No hace mucho que el nombre de Theo Angelopoulos hizo ruido por última vez. Fue en 2009, cuando el griego estrenó en Berlín su película Polvo de tiempo, con los estadounidenses Willem Dafoe, Harvey Keitely el suizo Bruno Ganz. El filme era ambicioso: abordaba 50 años de historia mundial y por primera vez, el director […]
No hace mucho que el nombre de Theo Angelopoulos hizo ruido por última vez. Fue en 2009, cuando el griego estrenó en Berlín su película Polvo de tiempo, con los estadounidenses Willem Dafoe, Harvey Keitely el suizo Bruno Ganz. El filme era ambicioso: abordaba 50 años de historia mundial y por primera vez, el director filmaba fuera de su natal Grecia, en distintos territorios, como la Unión Soviética, Alemania, Italia, Canadá y EE.UU. Famoso por su cine social, político y de largo aliento, Angelopoulos no pasó dejar la oportunidad del festival para manifestar su malestar contra la industria del cine. «Hollywood acapara todas las carteleras. El público acude en masa a ver películas americanas, mientras que las de Alexander Sokurov tienen muy poca asistencia», decía.
Con una carrera cinematográfica, que comenzó recién en sus 30 años, luego de estudiar Derecho y graduarse de Literatura, Angelopoulos es uno de los cineastas y guionistas más importantes de Grecia. Ayer, el director de La mirada de Ulises falleció, tras ser atropellado por una moto en el barrio de Drapetsona, Atenas. Según los medios griegos, la moto era conducida por un policía que se encontraba fuera de servicio. El cineasta fue ingresado con graves heridas a un centro hospitalario, donde murió víctima de una hemorragia cerebral. Tenía 76 años.
Figura fundamental del nuevo cine griego de los 70, el director se caracterizó por un estilo de narración pausado y de tomas largas. Su primer largometraje fue Reconstrucción, de 1970, sobre un crimen real perpetrado por una mujer y su amante. Dos años después, vino Días de 36, filme donde muestra un gobierno corrupto que recurre al asesinato para solucionar una crisis política. Con este filme y El viaje de los comediantes de 1975, Angelopoulos recibe sus primeros premios de la crítica en el Festival de Cannes y Berlín.
Sin embargo, la consolidación definitiva en el circuito de cine internacional llegó en los 90. Primero con La mirada de Ulises (1995), filme situado en la guerra de Bosnia, con referencias claras a la obra de James Joyce, que ganó un premio de la crítica en Cannes. Para luego, recibir la Palma de Oro del festival, en 1998, con La eternidad y un día. En ella, Bruno Ganz, actor recurrente en sus películas, es un poeta griego que se entera de que sólo le quedan unos pocos días de vida.
Tres años después, mientras recibía en Barcelona, el Premio Terenci Moix a la Trayectoria, el director declaraba su preocupación por el mundo actual: «Ahora más que nunca, necesitamos cine. Puede que sea la última forma de resistencia ante el deterioro del mundo. Al tratar de fronteras, límites, la mezcla de idiomas y culturas de hoy, intento buscar un nuevo humanismo, una nueva vía», señalaba.
El cineasta seguía más activo que nunca. En 2004 estrenó Eleni, sobre la invasión de Odesa en 1919, y en 2009 estrenó la mencionada Polvo de tiempo. Ayer, horas antes del accidente, Angelopoulos buscaba locaciones para su próximo filme El otro mar, sobre la actual crisis económica en Grecia.