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Entrevista a Agustín Moreno

«Hay que dejar el pesimismo para mejores tiempos y eso sólo se consigue luchando»

Fuentes: Escuela, nº 3.940

Agustín Moreno lleva 15 cursos consecutivos en institutos de enseñanza pública, desde que fue despedido de CCOO en 1996, cuando también quitaron a Marcelino Camacho de la presidencia del sindicato, por oponerse al giro a la derecha que emprendía Gutiérrez. Desde entonces, no ha tenido ni una hora de liberación sindical ni ha faltado un […]

Agustín Moreno lleva 15 cursos consecutivos en institutos de enseñanza pública, desde que fue despedido de CCOO en 1996, cuando también quitaron a Marcelino Camacho de la presidencia del sindicato, por oponerse al giro a la derecha que emprendía Gutiérrez. Desde entonces, no ha tenido ni una hora de liberación sindical ni ha faltado un día a su puesto de trabajo. Ha recorrido ocho institutos, muchos en la periferia de la Comunidad madrileña, siempre cursos completos.  Ha estado nueve años en Fuenlabrada y ahora lleva dos en Vallecas, cosa que dice que le alegra: «Por el dinamismo del barrio -ya el curso pasado empezamos la lucha contra los recortes con las camisetas verdes bajo el lema de ‘Vallecas no se calla’- y porque de alguna manera es cerrar un círculo. Viví y milité ahí contra el franquismo a principio de los 70». Es puramente casual no haberle tratado en Ourense por entonces, cuya Ciudad de los Muchachos -del recientemente fallecido Jesús Silva- frecuentábamos algunos, donde él había encontrado refugio frente a la persecución policial.

Te ofrecieron cosas, pero quisiste ser profesor…

Aquella es una etapa pasada, que a veces me parece muy lejana. Por carácter, vivo el presente con mucha intensidad y la enseñanza es un ofi cio que se presta a ello. En estos últimos años, siempre he mantenido un fuerte compromiso con la educación pública, con los compañeros, con el alumnado y sus familias. Cuando escribo lo que opino, lo hago como «profesor de Secundaria», ni más ni menos. No soy más que un afi liado de base a CCOO, no pertenezco a su dirección ni a Junta de Personal alguna.


¿Servirán para algo las protestas de la marea verde? ¿Qué recorrido les ves?

Después de tantos días de huelga y muchos más de confl icto desde inicios del curso, con manifestaciones de hasta 70.000 y 100.000 personas y una gran creatividad de las movilizaciones (encierros en los centros, resistencia a los horarios, PGA, etc.) que ha teñido de verde Madrid estos meses, destacaría como lo más importante la toma de conciencia sobre el ataque estratégico y planifi cado a la educación pública y la determinación para defenderla. También se ha expresado la dignidad del profesorado.

La movilización es un camino que continuar, con mucha unidad y apoyo de toda la comunidad educativa para expresar su dimensión de confl icto social. Fomentando más la imaginación para que no se fracture el colectivo por el coste de las huelgas. En todo el Estado, incorporando en mayor grado a Infantil y Primaria. Y sumando a la Universidad, golpeada por la política de Bolonia, la Estrategia 2015 y el recorte de fondos, lo que acelera su proceso de privatización. Concertándose con otros sectores públicos y de trabajadores. En cualquier caso, hay algo muy claro: hemos hecho lo que teníamos que hacer, porque cuando se recibe una agresión, cuando se pierde la esperanza, quedan los principios y uno de ellos es defender la escuela pública de tod@s y para tod@s. Es el eje vertebrador de un sistema educativo con carácter universal y que asegure la equidad mediante la obligatoriedad y gratuidad. Su función compensatoria de dar más a quien menos tiene es fundamental para luchar contra un fracaso escolar que afecta a los hijos de las clases más desfavorecidas.

No parece que los sindicatos hayan estado finos en las protestas de comienzo de curso…

La movilización ha pivotado sobre varios centros de gravedad: los sindicatos, el movimiento del profesorado desde los centros, las zonas y las plataformas en defensa de la escuela pública. Los sindicatos de enseñanza han participado, incluidos los corporativos que han convocado varias de las huelgas, lo que hace que el confl icto sea de todo el profesorado y no solo del sector progresista: no podían hacer otra cosa, teniendo en cuenta la dureza de la agresión.

Ha cabreado la anticipación de anuncios de huelga antes de que tomasen la decisión las asambleas y el no respeto escrupuloso a los acuerdos. Y eso es un error que no lo justifi ca la servidumbre de la unidad intersindical. La responsabilidad de todos ha logrado reconducir las cosas y evitar que se rompiera la unidad del colectivo, lo que hubiera conducido a la derrota del movimiento: Vallecas ha jugado un papel decisivo en ello.

A veces no somos conscientes de lo que hacemos. Me comentaban hace poco que en Sidney estaban muy interesados en la marea verde por su creatividad y voluntad de resistencia. En este mundo globalizado se necesitan referentes, como también lo han sido el 15-M o la lucha en Chile por una educación pública gratuita.

¿Por qué a las movilizaciones de la comunidad educativa las han califi cado de «políticas», como si fueran ilegales?

Creo que la Consejería cometió, ya antes de diciembre, un error de cálculo. Pensaban que, con el apoyo de los medios de desinformación masiva a su servicio y la propina del complemento a tutores, TIC y jefes de departamento, iban a machacar al profesorado utilizando demagógicamente la jornada lectiva. Cuando vieron que se quedaban sin argumentos, recurrieron a la manipulación, la negación de la verdad y las presiones, como reflejo de su nerviosismo.

Calificar la movilización de «política» -también han querido hacerlo con la huelga general- mostraba afán por desprestigiar la lucha de la comunidad educativa. Está claro que es una lucha contra la decisión «política» del Gobierno madrileño de reventar la educación pública para fortalecer la privada. También, que defender un modelo público de excelencia para todos -como hace la marea verde-, es una apuesta «política» en el sentido más noble del término: la participación de la ciudadanía para mejorar la sociedad. Y entendiendo la excelencia no como segregación, sino como modelo de potenciación: para sacar lo mejor de todos y cada uno de los alumnos.

¿Y que hayan llamado vagos a los profesores?

Cuando Aguirre afirmó que solo trabajábamos 20 horas nos estaba insultando en la cara. ¿Dónde queda el respeto al profesorado y a su autoridad? Que tuviera que rectificar -dada la soberbia del personaje-, muestra que fuimos capaces de explicar a la opinión pública la dureza del ofi cio de maestro, figura clave en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Pero más allá de las descalificaciones, lo más grave son las consecuencias: la reducción del cupo de profesores, el maltrato proferido al profesorado y el ensanchamiento de los horarios lectivos. Ello ha causado otras víctimas, como son proyectos de convivencia de muchos centros, equipos de mediación, el EFQM y muchas extraescolares por imposibilidad de hacer guardias.


¿Qué ha sucedido para que la educación pública esté tan mal defendida por las autoridades públicas?

La falta de valentía política, por un lado, y la concepción clasista neoliberal, por otro. Los que dicen defenderla, en su momento abrieron la caja de los truenos e inventaron los conciertos: creando una doble red -que es un germen de desigualdad- se perdió la oportunidad de homologarnos con el modelo de la mayoría de los grandes países europeos. Los últimos ocho años de Gobierno del PSOE han sido infructuosos en el necesario blindaje y fortalecimiento de la educación pública.

Luego vinieron los de la piqueta neoliberal atacando al servicio educativo público. Ahí lleva situado el Gobierno de Esperanza Aguirre desde hace años, privatizando la Educación Infantil, desmantelando la formación de profesores, con ataques a los equipos de Orientación, Escuelas de Adultos, de Idiomas, Aulas de Enlace, etc.

Son malos tiempos cuando hay que luchar por lo obvio. Pero hay un elemento muy positivo: la participación del profesorado y de una buena parte de la comunidad educativa. A veces, en tiempos de crisis aparecen nuevas ideas, se crean nuevos modelos y se refuerza la solidaridad.

¿Volvemos a antes de los 70?

La educación pública es un concepto históricamente reciente y puede ser frágil, como demuestran los ataques que recibe. Antes, la educación era un privilegio del poder político, económico y religioso. Ahora, es un derecho humano reconocido en el artículo 26 de la Declaración Universal. En España, se recoge en el artículo 27 de la Constitución. No deberíamos volver a una situación preconstitucional, con un alto peso de la privada y una pública para sectores desfavorecidos.

Los recortes que viene padeciendo la educación aumentan con los presupuestos de 2012. ¿Cómo quedará el sistema después de esta dieta?

Irreconocible por el brutal hachazo en los nuevos PGE y la presión sobre las comunidades autónomas para reducir el déficit a través de las grandes partidas sociales. La partida que gestionará Wert se recortará -de media- en un 21,2 %: veremos cómo traduce su défi cit particular cada comunidad. Lo que pretenden los neoliberales es lo que Harvey llama «acumulación por desposesión», es decir, la estrategia de deteriorar primero, para privatizar después lo que es de todos los ciudadanos. Para ello, tienen que degradar lo público para vaciar las aulas de alumnado. El profesorado y la ciudadanía tienen que ser conscientes de esto para movilizarse en contra: la enseñanza pública se defi ende con la lucha y con la calidad. En la calle y de manera más callada -menos espectacular-; más a medio y largo plazo, pero más estratégica.


¿A qué te refieres?

La calidad de la educación pública exige mayor compromiso de la comunidad educativa con sus centros. Es evidente que la responsabilidad del ataque parte de las políticas neoliberales. Pero no todos los profesionales de la educación hacemos siempre lo sufi ciente para defenderla, aunque la mayoría del profesorado lo tiene claro. Ya que vienen a por la educación pública, deberíamos convertir todo centro educativo en un proyecto de alta calidad, de innovación pedagógica y didáctica; en un modelo de convivencia y participación democrática de toda la comunidad. Con la máxima exigencia en el cumplimiento de programaciones, objetivos, resultados académicos positivos y formación continua, aunque sea por cuenta propia. Con cooperación entre el profesorado y con las familias, con intercambio de buenas prácticas y abriendo los centros al exterior. Haciendo de las tutorías un instrumento clave, porque no hay educación de calidad sin buen trabajo tutorial. Recuperando los Movimientos de Renovación Pedagógica y desarrollando campañas de escolarización a favor de los centros públicos: ser defensores de lo público también signifi ca ser sus usuarios y dar ejemplo de coherencia personal y de confi anza en el sistema. Participando en los órganos colegiados y en equipos directivos competentes, democráticos, comprometidos con lo público y no sumisos a la Administración.


Si los partidarios de que mejore el sistema educativo público tienen razón, ¿cómo se explica la mayoría absoluta del 20-N?

La educación no ha sido un factor decisivo en el voto del 20-N. En el debate entre los candidatos apenas se abordó, aunque había movilizaciones en varias comunidades. Infl uyó más la crisis, el hartazgo con el Gobierno anterior, y las vagas promesas y bobas metáforas, como «la luz al fi nal del túnel» de Rajoy, que se está convirtiendo para todos -incluidos sus votantes- en un tren que viene contra nosotros. Por otra parte, las mayorías absolutas son engañosas. En el caso del PP, apenas representa el 30% del electorado, resultado adornado con una ley electoral que, además de injusta, supone un auténtico fraude. En Madrid, el PP ha perdido más de 30.000 votos -en su momento electoral más dulce- respecto a las generales de 2008 que perdieron. Es evidente que no les ha salido gratis la agresión a la educación y su intransigencia de no negociar. Confi rman este análisis las recientes elecciones de Andalucía y Asturias, y el multitudinario seguimiento de la huelga del 29 de marzo: la reforma laboral, la subida de impuestos y la falta de soluciones reales a la crisis han desgastado al PP. En absoluto se puede afi rmar que tengan amortizado esto. Y mucho menos si las movilizaciones tienen continuidad, son masivas, pacífi cas y decididas: la política antisocial que están llevando a cabo ya les está pasando factura con apenas 100 días de gobierno después del 20-N.

¿Qué te parece la huelga del 29-M?

Nunca hubo una agresión tan grande a los derechos laborales. Busca un gran recorte de salarios y deteriorar las condiciones de trabajo, a través de la inseguridad y el miedo al poder empresarial. Apunta a un modelo propio de un país en vías de desarrollo, que basa su competitividad en bajos salarios, un débil Estado de Bienestar, un derecho del trabajo inexistente. Para que las empresas ganen dinero sin modernizarse, mientras los demás somos más pobres. Si añadimos los brutales recortes presupuestarios para 2012 -que deprimirán la economía y desmantelarán servicios públicos-, va a ser la reforma laboral de los 6 millones de parados y propiciará un exilio laboral de la generación de jóvenes más formada de nuestra historia.

La huelga general ha sido en defensa propia, importante por su seguimiento y su necesidad para que los sindicatos recuperaran la confi anza de los trabajadores, exigiendo respeto a Gobierno y patronal. El mensaje de la gente a los sindicatos es que no se resignan, que la lucha debe continuar y que si el Gobierno no rectifica, el 29-M solo debe ser el principio. Creo que hay que dejar el pesimismo para mejores tiempos y eso solo se consigue luchando.


¿No ha sido abusiva la utilización de la palabra «normalidad» para referirse al 29-M?

Tienes razón en la falta de imaginación y de recursos expresivos: cada uno habla de una cosa. Cuando la CEOE habla de volver a «la normalidad», se refi ere a que nos callemos de una vez; cuando lo hace el Gobierno la asocia a que no ha pasado nada. Pero la única «normalidad» ha ido el ejercicio de los derechos constitucionales de huelga y manifestación por millones de personas de forma masiva y pacífi ca.

Lo que «no es normal» es que el Gobierno actúe contra la mayoría social, no negocie nada con los sindicatos, permita las amenazas empresariales contra el derecho de huelga, mienta patéticamente para negar la realidad o llene las calles de policías -incluso a caballo- en imágenes que recordaban al franquismo.


¿Qué opinas de los planes del nuevo ministro de Educación?

Wert no trae buenas intenciones para la escuela pública. Parece disparatado su proyecto del nuevo Bachillerato, que supondría la segregación anticipada del alumnado, la extensión de los conciertos en ese tramo y una argucia para reducir estadísticamente el fracaso escolar.

La mayoría absoluta del PP -con el apoyo de tres de cada diez electores-, le puede generar un espejismo político que intente aprovechar para modifi car la LOE. Sería un error otra nueva ley educativa para debilitar la pública, basada en su retórica habitual de «libertad de elección», «excelencia», «esfuerzo»… En política, muchas veces el sentido común es el menos común de los sentidos. En cualquier caso, en tiempos oscuros debe ser infi nita nuestra determinación de resistencia frente a los retrocesos históricos.

Ha entrado como elefante en cacharrería y parece que el papel le gusta. Pero lo cierto es que no parece que tenga mucho conocimiento de la educación y, en vez de empezar a estudiar y a asesorarse, ha actuado de busto parlante y no como ministro serio y competente. Es un buen representante de esa derecha frívola que abusa de las ocurrencias; seguramente negociará poco por inseguridad y puede ocasionar importantes desaguisados. Se agradecen sus silencios.

Si la enseñanza pública se está ciñendo cada vez más a un papel subsidiario, ¿avanzamos hacia una mayor armonía social interclasista?

Evidentemente no. Todo tiene coherencia, el modelo educativo afecta al modelo social y político: la cohesión social y la calidad de la democracia tienen que ver con la formación, la información y el sentido crítico de la ciudadanía. Sin escuela pública no se construye una sociedad solidaria y cooperativa; se suprime el ascensor social y aumentan las desigualdades sociales. Para su modelo de mercado de trabajo y de sociedad les basta con un modelo educativo mediocre por clasista: de excelencia para unos pocos y con muchos trabajadores precarios, mal pagados. Están utilizando la crisis y el golpe de Estado fi nanciero para acabar con nuestros sueños.


Por último, en esta etapa de carencias, ¿qué racionalización crees que debe hacerse a todo el sistema educativo, no solo al público?

A pesar de la crisis, estoy con las recomendaciones que hacía el anterior Consejo Escolar de Estado: incrementar la inversión educativa (no considerarla un gasto) y elaborar una Ley de Financiación; si no invertimos hoy en escuelas, gastaremos mañana más en subsidios de paro, en cárceles y en otros conceptos. También pasaría por reforzar la pública y la educación inclusiva como eje vertebrador de todo el sistema para conseguir una sociedad democrática y cohesionada. Asegurar el imperio de los derechos humanos y de la ciencia en la escuela: es decir, la laicidad. Un Estatuto Docente que refuerce el reconocimiento del profesorado y un nuevo sistema de acceso y de prácticas más equilibrado y efi ciente. La potenciación de la Formación Profesional prestigiándola con una oferta sufi ciente, con el objetivo de formar buenos profesionales para empleos de calidad y no simple mano de obra barata. Una nueva normativa que obligue a la democratización de los centros concertados y a una escolarización equilibrada, en tanto haya dos redes, aunque hay que cuestionar la existencia de la doble red sostenida con fondos públicos porque cristaliza la desigualdad de oportunidades.