Reinventando las movilizaciones obreras en un nuevo contexto productivo, el activismo ha ido acuñando prácticas de lucha complementarias a las clásicas.
La huelga se generó como una estrategia válida para presionar en el sector industrial, donde la ausencia de trabajadores en las factorías detenía la producción. Pero, ¿cómo pueden participar en las huelgas aquellos que no tienen empleo o que pertenecen a sectores no industrializados?
Podemos encontrar una respuesta en el movimiento piquetero, que comienza en Argentina a finales del siglo pasado. Unidos bajo el lema «corte de ruta y asamblea«, personas desempleadas se autoorganizaron para presionar al gobierno. La estrategia de lucha utilizada era bloquear grandes carreteras, cortando el flujo de mercancías hacia las ciudades para paralizar el sector productivo. Estos cortes fueron reprimidos de forma violenta por las autoridades. En la Masacre de Avellaneda, acaecida el 26 de junio de 2002, el gobierno interino de Eduardo Duhalde ordenó la represión de una manifestación de grupos piqueteros y en la persecución y posterior movilización fueron asesinados por efectivos de la Policía bonaerense los jóvenes activistas Maximiliano Kosteki y Darío Santillán pertenecientes al Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), además de dejar un saldo de 33 piqueteros heridos de bala.
Cómo apunta Carina López, participante en el Frente Popular Darío Santillán, que lleva su nombre en honor del piquetero caído, la protesta «era para pedir trabajo digno. Aunque en el primer momento lo que se reclamaba era planes sociales -dinero y alimentos para los desempleados-, después se fueron consiguiendo subsidios para desarrollar emprendimientos productivos». Franco Basu, también activista del FPDS, opina que los piqueteros «no sólo buscaban un trabajo, sino que pensaban una forma diferente de producción».
Este nuevo enfoque se prueba con la colectivización de los planes de subsidios que daba el Estado, que se repartían generando alternativas colectivas. «En vez de cobrar 150 pesos, se cobraban 50 y se ponían 100 para juntar dinero y comprar una máquina para resolver una problemática puntual del barrio y eso marcaba una salida colectiva«, señala Basu. El apoyo mutuo era otra seña de identidad del movimiento, que organizaba comedores colectivos en cada uno de los barrios. Desde el comienzo, cuenta Federico Orchani, «hay un reclamo muy fuerte al Estado de que se haga cargo de estas situaciones, que lleguen los alimentos del Gobierno o de la autoridad municipal o provincial.
La estrategia piquetera era bloquear grandes carreteras, cortando el flujo de mercancías para paralizar la economía
Siempre fue una situación de tensión, porque o bien las partidas eran de mala calidad o nunca alcanzaban, entonces hubo todo un periodo de lucha que tuvo como ejes esas reclamaciones». Carina López explica que «la primera tarea que se desarrollaba era el tema del comedor, el merendero, la copa de leche para los chicos y chicas del barrio, las compañeras conseguían carne y verdura en los negocios del barrio con el dinero colectivizado». El movimiento piquetero fue clave en las movilizaciones que acabaron con la salida de De la Rúa, entonces presidente, en helicóptero.
Huelga de consumo Otra huelga alternativa es la del consumo. La acción consiste en no adquirir ningún tipo de bien, producto o servicio con el objetivo de paralizar gran parte del sistema productivo, grandes empresas, bancos, multinacionales y presionar a los gobernantes. Implica consumir la mínima cantidad de electricidad y agua, desplazarse en transporte público o compartir el coche, evitar el consumo telefónico, el uso de tarjetas, no comprar en grandes almacenes, centros comerciales, supermercados, bancos ni gasolineras.
A diferencia de una huelga general, la huelga de consumo o día sin compras, puede ser secundada por parados, estudiantes, jubilados, trabajadores o autónomos. En el Estado español ya se ha convocado en algunas ocasiones, tanto desde organizaciones sindicales y ecologistas, como desde las asambleas del 15M.
Huelga de inquilinos En el invierno pasado, en Varsovia, se desarrolló un modelo de lucha que llevaba muchos años sin ser visto. Comenzó en octubre de 2010 una huelga de alquiler para denunciar las consecuencias de la privatización de la vivienda pública en Polonia. La huelga fue convocada por el sindicato ZSP y el Comité de Defensa de los Inquilinos, surgido en 2009 gracias al impulso de un grupo de vecinos que había evitado la privatización de su edificio mediante protestas públicas.
La huelgas de inquilinos consisten en dejar de pagar de forma colectiva los alquileres para presionar al arrendador
Se sumaron cientos de inquilinos, se hicieron asambleas en el barrio y se prestó apoyo a vecinos afectados por las privatizaciones y los desalojos. Los activistas consiguieron pisos en buen estado para inquilinos, la cancelación de desalojos e incluso la anulación de la privatización de un edificio.
Las primeras huelgas de inquilinos se desarrollaron a principios del siglo XX. Además de visibilizar la problemática de la vivienda, la situaron en la esfera política y judicial. La negativa a pagar el alquiler tuvo como consecuencia que, por primera vez, la vivienda fuera tratada jurídicamente como un derecho social.
HUELGA CONTRA LA REFORMA
El próximo 29 de marzo los sindicatos gallegos y vascos han convocado una huelga general contra la reforma laboral en sus respectivos ámbitos de actuación. El pasado sábado 25 de febrero una gran marcha convocada por ELA, LAB, STEE-EILAS, ESK, EHNE, CGT y CNT, junto a otros quince colectivos sociales sirvió de aperitivo a la movilización, que culminará en el paro. El lema de cabecera fue «recortes igual a más pobreza y menos derechos».
En Galiza, la CIG, junto a las delegaciones territoriales de CNT y CGT, se han sumado a la convocatoria. El secretario general de la CIG, Suso Seixo, ha manifestado en declaraciones a Público que la CIG está dispuesta a modificar la fecha en caso de que CCOO y UGT decidiesen convocar una «no más allá del mes de marzo».
Aunque se ha escuchado a Toxo decir que no renuncia a convocar una huelga general, desde los sindicatos de concertación se muestra una ambigüedad calculada, ya que le piden al gobierno abrir un proceso de negociación, pese a que califican la reforma de ataque frontal a los trabajadores.
LAS NUEVAS REGLAS DEL JUEGO
Bajan los sueldos, efectos de la subida del IRPF
El colectivo de técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) calcula que en el próximo año los salarios se rebajarán 222 euros de promedio (20 cada mes) tras la reforma del IRPF aprobada en diciembre por el Gobierno. El impacto sobre quienes cobran un sueldo medio de 682 euros será de dos euros cada mes.
Despidos en la administración pública
El Ministerio de Medio Ambiente ha sido el primer organismo en despedir con indemnizaciones de 20 días por año trabajado con el argumento de una rebaja de presupuesto. 50 personas de la Fundación Biodiversidad, dependiente del Ministerio, han sido cesadas.
Trabajo gratis: el Gobierno avanza su plan a las autonomías
La Secretaría de Estado de Empleo y Seguridad Social ha ofrecido pactos a las Comunidades Autónomas para que las personas en paro realicen trabajos de «servicio a la comunidad». Hasta que no se tramite en el Parlamento no se conocerá si las personas desempleadas podrán negarse a participar en estos programas.
…Y en marzo, más recortes sociales a cuenta del déficit
Al cierre de esta edición se conocieron los datos del déficit público de 2011, que se situaron dos puntos por encima de las cifras exigidas por Bruselas. Esto obligará al Gobierno a anunciar un nuevo plan de recorte de cerca de 30.000 millones, lo que repercutirá directamente en el empleo en la administración pública.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Las-huelgas-fuera-del-lugar-de.html