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Nuestro futuro depende de la lucha

Fuentes: Nuevo Claridad

IU tiene una nueva oportunidad para construir una izquierda alternativa

Elecciones generales 20N 2011

La crisis del sistema capitalista tiñe con su color todos los acontecimientos relevantes y un acontecimiento como las elecciones generales no podía ser una excepción. Los resultados han estado determinados por los efectos de la crisis entre la población y, sin duda el hecho más relevante para el desarrollo futuro de los acontecimientos es que estas elecciones reflejan la polarización entre las clases sociales. En esta ocasión tras el innegable triunfo de la derecha se anuncia un resurgir de la lucha de clases, que tiene su expresión electoral en la pérdida masiva de votos del PSOE y el significativo aumento de votos de IU.

No por previsible deja de ser una mala noticia para la clase trabajadora la mayoría absoluta del Partido Popular en estas elecciones. La política de recorte del gasto social y los derechos laborales que inició el Gobierno de Rodríguez Zapatero, tendrá su continuidad entusiasta por los representantes directos de la patronal española, prolongando y agravando los sufrimientos de millones de personas.

La derecha obtiene mayoría absoluta sin un aumento drástico de sus apoyos, que se incrementan en poco más de 500.000 sufragios. Gracias a la ley electoral, el 44% de los votos se transforman en una mayoría absoluta de parlamentarios. Si la dirección socialista hubiera cambiado la ley a lo largo de casi 8 años de Gobierno, ahora el PP no tendría mayoría absoluta.

Los positivos resultados que IU obtiene le dan una nueva oportunidad para construir una alternativa de izquierda, tanto al PP como a la dirección socialista. Para lograrlo es necesario ver tanto el potencial de la situación como las carencias, con una valoración sobria y rigurosa de los resultados y de la situación de IU.

El fracaso socialista

Sin embargo, el factor decisivo en los resultados electorales es el hundimiento del respaldo al PSOE que pierde 4,3 millones de votos y que la principal fuerza de la izquierda, IU, no es capaz de compensar con su crecimiento.

Parte del voto que pierde el PSOE va al PP con la vana esperanza de que este partido, el de los empresarios y el de la época del auge económico, cree empleo a toda costa. La derecha populista de UPyD gana fuerza y se convierte en la cuarta fuerza en Madrid, principalmente alimentado por votos que provienen del PSOE y del PP.

Pero la mayoría del voto que pierde el PSOE se distribuye por una diáspora de opciones, alimenta el voto nulo, en blanco y la abstención que aumenta 2 puntos más respecto a las generales del 2008, particularmente en las localidades y barrios con mayor peso de la clase trabajadora, profundamente decepcionada por la política socialista.

Los dirigentes socialistas se consuelan achacando sus resultados a la crisis, pero es su falta de alternativas a la misma la que les ha llevado a perder las elecciones. Mientras el paro escalaba hasta los 5 millones su única respuesta eran los recortes salariales, del gasto social y de los derechos laborales, y la transferencia de miles de millones de euros a los bancos y cajas, siguiendo el dictado que provenía de las grandes empresas, la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y las grandes potencias.

Si ese era el camino ¿qué diferencia a la izquierda de la derecha? En el debate entre Rubalcaba y Rajoy, el candidato de la derecha pudo responder a las acusaciones del aspirante socialista sobre los futuros recortes que aplicaría el futuro Gobierno del PP, que eran ellos quienes habían aplicado recortes. La política de los dirigentes socialistas ha puesto en bandeja al PP el gobierno central, los de las comunidades autónomas y los ayuntamientos.

Ahora empiezan la travesía del desierto para el PSOE. La pérdida de poder institucional ha sido abrumadora y desatará una profunda crisis interna. No será fácil que el Partido Socialista se desprenda de sus fuertes ataduras con el sistema, pero su militancia y sus simpatizantes sólo tienen dos opciones de futuro, o pelear por devolver a su partido su carácter socialista y obrero o unirse a IU para levantar una fuerza capaz de llevar al Parlamento la voz de los trabajadores. Lo que no tiene futuro es seguir siendo una fuerza que se apoya en el voto de los asalariados y luego aplica la política económica de la patronal.

El gobierno del PP

La derecha ha conseguido una posición de fuerza como no se había producido desde que terminó la dictadura franquista. Su dominio de la aplastante mayoría de ayuntamientos, comunidades y del gobierno central le deja las manos libres para aplicar cualquier política que desee. Y su programa nunca fue algo oculto, aunque Rajoy no diera muchos detalles, sus «lideresas» y barones en Madrid, Castilla La Mancha, Murcia… ya han puesto en evidencia cuáles son sus plantes: recortes drásticos en el gasto social y los derechos de los trabajadores.

Los tres temas centrales que marcarán la política del futuro Gobierno de la derecha son:

El ajuste fiscal. Eufemismo para referirse a los recortes del gasto social y los aumentos de impuestos que penalizan a las rentas más bajas como el IVA, para cumplir el objetivo de reducción del déficit público. Según distintas fuentes, se trata de un ajuste de 40.000 millones de euros en dos años. Además, traerá aparejada un nuevo periodo de privatizaciones y de potenciación de los conciertos públicos con las grandes empresas privadas de servicios de toda índole, dejando los servicios públicos cada vez más reducidos a una mera actuación asistencial para los más «pobres».

-La segunda ronda de reestructuración del sistema financiero, que consiste básicamente en pagar con dinero público las deudas incobrables que han acumulado los dueños y gestores del sistema financiero especulando con nuestros ahorros, y que les permitieron amasar grandes fortunas. Los créditos problemáticos del sistema financiero español vinculados al sector inmobiliario, ascienden a 180.000 millones de euros, que en su mayoría deberán ser respaldados con dinero público. Esa es la finalidad del llamado «Banco malo» del que todos estamos oyendo hablar. Todo esto agravará la situación de las finanzas del Estado.

-La reforma laboral, que reclaman los empresarios en aras a tener las manos libres al completo en la organización de las condiciones de trabajo de sus empleados, eliminando la efectividad de los convenios colectivos de ámbito superior al de la empresas, y abaratar el despido de los trabajadores con contrato indefinido. El resultado será una igualación de la situación de todos los trabajadores, pero a la baja, aumentando aún más la explotación que sufren.

La derecha ya ha anunciado que no se detendrá ante nada para aplicar esos planes, y podemos esperar un endurecimiento de la represión contra los derechos democráticos en todos los terrenos, como ya ha dejado claro el gobierno de la Comunidad de Madrid con sus continuas peticiones de mano dura ante el 15-M o sus ataques contra los profesores y padres en lucha frente a los recortes de la educación pública.

Sin embargo, su política no va a resolver el principal problema de los trabajadores y de la sociedad española, el desempleo. Por el contrario, seguirá aumentando con los recortes y alimentando la indignación que se acumula en la sociedad.

Y es que Mariano Rajoy se enfrenta a una situación muy distinta de la que tuvo Aznar en 1996. Mientras el segundo gobernó en un periodo de auge económico, éste accede a La Moncloa en una etapa de crisis prolongada del capitalismo, donde ya estamos viendo que las recuperaciones de la economía son muy raquíticas -sin efecto en el empleo- y las recesiones muy profundas. Un escenario completamente distinto y cuyas consecuencias políticas estamos empezando a ver.

La movilización y los sindicatos

No sabemos cuál va a ser la actuación de las direcciones sindicales en los próximos meses, pero sí sabemos cuáles son sus intenciones, tratar de llegar a un algún tipo de acuerdo con el Gobierno del PP. Así lo han manifestado reiteradamente desde el día siguiente de los comicios y enlaza con lo que hicieron en el Pacto sobre las pensiones, para aumentar la edad de jubilación, suscrito con el ejecutivo de Rodríguez Zapatero.

Son alarmantes las declaraciones de Méndez en el Foro de la Nueva Economía, diciendo que «no hay líneas rojas, ni azules» en la negociación con Rajoy, a quien promete una cooperación leal y constructiva» y con quien confía en llegar a un acuerdo, coincidiendo con las declaraciones que Toxo había hecho anteriormente. Es decir, ambos quieren un pacto social con el PP, lo que se traduciría inevitablemente en dar respaldo sindical a la política salvaje que llevará a cabo el gobierno de la derecha.

De hecho, la política de acuerdos con Zapatero, en lugar de continuar la movilización iniciada en la huelga general del 29 de septiembre de 2010 y de haber tratado de fraguar una alternativa política de la izquierda, en colaboración con IU y llamando a las bases socialistas, ha beneficiado a la derecha, pues no ha habido una fuerza política con capacidad para recoger la pérdida de apoyo que ha sufrido el PSOE.

Si siguen la línea del pacto con la patronal y su gobierno, los líderes sindicales estarán renunciando a defender los intereses de los trabajadores, pues en estas condiciones no es posible ningún tipo de acuerdo que no implique una rendición en toda línea ante los objetivos de la patronal y sus gobernantes. Quizás se salven algunas prebendas sindicales o sus fuentes de financiación, pero sería pan para hoy y hambre para mañana. La política del «mal menor» se parece cada vez más al «mal mayor», como un huevo a otro huevo.

IU debe denunciar la política de los aparatos sindicales, abogando por una lucha frontal contra las políticas del PP en lugar de los pactos con él, y promoviendo desde la base de los propios sindicatos la oposición a la política de colaboración con la patronal y el gobierno del PP de los actuales dirigentes.

La lucha de clases se ha recrudecido desde hace años, pero en particular desde que empezó la crisis, que ha puesto a la burguesía en una posición de fuerza ante los trabajadores. Cinco millones de parados son un argumento muy poderoso en manos empresariales para imponer sus condiciones. Sólo si el sindicato vuelve a actuar como una parte más de la lucha contra un sistema social injusto e inviable puede encontrar una salida a la actual encrucijada. El sindicato debe ser una herramienta de lucha, que sea controlado democráticamente por los propios trabajadores afiliados, y debe trabajar por fraguar una alternativa política de la izquierda que defienda los intereses de los trabajadores.

Y, si algo parece garantizado, es la recuperación de la movilización espoleada por la necesidad de responder a la catarata de ataques que estamos sufriendo los trabajadores. La crisis ha actuado de freno pues, ante la falta de alternativa, se ha logrado imponer un sacrificio tras otro a los trabajadores, atemorizados por la pérdida del empleo en la mayoría de los casos. Pero la indignación crece y se acumula entre millones de asalariados que ven como, mientras a ellos se les imponen unas condiciones de vida cada vez peores, las grandes empresas siguen cosechando grandes beneficios, sus ejecutivos se adjudican sueldos y pensiones millonarias, etcétera. Y la experiencia histórica muestra que eso tiene un límite y que sólo es cuestión de tiempo para que toda esa indignación salga a la luz. El 15 M o la lucha de los profesores sólo son los primeros casos y, si no hay más, es por la incapacidad de los dirigentes de la izquierda sindical y política para desplegar una alternativa y un plan de lucha que encauce el malestar latente. Pero la necesidad siempre busca su vía de escape.

El papel de Izquierda Unida

Tras años con el temor de quedar convertida en una fuerza extraparlamentaria, IU vuelve a mostrar que es la principal fuerza de la izquierda alternativa en el Estado español, y pone de relieve el error de todos aquellos que la daban por enterrada y se lanzaban a crear nuevas organizaciones que, a lo sumo, han conseguido debilitar la recuperación de IU.

El fracaso del PSOE y la reanimación de las movilizaciones explican su recuperación y le brinda una nueva oportunidad. Es buena la alegría en la casa del pobre, tomando las palabras de Cayo Lara en la noche electoral, pero hay que tratar de evitar que dure poco como dice otro refrán y aprovechar el impulso que da este resultado para poner la casa en orden y analizar con sobriedad los problemas que arrastra IU.

A pesar del buen resultado no debemos perder de vista que sólo hemos sido capaces de recoger 1,5 de cada 10 votos que pierde el PSOE, en el mejor de los casos. Y eso en un momento especialmente favorable, con una crisis histórica del capitalismo que reafirma las ideas socialistas y con un fracaso no menos histórico del PSOE.

Además, no podemos perder de vista que en el 96 IU ya tuvo 21 diputados y más de 2 millones de votos y no fue capaz de consolidar ese apoyo que hoy la hubiera situado en una posición muy sólida para haber aspirado a ganar la mayor parte del voto que ha perdido el PSOE y movilizar a un importante número de abstencionistas, conquistando cuatro o cinco millones de votos y un amplio grupo parlamentario. Los resultados de Amaiur ponen de manifiesto que una fuerza con una propuesta clara -independientemente de las diferencias que se tengan con ella, claro-, con raíces en las fábricas y los barrios, militancia comprometida e ilusionada, puede conquistar un gran apoyo.

IU no puede vivir de la inercia, subiendo cuando el PSOE fracasa y volviendo a entrar en crisis cuando éste vuelve a la oposición. Entre otros motivos, porque ese mecanismo va perdiendo efectividad, como vemos al contrastar los resultados de los años 90 y los actuales, de 21 a 11 diputados.

Incluso la crisis que rompió el grupo parlamentario de IU en los años 90 podría volver a producirse en esta ocasión. No debemos ignorar que parte de los parlamentarios de nuestro grupo manifestaron su intención de formar su propio grupo parlamentario, algo que no se ha materializado por el fracaso de Equo en su objetivo de sacar un diputado por Madrid. Esos mismos parlamentarios es probable que planteen la entrada del representante de Compromís en el grupo, un colectivo que ya rompió nuestro grupo parlamentario en el País Valencià no hace mucho tiempo.

Por tanto, hemos de ser conscientes de las dificultades y de los que nos queda por hacer para conjurar todos esos problemas, y eso exige abordar tres aspectos centrales para fortalecerse electoralmente y en militancia:

  • La democratización plena de la organización. El 15M ha demostrado que está entrando en la lucha una nueva generación, pero si queremos que se unan a IU es necesario ofrecerles una organización en la que todos sientan que tienen voz y voto, plenamente democrática. Y necesitamos un fuerte crecimiento de la militancia para revitalizar IU. La elección democrática de los representantes institucionales por las bases, la información en tiempo y forma de todos los temas a la militancia para que tenga conocimiento y posibilidad real de decidir, la limitación de los salarios de nuestros cargos, son cuestiones vitales para lograr fortalecer la organización y prepararla para esta nueva etapa. Acciones como la de Cayo Lara o Alberto Garzón rechazando la el plan de pensiones privado que tienen todos los diputados deben ser la norma para todos los cargos de IU, no una decisión personal. Ningún cargo institucional de IU puede aceptar ni un solo privilegio y debe reclamar su abolición para todos los cargos políticos, empezando por limitar los salarios de los representantes electos al salario medio del ámbito de representación y cumpliéndolo todos a rajatabla. En las principales federaciones, dónde existen los mayores grupos institucionales, debemos invertir la situación actualmente predominante en la que son dichos grupos institucionales y los aparatos los que realmente deciden la política de la organización y no sus afiliados. Medidas que se han demostrado útiles, como separar la responsabilidad de la coordinación general de la portavocía del grupo parlamentario, deben generalizarse y aplicarse. Casos como el de Madrid-Ciudad, donde la militancia carece de capacidad real para elegir sus candidaturas municipales y determinar la política y el programa de la organización local deben terminarse.
  • Una política de unidad de la izquierda para la lucha. IU siempre ha tenido una política compulsiva con respecto al PSOE, desde el planteamiento de las «dos orillas» que equiparaba al PSOE y al PP, a entrar en gobiernos conjuntos sin programas claros y concretos y cuya práctica chocaba con nuestras revindicaciones. No podemos equiparar PP y PSOE por mucho que las políticas económicas de los dirigentes socialistas sean iguales a las de la derecha, porque equivaldría a equiparar a sus votantes y militantes con sus dirigentes. Hoy por hoy, la mayoría de los trabajadores, a los que debemos aspirar a ganar para tener una mayoría capaz de transformar la sociedad, dan su respaldo al PSOE. A la par que denunciamos sin titubeos la política derechista de los líderes socialistas, hemos de ofrecerles una y otra vez la unidad para luchar y para aplicar políticas de izquierdas muy concretas en beneficio de los trabajadores. Tan equivocada fue la política del «sorpasso» como el pacto sin principios de la llamada «izquierda plural». En la actualidad, se siguen dando los mismos bandazos, y se trata de no caer ni en lo que se ha hecho en Extremadura, permitiendo la investidura del PP, ni en lo que se hizo en Catalunya con la participación en el Tripartit, respaldando la represión de los jóvenes o los recortes sociales de los últimos años. Es necesario corregir esta política porque para no repetir estos errores. Sin ir más lejos, en el caso de que el que seamos necesarios para que el PSOE forme gobierno en Andalucía ¿vamos a entrar en un Ejecutivo con José Antonio Griñán? Cualquier votante socialista tiene que ver que en nuestra actuación hay un sincero deseo de defender políticas de izquierdas y los intereses de la clase obrera, nunca un cálculo por puestos en las instituciones, y que son sus dirigentes quienes se niegan a hacerlo. Sólo así conquistaremos el respaldo de la mayoría de quienes hoy dan su apoyo electoral o militante al PSOE.
  • Un programa capaz de unir la lucha por lo inmediato con la transformación socialista de la sociedad, un programa de transición. Uno de los motivos fundamentales por los que parte de los dirigentes de IU suelen aceptar con tanta facilidad la entrada en gobiernos del PSOE o incluso, con el PNV, es porque realmente no creen que sea posible una transformación socialista de la sociedad. Independientemente de las buenas intenciones, esta actitud es producto de un error muy veterano en la izquierda, que nos acompaña desde el principio y que fue la base histórica de la propuesta socialdemócrata, la división entre un programa mínimo y un programa máximo, entre los que no había solución de continuidad. Cuando se afirma que el PSOE fracasa porque abandona sus postulados socialdemócratas, se pierde de vista que son precisamente esos postulados los que le llevan a aceptar el capitalismo como «el menos malo de los sistemas posibles». En palabras de Rosa Luxemburgo, al abrazar el ideario socialdemócrata no se escoge otro camino hacia el socialismo, sino que se toma una vía que lleva a un destino diferente como hoy se puede comprobar más claramente que nunca. Defender el derecho al pleno empleo, a un salario digno y a unos servicios públicos de calidad, es inseparable de propuestas como la nacionalización de las cajas de ahorros y de la banca y, en general, de las grandes empresas que son la fuerza económica de la sociedad. Aunar esas propuestas en un todo articulado por el que luchar, que dé una alternativa real y mediante el cual ganar el apoyo mayoritario de la clase trabajadora, es la tercera tarea que tenemos que terminar. Ante la magnitud de la crisis de capitalismo, la propuesta de transformación socialista de la sociedad no es un debate académico sino una cuestión práctica de primer orden, las tareas concretas de un futuro gobierno de la izquierda, que se equivocará si pretende arreglar el capitalismo, si busca otro modelo dentro del sistema que funcione mejor. Se trata de transformar el sistema no de apuntalarlo, pues esa vía ya fracasó. Hay que añadir, que esta política es la que encaja como un anillo al dedo en el espíritu y el deseo de la militancia de IU.

Alberto Arregui y Jordi Escuer son miembros de la Presidencia Federal de IU y de la Presidencia Regional de IUCM, respectivamente

Fuente: http://www.nuevoclaridad.es/revista/index.php/revista/estado-espanol/420-nuestro-futuro-depende-de-la-lucha