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Presentación de la Jornada de Espai Marx sobre “Economía y Democracia”

Economía y democracia: una paradoja que exige una alternativa

Fuentes: Rebelión

Bon dia. Gràcies per la seva presència. Es un honor que Espai Marx me haya escocido para presentar estas jornadas. Agradezco en especial a Jordi Torrent Bestit esta amable deferencia. Espai Marx, como todos ustedes, representa para mi lo mejor, que es mucho, no es ningún quark aislado ni ningún fotón perdido en espacios intergalácticos, […]

Bon dia. Gràcies per la seva presència. Es un honor que Espai Marx me haya escocido para presentar estas jornadas. Agradezco en especial a Jordi Torrent Bestit esta amable deferencia.

Espai Marx, como todos ustedes, representa para mi lo mejor, que es mucho, no es ningún quark aislado ni ningún fotón perdido en espacios intergalácticos, de las tradiciones emancipatorias. ¿Cómo veo yo el núcleo esencial, el kern, de estas tradiciones? Lo diré de la forma siguiente, con John Steinbeck (perdonen los nudos masculinos de la descripción que yo me he atrevido a corregir parcialmente):

«Un hombre, una familia, obligados a abandonar su tierra; este coche oxidado que cruje por la carretera hacia el oeste. Perdí mis tierras, me las quitó un solo tractor. Estoy solo y perplejo. Y por la noche una familia acampa en una vaguada y otra familia se acerca y aparecen las tiendas. Los dos hombres conferencian en cuclillas y las mujeres y los niños escuchan. Este es el núcleo, tú que odias el cambio y temes la revolución.

Mantén separados a estos dos hombres acuclillados; haz que se odien, se teman, recelen uno del otro. Aquí está el principio vital de lo que más temes. Este es el cigoto. Porque aquí «he perdido mi tierra» empieza a cambiar; una célula se divide y de esa división crece el objeto de tu odio: «nosotros hemos perdido nuestra tierra». El peligro está aquí, porque dos hombres no están tan solos ni tan perplejos como pueda estarlo uno. Y de este primer «nosotros», surge algo aún más peligroso: «tengo un poco de comida» más «yo no tengo ninguna». Si de este problema el resultado es «nosotros tenemos algo de comida», entonces el proceso está en marcha, el movimiento sigue una dirección. Ahora basta con una pequeña multiplicación para que esta tierra, este tractor, sean nuestros. Los dos hombres, las dos mujeres, acuclillados, acuclilladas, en la vaguada, la pequeña fogata, la carne de cerdo hirviendo en una sola olla, las mujeres silenciosas, de ojos pétreos; detrás, los niños escuchando con el alma las palabras que sus mentes no entienden. La noche cae. El pequeño está resfriado. Toma, coge esta manta. Es de lana. Era la manta de mi madre, cógela para el bebé. Esto es lo que hay que bombardear. Este es el principio: del «yo» al «nosotros»».

Ustedes, Espai Marx, se ubican en este principio, del Yo al nosotros, como el título de aquel estudio clásico de un profesor mío, Ramón Valls Plana, dedicado a la Fenomenología del Espíritu hegeliano, un texto, por cierto, muy admirado por Sacristán. Ustedes, con su decir y, sobre todo, con su hacer, lo abonan día tras día, como Joaquín Miras, ese marxista comunista que se sale siempre, abona una lectura creativa e interesante de la Fenomenología, lo que no es un simple moco de ningún pavo.

Voy al tema: democracia y economía. Como durante unos 18 años, hace de ello más de diez, fui profesor de filosofía de secundaria en un Instituto del extrarradio barcelonés permítanme que recuerde momentáneamente, a riesgo de errores de una persona no entrenada, mi viejo oficio.

El agua es el principio de todo. El apeiron, el aer, los átomos indivisibles e invisibles, El ser, el panta rei, el sé que no sé, el mundo de las Ideas como máxima realidad,… De Aristóteles no digo nada, porque Joaquín y Joan Tafalla me refutan en un, dos, tres, responda otra vez. Y luego esa cebolla interminable que siguen siendo, en mi opinión, las paradojas de Zenon: espacio, tiempo, continuidad, discontinuidad. Y dando un salto, en el tiempo y en el aire, y sin red epistémica, la discontinuidad cuántica, la constante de Planck, madre de esa teoría tan incomprendida como probada y generalizada, la mecánica cuántica: 1/3 de los productos de tocar y comer, lo he leído recientemente, la tienen como teoría. E incluso si me apuran El Quijote y la norma que se autocontradice en el límite de «la puente», de la que hablaba Sancho Panza en el capítulo LI del segundo Libro (también Sacristán nos habló de ella en su Introducción a la lógica y al análisis formal). ¡Qué sensatez, qué phronesis, que envidiable prudencia la de Sancho Panza! ¡Eso es razonar y lo demás son naranjas de la China! ¿Qué mirad sesgada y clasista se ha atrevido a presentarlo alguna vez como bruto iletrado?

Pensamos, pues, con paradojas, pensamos el mundo a través de ellas. E, incluso, pensamos paradójicamente, en marcos contradictorios que nos acechan sin que seamos siempre conscientes. Tomo los Elementos de Euclides, un monumento a la belleza y al rigor como ilustración. La primera proposición, no ya la XLVII del primer Libro ni la demostración de la infinitud de los primos o del teorema de generación de perfectos, la primera, decía, de hecho una construcción, la de un triángulo equilátero a partir de su lado que nos es dado, con tanto rigor anunciado -postulados, nociones comunes, definiciones consistentes- es incorrecta, presupone una onticidad matemática que tiene más atributos que los autorizados por los axiomas y postulados señalados. Hilbert dio cuenta de ello muchos siglos después.

El error nos acecha. Está bien sentirnos vulnerables y nada omniscientes.

Sea como sea, ahora vuelvo al hilo central, pensar, reflexionar, sobre democracia y economía, es pensar una paradoja, incluso una contradicción si me apuran, y aunque me apuren poco, muy suavemente.

No creo que haya mejor representante de modelos autoritarios con netos nudos militaristas, aunque a veces se presentan con procedimientos dulces, que las grandes o no tan grandes multinacionales. Yo trabajé once años en una entidad financiera hoy desaparecida que no era de las peores, puedo asegurárselo, e incluso entonces, eran otros tiempos, estaba claro quien mandaba y quien obedecía sin apenas espacio para la disidencia.

No sólo son las multinacionales sino las instituciones que enmarcan o dirigen el sistema. El FMI o el Banco Mundial, aunque no sólo, son ejemplos destacados de lo que intento señalar. Si recuerda el documental «Inside Job», un pelín valorado en exceso, podemos ver allí un ejemplo destacado: economistas, algunos de ellos -quiero creerlo- técnicos y científicos honestos, no se atreven a decir ni pío, a pesar de los errores y horrores de los grandes Jefes, Rodrigo Rato en este caso, porque temen represalias del Jefe (con mayúscula, por supuesto). De lo que no se puede hablar, lo mejor es el silencio… Cómplice of course.

Un relato sobre las prácticas reales del FMI y sus prolongaciones, una noticia aparecida recientemente en el diario Público que nos recuerda aquella película inolvidable de Jorge Sanjinés, «La sangre del cóndor». «Tenía 30 años cuando me hicieron la operación y desde entonces soy casi inútil en el campo», aseguraba Cléofl Neira, de 50 años, desde la puerta de su casa de adobe. En Yanguila, un pueblo de unos cien habitantes cerca de la ciudad de Huancabamba, en el norte del Perú, más de 15 mujeres sufrieron la misma operación de ligadura de trompas. La mayoría de estas campesinas se quedaron inválidas y con problemas dolorosos de salud. Hoy siguen reclamando justicia ante las autoridades y han llevado el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Otras vías judiciales están en estudio para obligar al Estado a indemnizar a las víctimas. «No quería someterme a esta operación, pero no sabía que ya no podría nunca más tener hijos, no me lo dijeron. Ellos venían con promesas de comida, de medicamentos pero no vimos nada, sólo los dolores», explica Cléofl, madre de siete hijos que tuvo antes de la operación.

¿Quiénes son ellos? «Ellos» son los emisarios del Ministerio de la Salud del Gobierno de Alberto Fujimori que fueron enviados a la sierra de los Andes entre 1995 y 2000 para cumplir los órdenes de las autoridades. ¿Qué ordenes? Reducir la tasa de natalidad en el campo. Lo había reclamado el FMI. El Banco Mundial entregó fondos para ayudar a aplicar el programa de planificación familiar que consistía en la Anticoncepción Quirúrgica Voluntaria. Estados Unidos, a través de US Aid, financió el proyecto de Fujimori, el cual tenía las manos libres para actuar, disfrutando de una cómoda reelección en 1995.

«De voluntaria no tenía nada. La gran mayoría fueron forzadas o engañadas a cambio de unos kilos de arroz o de azúcar», asegura Josefa, una militante de defensas de derechos de mujeres. En todo Perú, se calcula que unas 300.000 mujeres fueron víctimas de la esterilización forzada. Todas eran campesinas, indígenas, pobres y analfabetas o con muy poca educación. El triunfo de la hija de Fujimori podía trasladar al archivo de lo desechable sus reivindicaciones.

En cuanto a la democracia, mirado el dueto desde este nudo, sea cual sea nuestro concepto de ella, por moderado o poco sustantivo que sea, no parece transcurrir consistentemente con el otro vértice. Les recuerdo el conocido poema de Erich Fried, del amigo del revolucionario Rudi Dutschke. «En la capital» es su título:

«¿Quién manda aquí?»

pregunté

Me dijeron:

«El pueblo naturalmente»

Dije yo:

«Naturalmente el pueblo

pero, ¿quién

manda realmente?»

¿Alguien de ustedes duda de la respuesta después de lo visto y vivido en Grecia, Portugal, Irlanda, España? Dirán, y dirán bien: «¿e Islandia?» Islandia queda lejos, hace mucho frío, sale muy poco en la prensa y Bjork y Lars von Trier les dieron mucha marcha a los islandeses con aquel inolvidable musical, el único musical rojo que yo conozco, titulado «Dancer in the Dark».

Para hablar de estos temas, de economía y democracia, hay aquí personas mucho más autorizadas que yo. Debían de ser cuatro, que es número par, pero son tres, que no es par pero que es el segundo primo, lo que tampoco está mal.

La persona que no ha podido venir es Luciano Vasapollo, economista, profesor de l’Universitá degli Studi di Roma La Sapienza, un compañero de la gran hispanista Rosa Rossi. La razón de su ausencia: su compromiso militante con la causa palestina y el secuestro y asesinato del activista y pacifista italiano Vittorio Arrigoni, más conocido como Vik. No tengo palabras para hablar de ello, están muy gastadas. Sólo quisiera recordarle aquí, gritar como gritaban los ciudadanos palestinos el día de su entierro. «Vittorio, Vittorio», y abrazar aunque sé que es Nada, como la Nada que nadea de Heidegger, a su madre, a Egidia Beretta, alcaldesa de Bulciago (norte de Milán), quien ha prometido visitar la Franja de Gaza para encontrarse con la gente que su hijo amaba tanto. Beretta ha rechazado que el cuerpo de su hijo sea repatriado a través de Israel a pesar de las apelaciones de personalidades israelíes. ¿Por qué? Con sus palabras traducidas: «Israel no le quería cuando estaba vivo y no lo tendrá ahora que está muerto». A eso yo le llamo dignidad. Ustedes me entienden muy bien.

Me queda presentar a los invitados y explicarles un poco el esquema que hemos pensado para la Jornada. El esquema es lo más sencillo: después de sus intervenciones, un breve descanso -«breve» es aquí significa tarskianamente breve, no como el concepto suele ser usado borrosamente en reuniones de izquierda- y luego, inmediatamente, la voz y la palabra la tienen ustedes. Hasta el infinito, que en este caso son las 14 horas, y poco más allá.

Presentar a los conferenciantes me empuja a pensar en Don Giovanni y en Leporello. ¿Se acuerdan de aquella aria, la mejor aria para barítono o bajo, no recuerdo ahora, que yo he escuchado nunca?

    Madamina, il catalogo è questo

    Delle belle che amò il padron mio;

    un catalogo egli è che ho fatt’io;

    Osservate, leggete con me.

Y luego, más tarde, «Ma in Ispagna son già mille e tre».

El currículum de Miren, de Jordi, de Ramón, es así, mille e tre, o un poco más incluso. Así que simplificando y, desde luego, traicionando un esfuerzo y un trabajo de muchos años, les puedo decir lo siguiente:

Miren Etxezarreta es catedrática emérita de Economía Aplicada de la Universitat Autónoma de Barcelona y miembro del Seminario, del excelente seminario de Economía Crítica Taifa http://seminaritaifa.org/. Yo no soy economista, sólo sé de eso que tampoco sé apenas nada, pero puede asegurarles que mucho de lo poco que sé de ella lo he aprendido. Es una maestra, en el buen sentido de la palabra, que lo tiene, que diría Machado.

Jordi Roca Jusmet, además de hermano de un amigo mío, de Luis Roca Jusmet, es Doctor en Economía y Catedrático del Departamento de Teoría Económica de la Universitat de Barcelona. Está especializado en economía ecológica y una de las muestras de su grandeza teórica, y de su excelente hacer, tal vez ustedes lo haya podido seguir en su discusión, de gran interés, con el economista mexicano Alejandro Nadal en las páginas electrónicas de sin permiso.

Ramón Franquesa, el tercer conferenciante, es Profesor de Economía Mundial de la Universitat de Barcelona. Además de ello es un alma bella, una persona magnífica, un maestro, un activista inconmensurable del que yo siempre aprendo, alguien que está en la mejor tradición del marxismo catalán, en la tradición de Gregorio López Raimundo, Giulia Adinolfi, Cipriano García y, no me olvido, de un maestro de Joaquín Miras, Oriol Martí y Joan Tafalla, de Manuel Sacristán.

Les dejo pues en buenas manos. Como a Spinoza visto por Borges, «El amor más pródigo les fue otorgado /el amor que no es pera ser amado.

Hablará en primer lugar, Miren Etxezarreta, Su tema: «Consecuencias del Acuerdo Social y económico y el Pacto por el Euro». En segundo lugar, Jordi Roca Jusmet. «Análisis y respuestas a la crisis económica en el contexto de la crisis ecológica». Finalmente, Ramón Franquesa. «Perqué la democracia económica és incompatible con el liberalismo».

Como estamos inmersos en un mundo de palabras, déjenme que finalice con «Las tres palabras mÁs extrañas», un poema de Wislawa Szymborska

    Cuando pronuncio la palabra Futuro,

    la primera sílaba pertenece ya al pasado.

    Cuando pronuncio la palabra Silencio,

    lo destruyo.

    Cuando pronuncio la palabra Nada,

    creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.

Ahora oirán ustedes palabras no tan extrañas o acaso también extrañas, pero que seguro que no caben en ningún ámbito de inexistencia significativa. Como todas las suyas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.