Esta X Asamblea Federal no es otra más, es una Asamblea que se celebra en un unos tiempos de crisis y retroceso social que la mayoría de delegados y delegadas elegidos nunca hemos conocido. La ofensiva contra la mayoría social que están practicando los poderes reales, no tiene precedentes en los últimos tiempos. Sin embargo […]
Esta X Asamblea Federal no es otra más, es una Asamblea que se celebra en un unos tiempos de crisis y retroceso social que la mayoría de delegados y delegadas elegidos nunca hemos conocido.
La ofensiva contra la mayoría social que están practicando los poderes reales, no tiene precedentes en los últimos tiempos. Sin embargo la capacidad de resistencia y de generar conflicto social permanente contra dichos poderes es aún insuficiente. Dicha ofensiva ya se dice que es como el mundo al revés, es decir: es una revolución de los de arriba contra los y las de abajo.
Resistencias haberlas hay las, pero las hay sin rumbo, sin estrategias conjuntas, sin agenda, ni plan global de lucha. De forma aislada, sin confluencias entre las gentes que estamos en los diferentes conflictos y en muchos casos con grandes dosis de sectarismo entre nosotros y nosotras. Con escasos medios y escasas estructuras de base.
Hacen falta más resistencias, más desobediencia civil, más lucha social, para parar las agresiones que vivimos, así como las que vienen. Pero sobre todo hace falta menos resignación y menos posibilismo, no se trata de buscar gestionar las migajas del régimen, ni ser la permanente «muleta» de partidos neoliberales, ni buscar anteriores concertaciones sociales a cambio de paz social, una paz que nunca han practicado los dueños del capital, que no han dejado de comer terreno a los derechos laborales y sociales con reformas tras reformas, hasta convertir el mercado laboral en la ley de la selva con un mercado hiperflexible, enormemente precarizado y donde ya por ley -viejo sueño de los amos- primaran,las relaciones individualizadas y no colectivas.
Tenemos que atrevernos a más, mucho más. Eso significa movernos en el terreno de la rebelión social, de la sublevación de alta intensidad contra los de arriba. Tenemos propuestas y alternativas muy elaboradas, que demuestran que se puede vivir con otro modelo social, económico, y cultural, con políticas al servicio de la personas y del bien común y no solo al servicio de la especulación y la dictadura de los mercados.
Podemos y debemos poner en la agenda socio-política otro camino que nos lleve a un profundo cambio social, es hora de hablar claramente de darle «la vuelta a la tortilla», pero ello no lo vamos a hacer Izquierda Unida sola, tenemos que entender que sociológicamente hay más izquierda social y política que lo que actualmente representa Izquierda Unida. Ningún colectivo, ni movimiento sindical, social o político, por si solo es capaz actualmente de generar la fuerza suficiente para parar la avaricia y el ataque de los de arriba.
Por tanto, creo que de la X Asamblea tenemos que salir con una decisión colectiva firme y clara, de facilitar la creación de un nuevo sujeto político que sea capaz de ganar mayorías sociales, no podemos conformarnos, ni regodearnos con unas encuestas que nos dan unas pocas décimas de más. Es cierto y evidente -nadie lo niega- que Izquierda Unida es una fuerza ascendente pero la experiencia Gallega, u otras, demuestra que cuando una fuerza socio-política como la nuestra es generosa y abre la mano o genera nuevas convergencias se multiplican las sinergias y los espacios.
Esta X Asamblea tiene que asumir que hay que construir un poder ciudadano desde abajo, capaz de conseguir nuevos tiempos para la mayoría de la población. Se puede construir otro país, lo podemos hacer con el conjunto de movimientos sociales y sindicales que todavía seguimos pensando en que otro mundo es posible. Necesitamos un nuevo sujeto amplio y plural, que sea capaz poner en el corazón y la cabeza de la ciudadanía un imaginario colectivo de esperanza y de cambio, con un programa alternativo de mínimos comunes, que permita arrinconar a quienes su «dogma de fe» es el pensamiento y la doctrina ultraneoliberal.
Esta X Asamblea no puede convertirse en una «jaula de grillos» donde el problema principal sea únicamente el reparto de poder interno, o el mantenimiento del estatus de algunos dirigentes que llevan demasiado tiempo en el mismo lugar. Por el contrario la Asamblea Federal tiene que servir para darle paso a nuevos compañeros y compañeras, que en su práctica diaria demuestran que tienen mucho que aportar y crear.
Hay que innovar, arriesgar, renovar y también refundar. Esto último -la refundación – tema pendiente de hacer y del que tantas veces se ha escrito, pero no realizado más allá de algún acto, que se convirtió con el tiempo en solo una mera puesta en escena formal, que no real.
Nada es fácil -ya lo sabemos- los poderosos lo tienen todo, tienen medios económicos y represivos, además de los medios de comunicación que pretenden convencer de que ser siervos es inevitable, incluso bueno para nosotros y nosotras y la historia demuestra que cuando los siervos quieren dejar de serlo lo pueden conseguir, lo podemos conseguir. Tienen quienes legislan a su favor, son los mismos que cuando terminan su mandato acaban formando parte de los consejos de administración de las grandes corporaciones a las que han beneficiado con sus políticas.
Nuestro país va directo a un modelo estructural con inmensas dosis de precariedad, exclusión social y pobreza extrema. También de miedo, el miedo a perder el trabajo y un mínimo «cierto estatus» y de ahí a la insolidaridad hay solo un paso. La insolidaridad ya se sabe que trae racismo, competencia entre iguales y profundo individualismo. La cultura de sálvese quien pueda es lo peor que nos podría pasar, de hecho ya nos está pasando en muchos sectores sociales y territorios, ello explica una de las dificultades que tenemos quienes estamos en la resistencia a la hora de generar movilizaciones estables continuadas.
Pero hay otras dificultades como son la falta de musculo ciudadano organizado por abajo, con contenidos y ambiciones rupturistas con el régimen. Este es uno de los retos que tenemos que afrontar quienes estamos en la lucha diaria contra las consecuencias de esta crisis-estafa.
Crear movimientos sociales unitarios de base que fuercen nuevos escenarios no es tarea fácil, pero ya tenemos ricas experiencias que demuestran que es posible. Unas experiencias en las que muchas personas que estamos en I.U. formamos parte.
Así ha sido en el movimiento 15M, en las luchas contra los desahucios, en las luchas jornaleras, estudiantiles o mineras, en las mareas, en la participación en los piquetes de las últimas huelgas generales y en buena parte de los conflictos locales o sectoriales que se han dado en los últimos tiempos como consecuencia de los ataques que sufrimos la ciudadanía.
Efectivamente una parte muy importante de la militancia de Izquierda Unida forma parte de la resistencia y lo hace respetando escrupulosamente la autonomía de los movimientos sociales.
No somos un ente externo a las luchas sociales y conflictos en defensa de los derechos sociales y humanos y lo hacemos como activistas pero también como afectados y afectadas por que formamos parte de esa mayoría de la población que sufre los recortes y las situaciones de desigualdades e injusticias que nos está «jodiendo «la vida y la supervivencia.
En todo caso no es momento de recrearnos en las cosas que hacemos bien, no está «el horno» para tales cosas, es un buen momento para ver como lo podemos hacer mejor, como podemos facilitar más y más la movilización social, laboral y ciudadana.
Esta crisis -ya es de sobra sabido- no es otra más como las que hemos conocido en otros ciclos, es la crisis del hasta ahora llamado primer mundo, una crisis sistémica que nos va a hacer retroceder décadas atrás, si no lo impedimos.
Para impedirlo necesitamos poner mucha imaginación para llegar a los corazones de la gente, generando una nueva fuerza colectiva convergente. La experiencia de Siryza en Grecia o los procesos latinoamericanos, nos indican que sí se puede construir nuevos escenarios si hay voluntad y ambición de conquistar mayorías.
Pero para ello no solo basta con hacer una buena labor en las instituciones, hay que reforzar el trabajo activista a pie de calle. Hay que reforzar el compromiso militante en los movimientos sociales y sindicales, elemento básico para favorecer un nuevo poder ciudadano, que genere mareas de rebeldía que traigan consigo una nueva hegemonía. Un nuevo país soberano, no sometido a los dictados de los mercados y especuladores.
Podemos hacerlo, debemos hacerlo.
Sí se puede.
José Coy. Activista social, murciano y delegado en la Asamblea Federal de IU
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