandeza a su obra. Su condición de luchador social lo hizo grande e inmortal a través de sus innumerables obras.
Confieso haber leído poco sobre la obra de Ernesto Sábato; sólo algunas de sus reflexiones realizadas en sus innumerables entrevistas, además de algunas referencias a sus escritos «El Túnel» y «Antes del Fin» llenan mis saberes. Pero también confieso mi asombro al encontrar entre las informaciones divulgadas por algunas agencias privadas de noticias, que comentaron sobre la desaparición física del compañero Ernesto Sábato, un resumen con varias de sus frases más profundas y destacadas que recordé haber encontrado antes en mis lecturas. La Agencia de Noticias EFE del día 30 de Abril toma y resalta precisamente algunas de sus frases más críticas al sistema capitalista que algunos vulgares «intelectuales» como Vargas Llosa tanto osan defender. Veamos.
«Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano». (Antes del fin)
«Todo hace pensar que la Tierra va en camino de transformarse en un desierto superpoblado (…) Este paisaje fúnebre y desafortunado es obra de esa clase de gente que se habrá reído de los pobres diablos que desde hace tantos años lo veníamos advirtiendo, aduciendo que eran fábulas típicas de escritores, de poetas fantasiosos». (Antes del fin)
«Si nos cruzamos de brazos seremos cómplices de un sistema que ha legitimado la muerte silenciosa». (Ensayo La Resistencia).
«Siempre tuve miedo al futuro, porque en el futuro, entre otras cosas, está la muerte«. (Diálogos con Jorge Luis Borges)
Ernesto Sábato coincidió con muchos otros pensadores en que el futuro de la humanidad es sombrío por el capitalismo; en que cada día se acrecienta el desempleo y más personas nunca tendrán oportunidad de encontrar un trabajo digno en su vida. Los miserables de Víctor Hugo estarán engordando los cordones de miseria en el mundo. Los desiertos serán las tierras prometidas que el Dios capital regalará a los pueblos hambrientos. Las guerras y la muerte por inanición son el regalo del imperialismo para encargarse de ellos. Sábato entendió que no existe futuro sin socialismo.
Ernesto Sábato habló sobre la necesidad de construir un nuevo tipo de socialismo sustancialmente distinto al «socialismo realmente existente» ruso que en vida, desde su juventud, criticó. Sábato decía: «La formidable crisis del hombre, esta crisis total, está sirviendo al menos para reconsiderar los modelos. Y no es casualidad que en diferentes partes del mundo empiece a reivindicarse otro tipo de socialismo, más cercano a aquel que preconizaba Proudhon, o al que en nuestros tiempos han sostenido espíritus nobles y lúcidos como Mounier, entre los cristianos y Bertrand Russell, entre los agnósticos. […] Un socialismo que respete la persona, que termine con la alienación y la sociedad de consumo, que termine con la miseria física pero también con la espiritual, que ponga la técnica y la ciencia al servicio del hombre y no, como está sucediendo, el hombre al servicio de aquellas. Un socialismo descentralizado que evite los pavorosos males del superestado, de la policía secreta y de los campos de concentración […]»
¡Hasta siempre compañero Ernesto Sábato!
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.