No necesita presentación alguna. Periodista especializado en política internacional y análisis de medios de comunicación, alma de rebelión desde su fundación en 1996 hasta 2009, asesor editorial de Telesur durante 2006 y 2007,colaborador de numerosas publicaciones españolas y latinoamericanas, primer Premio del Concurso Internacional de Ensayo «Pensar a contracorriente» en 2007, galardonado en 2010 con […]
No necesita presentación alguna. Periodista especializado en política internacional y análisis de medios de comunicación, alma de rebelión desde su fundación en 1996 hasta 2009, asesor editorial de Telesur durante 2006 y 2007,colaborador de numerosas publicaciones españolas y latinoamericanas, primer Premio del Concurso Internacional de Ensayo «Pensar a contracorriente» en 2007, galardonado en 2010 con la distinción Félix Elmuza que otorga la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), Pascual Serrano es autor de Perlas (2006), Perlas 2. Patrañas, disparates y trapacerías en los medios de comunicación (2007), Medios violentos. Palabras e imágenes para el odio y la guerra (El Viejo Topo, Barcelona, 2008), Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo (Península, Barcelona, 2010), El periodismo es noticia. Tendencias sobre la comunicación en el siglo XXI (Icaria, Barcelona, 2010) y Traficantes de información. La historia oculta de los grupos de comunicación españoles Akal; Madrid, 2010.
Después de leer «El mejor de los mundos. Un paseo crítico por lo que llaman ‘democracia'» (Icaria) queda claro que éste no es para usted el mejor de los mundos. ¿Puede darme cinco razones básicas para que justifiquen ese pesimismo, ese juicio tan poco leibziano?
Intentaré que cada razón muestre la ilegitimidad de los diferentes poderes teóricos en los que se sustenta la democracia.
El poder legislativo no representa a la sociedad en la medida en que la ley electoral es injusta, el poder ejecutivo no responde a las promesas y compromisos electorales con los que llegó al poder, el judicial no cuenta con ningún elemento de vinculación con la democracia puesto que o procede de las elites de la casta letrada o es mera correa de transmisión de los partidos. En cuanto a otro poder fundamental como son los medios de comunicación, son meros apéndices de las estructuras empresariales. Y, por último, todos ellos giran en torno al verdadera poder, la economía y quiénes la controlan. En conclusión, no queda ningún resto de ciudadanía ni democracia en el sistema.
Tomo pie en el subtítulo de su libro. ¿A qué llaman democracia en su opinión?
Ellos llaman democracia a la cáscara, al envoltorio con el que presentan su modelo. Una apariencia de elecciones, una apariencia de libertad de expresión, una apariencia de participación política… Y todo ese decorado nos lo presentan como sistema democrático.
¿Cuál es, entonces, su concepto de democracia?
Es el que, como el propio vocablo indica, supongan el gobierno del pueblo. Es bueno recordarlo constantemente y preguntarle al ciudadano cuánto tiempo de los últimos cinco años, por ejemplo, dedicó a participar en el gobierno y la toma de decisiones de su comunidad.
¿Son conciliables democracia y capitalismo? ¿Por qué?
Sin ninguna duda, no. Pero advierto que eso lo explican mejor otros libros que el mío. Educación para la ciudadanía, por ejemplo, de Carlos Fernández Liria y Luis Alegre.
El segundo capítulo de su libro está dedicado al funcionamiento del mercado. ¿Cómo funciona el mercado?
Sería largo de explicar, por eso creo que algunos ejemplos, como los que se señalan en el libro, son elocuentes. El mercado funciona construyendo miles de casas que quedan vacías mientras familias enteras no tienen donde vivir, proporcionando sumas millonarias de dinero a individuos que no realizan ninguna función valiosa para la sociedad mientras millones de personas mueren de hambre, creando sociedades en las que se dedica al mantenimiento de una mascota más dinero del que necesita una persona para sobrevivir y que termina muriendo. Según los parámetros del capitalismo, el mercado funciona bien si existen epidemias de enfermedades, terremotos, aumento del narcotráfico, guerras o desastres nucleares. Todos ellos aumentan el PIB. Creo que con ejemplos así debería ser suficiente para decir que el mercado es sencillamente un crimen.
En su libro no parece manifestar mucha simpatía por las ONG, ¿qué opinión le merecen?
No sería justo si tuviera la misma opinión de todas. Lo importante es advertir de que son muchas las propuestas que llegan como salvadoras o alternativas y, en el fondo, son más de lo mismo. Es necesario que asumamos que los cambios deben ser estructurales y que las iniciativas paliativas pueden forma parte de los mecanismos de supervivencia del sistema.
El capítulo V está dedicado a la emigración. ¿Qué paradojas y dramas denuncia usted?
Si llegase ahora un extraterrestre a nuestro planeta y viera cómo mueren los seres humanos de los países pobres en el intento de llegar a los países ricos, y todos los sistemas que se idean en estos países ricos para conseguir que mueran en el intento, pensaría con toda la razón que los habitantes de la Tierra son unos seres sin compasión hacia sus congéneres. Basta observar que permitimos que las fronteras puedan ser atravesadas por cualquier producto que sea rentable para el mercado, aunque sea tóxico, pero nunca las personas.
¿Cree usted que existe algún país realmente democrático?
La democracia, como los derechos humanos, no se encuentran en su total desarrollo en ningún lugar. Es inevitable que el único modo de calibrarlo sea mediante la comparación con otros países. Si los ciudadanos de un país pueden decidir a mitad de legislatura que un cargo político debe cesar porque no cumple sus promesas y los de otros no, pues los primeros tienen más democracia. Si en un país se establece que, antes de votar, los ciudadanos deben tener alimentación y vivienda para poder elegir a sus gobernantes en condiciones adecuadas, pues será más democrático que el que no garantice ese derecho. Por cierto, estos ejemplos pueden ilustrarnos sobre el nivel de democracia en España.
Pone usted el ejemplo de una televisión educativa de la BCC que fue cerrada por presiones del mercado. ¿Tanto poder tienen?
Por supuesto, el grado de concesiones que se ha ido dando al mercado es impresionante. Concesiones que nos hubieran resultado increíbles hace pocos años. Mire que curioso, hay ciudadanos que piensan que Hugo Chávez está construyendo un país comunista porque el Estado venezolano está desarrollando un sector público que controle la telefonía, los hidrocarburos, la electricidad y parte de la banca. Pues bien, eso es lo que tenía el estado español con UCD en los setenta. Y nadie pensaría que aquello era comunismo.
Por si quiere que nos salgamos un poco de guión. ¿Qué le parece el movimiento 15-M? ¿Anuncia algo nuevo en su opinión?
Sin duda, muestra que la ciudadanía está indignada. ¿Es eso suficiente para cambiar el modelo? No, pero también es verdad que nunca se puede cambiar si, previamente, la gente no está harta de lo que hay. Sólo por eso, es una esperanza.
¿Qué opina usted del proyecto europeo que se está construyendo? ¿Es democrático en su opinión?
El proyecto europeo parece diseñado y desarrollado con el claro objetivo de destruir las estructuras democráticas que pudieran tener los países. Han logrado que los ciudadanos no conozcan el funcionamiento de las instituciones, que no sepan quién decide qué y, menos aún, cómo participar en las políticas. Haga usted una prueba, pregunte a cualquier persona que la diga cuál es la diferencia entre Consejo Europeo, Consejo de Europa y Consejo de la Unión Europea. Son tres instituciones fundamentales totalmente diferentes, no puede existir una democracia si los ciudadanos no saben la diferencia. Y creo que han trabajado mucho para conseguir que no lo sepamos.
Gracias. Felicidades por su nuevo libro
Serrano, Pascual ¿El mejor del los mundos? Un paseo crítico por lo que llaman «democracia» (Icaria)