Como el rayo que no cesa, el Movimiento (con mayúscula) DEMOCRACIA REAL YA , persiste e insiste en sus propuestas, en su lucha pacífica, en su resistencia activa, en su coraje y en su alegría. La otra faz de una juventud desmotivada, de puro botellón y de fracaso escolar. Parece que mayo nos trae, de […]
Como el rayo que no cesa, el Movimiento (con mayúscula) DEMOCRACIA REAL YA , persiste e insiste en sus propuestas, en su lucha pacífica, en su resistencia activa, en su coraje y en su alegría. La otra faz de una juventud desmotivada, de puro botellón y de fracaso escolar. Parece que mayo nos trae, de tanto en tanto, una rebelión generacional. Se han dado otras muchas desde aquella fundacional del 68, luchas callejeras anti-globalización o pacifistas. Recuerdo especialmente la resistencia de mujeres pacifistas (Women for life on Earth) en Greenham Common (Gran Bretaña) contra el despliegue de misiles nucleares en la base americana. Permanecieron rodeando la base desde 1981 a 1992, en que los misiles fueron retornados a EE.UU.
Esta de ahora mismo es diferente de otras, y pasará a la Historia por muchos motivos, pero uno de ellos, importante, es por su apoyatura en la palabra, como la del 68. Estas chicas y chicos –también mayores–, escriben y escriben sin cesar sus consignas. La Puerta del Sol de Madrid se está convirtiendo en la Biblia del cambio, de la justa rebelión por este estado de cosas. Aunque han elaborado propuestas concretas, lo que revelan es el espíritu de indignación contra un mundo insostenible e inviable. Un espíritu que, como vemos, sopla donde quiere. El espíritu de la libertad y la dignidad humanas.
La frescura del Movimiento tiene un carácter ácrata, en el que prima la organización y la autogestión frente al poder, y en el que los protagonismos no tienen cabida, porque, como dicen, EL SECRETO ESTÁ EN LA MASA . Ya Surowiecki advertía en Cien mejor que uno, que las condiciones para que la multitud sea sabia o acierte son la diversidad, la independencia y un cierto tipo de descentralización. Por eso ellos impiden que se sumen los sindicatos, los partidos e incluso las ONG con cierto dirigismo. Se bastan solos, porque en ellos la humanidad está representada, y nuestro instinto más fuerte es el de la supervivencia.
Lo que han captado perfectamente es que esta deriva del mundo, esta crisis y estas soluciones son totalmente artificiales. No son más que un instrumento para someternos definitivamente, porque, después de hipotecar nuestras casas, lo que intentan es hipotecar nuestras vidas y hacernos sus esclavos. Oscuras intenciones se ciernen tras sus programas de recuperación económica: retrotraernos a una nueva sociedad feudal. La nobleza, el alto clero y los siervos de la gleba. La nobleza sería el capital, el alto clero, la clase política, y los siervos, el resto. Es precisamente lo que se cargó la Revolución Francesa cuando la burguesía comenzó a abrirse paso. Luego, con la revolución comunista, los dos primeros ‘estados’ fueron sustituidos por el Partido y sus dirigentes. Ahora, en el capitalismo neoliberal, volvemos al esquema de dominación. Con el gracejo propio de estas tierras, la juventud ha sabido expresarlo perfectamente: «MANOS ARRIBA: ESTO ES UN RESCATE» . O, mejor aún: » MERKEL, PONTE GUAPA, QUE TE VOY A RESCATAR» .
Acabamos de celebrar unas elecciones que han cambiado el sesgo político, pero no el fondo de la cuestión. Unos y otros están acabados. Sus propuestas y sus políticas no están a la altura de los tiempos, pues como bien dijo Benedetti, «Cuando teníamos todas las respuestas, entonces nos cambiaron todas las preguntas». Y ¿cuáles son esas nuevas preguntas? Pues bien, las grandes preguntas son:
- ¿A dónde nos conduce todo esto? Es decir, la política económica neoliberal.
- ¿Qué esperamos, de verdad, de la vida? ¿Una casa hipotecada?
- ¿Qué demonios pintan los políticos y los banqueros en nuestro bienestar?
- ¿Qué significa una vida digna?
- ¿Qué sentido tiene este simulacro de democracia? ¿Tal vez la justificación de sus privilegios insoportables?
He leído sus justas y razonables exigencias, pero me han llegado con unas palabras finales, a modo de colofón, que tal vez muestren ese soplo del espíritu de los tiempos que va más allá de las propuestas mismas: «No consiste en hacer lo que nos guste, sino en que nos guste lo que hacemos», o bien: «El Tránsito Necesario: De la ignorancia a la conciencia, del miedo al amor y de la impotencia a la acción».
Este Movimiento pasará a la Historia, sin duda. Y nosotras y nosotros, los de entonces, lo celebramos.
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