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La intrusión del capital filantrópico en los movimientos sociales

El Príncipe y Ashoka: un instante de gloria

Fuentes: Rebelión

«Desde luego, has conseguido un minuto de gloria». Así despachó el Príncipe de Asturias la interpelación de la joven Laura Pérez, cuando hace unos días le instó acerca de la necesidad de hacer un referéndum sobre forma de gobierno (Monarquía o República) para regenerar la democracia. O bien, que abdicase. «No era lo que quería», […]


«Desde luego, has conseguido un minuto de gloria». Así despachó el Príncipe de Asturias la interpelación de la joven Laura Pérez, cuando hace unos días le instó acerca de la necesidad de hacer un referéndum sobre forma de gobierno (Monarquía o República) para regenerar la democracia. O bien, que abdicase. «No era lo que quería», respondió ella.

Los premios «Príncipe de Asturias» también van a tener sus instantes de gloria cuando dentro de unos meses y que, en una ceremonia por todo lo alto, que no sé yo si estamos en condiciones de hacer esos gastos, tendrá lugar en Oviedo.

Uno de los glorificados será un desconocido Bill Drayton, presidente de una fundación supuestamente filantrópica denominada Ashoka, que lleva operando en nuestro país apenas hace unos seis años (más de veinticinco por otros pagos). Carrera fulgurante donde las haya.

Quizá explique este carrerón el hecho de que el mismísimo Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno, cuando aún estaba en sus momentos de mayor éxito, allá por el año 2005 -año del desembarco de esta fundación en España-, obsequiase a todos sus ministros, como regalo del día del libro el titulado «Cómo cambiar el mundo» de David Bornstein, en el que se cuenta hagiográficamente la aventura de esta fundación Ashoka. En su página 39 se puede leer: «Una de las primeras preocupaciones era que una organización especializada en recopilar información sobre reformadores locales despertaría sospechas de tener que ver con la CIA o el KGB».

Que una fundación de origen norteamericano tenga que ver con la policía del imperio, no resulta sorprendente, máxime si sigue en sus pesquisas procedimientos similares a esta Central de Inteligencia. Pero es que además, si se indaga en sus interioridades, encontramos una gran vinculación entre esta fundación Ashoka, flamante premio «Príncipe de Asturias», con las grandes multinacionales y con Departamentos del Gobierno americano. Por ejemplo, el presidente en España de la fundación es Carl Muñana (BOE num. 256, de 25 de octubre de 2003), el cual parte de su carrera la hizo como Director Gerente de JP Morgan & Co., donde sus responsabilidades incluían el manejo del negocio de México, empresa que según la revista Forbes es la mayor del mundo. Una de las ramificaciones de Ashoka es la entidad denominada Atlas Service Corps, fundada por un miembro de Ashoka, que tiene en sus órganos directivos personas procedentes del Departamento de Estado y de Defensa de EEUU y de grandes multinacionales como Du Pont, JP Morgan y McKinsey. En ella aparece como directivo nuestro galardonado Bill Drayton.

Quizá estas buenas relaciones de la fundación Ashoka expliquen suficientemente el porqué este premio tan acelerado.

Y este raro nombre de «Ashoka», ¿de dónde ha salido? Aunque pueda parecerlo, no es alguien similar a la famosa corista que personificó Marilyn Monroe junto a Laurence Olivier, en aquella famosa película con un título tan explicito como el «El Príncipe y la corista», no, Ashoka en un rey indio de antes de Cristo, con una turbulenta vida, que de canalla pasó a predicador ferviente del budismo en poco tiempo.

«Para llegar al trono, Asoka asesinó a seis de sus hermanos. […] Tal vez este fratricidio sea, sin embargo, una invención consciente, como los otros crímenes que le atribuyen, precisamente, las fuentes budistas para destacar al máximo la diferencia entre las maldades que cometió antes de su conversión y las buenas obras que realizó después. […] Las atrocidades no son pocas: cuando las mujeres de su gineceo le dijeron en una ocasión que era feo, mandó quemar a las quinientas, lo que le valió el nombre de «el furioso Asoka», según aporta María Teresa Román, profesora de la UNED en la revista Espacio, Tiempo y Forma (serie II, Historia Antigua, t. 13, 2000. págs.125-140), que añade, con motivo del sitio de Kalinga al este de India, que:

«150.000 hombres quedaron allí cautivos, 100.000 fueron pasados a cuchillo, y un número aún mayor perdió la vida. Pero luego, habiendo sido conquistada Kalinga, el amado de los dioses se transformó para seguir más estrictamente la recta conducta, para amar la recta conducta y para adquirir sabiduría en la recta conducta. Ésta fue la promesa del amado de los dioses en el asedio de Kalinga. Tales son las palabras iniciales de una inscripción grabada en la roca en Shabhazgarhi. […] Nunca jamás -sigue diciendo la citada inscripción, como otras muchas semejantes- ni él ni sus sucesores emprenderán una guerra de conquista, que siembre el país de dolor y lágrimas y rompa los lazos de hermandad entre los hombres».

La masacre y la conversión al budismo se dieron casi simultáneamente.

Curiosamente, en Hicieron Historia, tomo I, de la Editorial Larousse se cuenta que en su ardor «evangelizador», el emperador Ashoka contaba con altos oficiales que además de hacer de misioneros oficiaban como espías al servicio del soberano. Habrá que decir, para curarse en salud, como en las películas: «que todo parecido con la realidad es mera coincidencia», pero ahí queda esa resonancia diacrónica mórfica (Rupert Sheldrake)

No sabemos si la premiada Ashoka está aún en la fase de conquista o de arrepentimiento, el caso es que en cualquiera de los registros tiene vocación imperial, según su repetido eslogan por el que «todos podemos cambiar el mundo»; por eso anda ya en 70 países seleccionando líderes carismáticos, con los procedimientos arriba señalados, a los que financia durante tres años y que mantiene en una red de relaciones, potencialmente, vitalicia. Ya dice contar con 3.000 de ellos. Su programa estrella es el de «emprendedor a emprendedor» por el que establecen alianzas de los emprendedores de negocios con sus emprendedores o líderes sociales, previamente seleccionados con rigor y cooptados. Se podría decir que pretenden el cambio social por el negocio, a través del mercado, en un contexto de neoliberalismo.

Lo que sí sabemos es lo que dice de sí misma, con quién se alía y qué proyectos próximos tiene. Todo ello se puede ver en el artículo titulado «Ashoka por sí misma. La intrusión del capital filantrópico en los movimientos sociales», pinchando aquí

En los pocos años que Ashoka lleva en España han cooptado a 21 emprendedores o líderes sociales, a los que financian durante tres años y a que los mantienen en su red, una vez acabada la beca. Evidentemente, hacen un contrato muy al uso de esa Lex Mercatoria que rige las relaciones contractuales anglosajonas, por las que a cambio de recibir un sueldo esos tres años, ceden su imagen, están comprometidos a hablar bien de la fundación y quedan potencialmente en sus redes, con vocación vitalicia.

Todo esto, antes del 15M, resultaba ya contrario a lo que persiguen los movimientos sociales, más o menos alternativos, pero después del 15 M se ha quedado obsoleto y desenmascarado, por lo que llamarle lobby oculto, por medio del que el capital trata de vencer las resistencias a sus masacres y saqueos, no resulta exagerado.

… Pero dejemos también que Bill Drayton (y Ashoka) tengan junto al Príncipe «sus minutos de gloria».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.