Algunos me conocen de la ciudad industrial soviética Twer, donde trabajé entre 1905 y 1917 como topo de la revolución en la obra «la madre» de Bertolt Brecht -que el comunista alemán escribió durante la gran crisis capitalista en 1931. Con Brecht una está en todas partes donde la gente lucha por sus derechos y, […]
Algunos me conocen de la ciudad industrial soviética Twer, donde trabajé entre 1905 y 1917 como topo de la revolución en la obra «la madre» de Bertolt Brecht -que el comunista alemán escribió durante la gran crisis capitalista en 1931. Con Brecht una está en todas partes donde la gente lucha por sus derechos y, esta vez, desde Andalucía, yo, Pelagea Vlassova, viuda de un jornalero y madre de un jornalero os cuento:
La sopa está cada día peor. Tres veces le doy la vuelta al euro, una vez ahorro en butano, la otra en arroz o aceite, ni hablar de tocino. Aún así no me alcanza. No veo ninguna salida. Los jornaleros están particularmente nerviosos. Si no logran trabajar algunos meses, hablo también de mi hijo Juan, entonces yo misma prefiero no comer nada.
Algunos han ocupado unas tierras públicas y empezaron a sembrar y plantar. Juan también anda en esto. Pero el presidente andaluz Griñarenas, con competencias para entregar las tierras a los jornaleros, manda la policía. Ayer en la madrugada ha entrado la guardia civil a la finca y han desalojado brutalmente a una veintena de compañeros que dormían en la casa. Hoy los jornaleros han vuelto a la ocupación.
De modo que, ocupar y trabajar la tierra de la duquesa y hasta las tierras públicas es algo injusto.
¿Por qué lo hacen?
María, Javier, Lola, Pepe, Juan y todos los demás se oponen al hecho de que la duquesa y el señor Griñarenas les cortan los salarios y los echan a la calle según les viene en gana. ¿Pero cómo quieren impedirlo? ¿Le pertenecen a la duquesa sus tierras o no? A ver, esta mesa, es mía, ¿puedo ponerla en el sótano o también partirla en pedazos si tengo ganas?
Claro, con esto no perjudico a nadie, me contestan. ¿Y pueden hacer lo que quieren con sus tierras, de las que son tan propietarios como yo de mi mesa, la duquesa y su señor Griñarenas?
No, me dicen los ocupantes de Somonte, porque para sus tierras y sus empresas necesitan a los trabajadores. Más precisamente, cuando los necesitan tienen que estar presentes y cuando no los necesitan, pues también están presentes -¿a donde podrían ir?
Sí, me parece justo que la duquesa sea propietaria de nuestros medios de existencia, tierras y maquinarias y que el gobierno de Griñarenas defienda los mismos intereses. Qué voy a decir, si me parece bien o no, la tierra sigue siendo propiedad suya y el gobierno sigue siendo su gobierno.
Los somontenos dicen que a diferencia de mi mesa, la propiedad de la duquesa solo le es útil cuando es medio para explotarnos y por lo tanto para acabar con esta violencia, las tierras y fábricas deben de pertenecer a quienes allí trabajan.
¿Pero cómo quieren probar esto?
Me dicen, si Juan se planta frente al señor Griñarenas diciendo que hará todo para impedir que propietarios andaluces, españoles y eurofundistas eliminen u ofrezcan trabajo y tierra según sus beneficios, entonces la duquesa y los ministros capitalistas se ríen. En vez, si nos juntamos todos, en todas partes de Andalucía, en el campo y en la fábrica a preguntar: propiedad, ¿de dónde vienes? Parlamento, ¿a quien sirves?, entonces dejarán de reírse.
Cuando las ganancias caen, sube la miseria e inicialmente suben las acciones de la socialdemocracia, hasta que la derecha asume el remate . Esto no puede continuar así, dice la Izquierda y gana apoyo. Luego se empeña en negociaciones con Griñarenas, mientras seguimos hambrientos, y cuando vuelven nos muestran como trofeo un pedacito de pan envuelto en 75 páginas.
Amigos míos, nadie recuerda a la trabajadora y camarada Pelagea Vlassova, bueno, esto es el pedacito de pan, pero ¿dónde esta el pan entero?
Por eso ocupan la tierra. Entonces ¿qué tiene que ver la policía con el asunto? Pensará el Gobierno que plantar y sembrar es algo violento, como los pinches dueños que echan a los campesinos e indígenas de los llanos y bosques de la pachamama, los intoxican y hasta los matan. Deberíamos mostrar en toda Andalucía que esta lucha es una causa justa y vital.
En eso estamos y es lo que este 1º de Mayo escribimos en las pancartas para que todo el mundo conozca Somonte y se unan con sus luchas:
Sobre la carne que falta en la sopa no se decide en la cocina.
Para que la cocinera conduzca los asuntos del pueblo tenemos que dar la vuelta a todo el Estado.
La existencia de la Izquierda sólo se justifica cuando se implica en el cambio revolucionario.
¡1º de Mayo, nos vemos en Somonte!
Pincha aquí para ver dónde está la finca de Somonte (google maps)
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