El día 18 de octubre se instalaron en Oslo las negociaciones entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC. Unas horas antes, la organización revolucionaria hizo público un video musical. Este comienza con palabras de su comandante máximo Timoleón Jiménez, más conocido como Timochenko: «Llegamos a la mesa de diálogos sin rencores ni […]
El día 18 de octubre se instalaron en Oslo las negociaciones entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC. Unas horas antes, la organización revolucionaria hizo público un video musical. Este comienza con palabras de su comandante máximo Timoleón Jiménez, más conocido como Timochenko: «Llegamos a la mesa de diálogos sin rencores ni arrogancias.» Inmediatamente se ve a varios jóvenes interpretando un rap, sin portar armamento ni traje camuflado. Esto tuvo un gran impacto. La prensa colombiana lo consideró como un «manifiesto político».
El estribillo dice: «Ay, me voy para la Habana/ esta vez a conversar/ el burgués que nos buscaba no nos pudo derrotar/ ay, me voy para la Habana/ esta vez a conversar/ con aquel que me acusaba de mentir sobre la paz/ (…) Ay, me voy para La Habana/ supieran con qué emoción/ me voy para conversar la suerte de mi nación.»[*]
FOTO: HERNANDO CALVO OSPINA / Jaime Nevado: «En las FARC siempre dedicamos tiempo a la creación cultural, porque nuestro fin es crear un mundo nuevo, y la cultura es esencial para ello»
Acariciando las cuerdas de su guitarra me encuentro al hombre que compuso esa canción. Dice que se llama Jaime Nevado. Es muy amable y sus ojos sonríen a través de los lentes. Tiene canosos tanto la barbilla como el bigote. Al preguntarle la edad, me dice que está cercano al «séptimo piso». Mientras habla pareciera que abraza la guitarra. O mejor, es como si buscara en ella apoyo a sus palabras. Durante cuatro ocasiones detuvo la entrevista para interpretar sus canciones.
Hernando Calvo Ospina . ¿Cómo es posible crear un rap, música de jóvenes, a los casi setenta años que usted tiene?
Jaime Nevado . Soy un viejo que rejuvenezco cada día trabajando con jóvenes, mayoritariamente campesinos. Yo vengo de la ciudad, del mundo del teatro. Entonces este viejo, que un día fue joven, así le aporta a la juventud para ayudar a la transformación del país. S oy un viejo con la suerte de poder llegar a la juventud con la música.
Ahora, no olvidemos que el rap es una cultura que viene de lo marginal, de los negros estadounidenses, también marginales, que lo volvieron popular. Fueron esos negros, rechazados por esa sociedad altamente racista, quienes aparecieron en las esquinas con sus toques africanos expresando y rechazando esa marginación.
En mi caso, yo he logrado fusionar dos culturas urbanas diferentes, aunque con raíces africanas: el tango y el rap. Ambas nacidas en la marginalidad. Esa oportunidad me la dio el estar cerca de los jóvenes.
HCO. ¿En dónde aprendió esa forma de componer, de cantar, de tocar la guitarra?
JN. Eso nació hace muchos años, desde el momento en que me vinculé a las FARC, porque la guerrilla se me volvió una escuela de libertad. Lo aprendí en la cátedra diaria de un pueblo cansado de que lo exploten y lo humillen. Por eso cuando canto lo hago con el alma antiimperialista y el deseo de tener una nación diferente. La música, la cultura, son esperanza.
En las FARC siempre dedicamos tiempo a la creación cultural, porque nuestro fin es crear un mundo nuevo, y la cultura es esencial para ello. Por eso todas las noches hacemos una hora cultural, así estemos sólo tres guerrilleros. Si la situación de la guerra lo permite, nos reunimos en torno al fuego y hablamos de lo que ha sido nuestra vida cotidiana con la familia, con la novia, con los amigos. Alguno declama un poema, otra canta, otro cuenta una vivencia, o un grupo presenta una obra de teatro. O también bailamos nuestra linda música colombiana que tiene tantos ritmos, de tantas regiones. Es como una reunión espiritual.
HCO. ¿Esta «comunión espiritual» la hacen por ser guerrilleros o por temor a la muerte?
JN. Yo diría que es por ser humanos. Y los humanos logramos ser más humanos cuando reconocemos que muchas cosas simples que hemos tenido en la vida, pueden ser grandes experiencias. Y eso sólo se logra compartiendo recuerdos, vivencias.
Yo apenas era un simpatizante de las FARC cuando alguien me pidió que escribiera un poema. Lo necesitaba de urgencia, ¡para ya! Quería un canto a la libertad y a la vida. Y lo único que se me ocurrió escribir fue: «Aunque hoy la vida parezca ser un cuento, cuéntala, hermano, cuéntala tantas veces, tantas, hasta que ese cuento se traduzca en canto.»
HCO . Es contradictorio que Usted hable de cantar a la vida y a la libertad, cuando están catalogados de «narcoterroristas».
JN . Yo odio a los narcoterroristas. La imagen que tengo de ellos es terrible, porque son los que torturan, bombardean, asesinan al pueblo, a los niños, violan a las mujeres. Las FARC ha cometido errores con la población, pero terroristas no somos, y menos aún narcos. Los reales narcoterroristas son los que nos quieren hacer aparecer como ellos.
HCO . ¿Es que en la actualidad se pueden hacer las horas culturales? Lo digo porque con toda la tecnología que les han aplicado para localizarlos y bombardearlos, es peligroso prender un fuego, por ejemplo.
JN. Hay que hacerlas. Las FARC no se pueden detener ante las bombas, los tiros y la tecnología asesina. No, por el contrario, se debe cantar más, educarse más, pelear más. Y todo eso debemos hacerlo con alegría. Claro, existen unos días en que la guerra no lo permite. Pero apenas pasa el estallido de las bombas y los tiros, vuelve la cultura.
HCO . Usted hace trabajo cultural en la guerrilla, como muchos otros, ¿pero es que no podían hacerlo en las ciudades y pueblos, sin el fusil al hombro?
JN. En las ciudades se puede cantar, hacer teatro o poesía, pero siempre dentro del marco que establece el sistema. Cuando se hacen actividades para despertar cerebros en pos de un mundo diferente, te matan. Así es en Colombia desde hace muchísimos años. En la ciudad no se tiene la tranquilidad para hacer un trabajo político legal, porque apenas el estamento se da cuenta que uno piensa diferente, y que la gente está siguiendo el pensamiento de uno, ahí mismo ordenan el asesinato. Trabajar para levantar conciencia social es bien peligroso. Trabajar para que la gente deje de estar adormecida y alineada por culpa de la televisión, la internet y los mensajes de la radio, es muy peligroso.
Y no es que uno llegue a la guerrilla sólo para evitar que lo maten. No, es que aquí se pueden hacer muchas cosas que te permiten estar comprometido con algo valioso durante el trayecto de la vida. Porque es maravilloso que cuando uno hace un balance de la vida, uno pueda decir: yo pasé por la vida y no la vida pasó frente a mí como una película. Creo que la mayor satisfacción de un ser humano, cuando va llegando al final de su vida, es el haber hecho algo por la vida, por los otros seres, y con ellos.
En las FARC uno aporta ese grano de arena para cambiar la sociedad, porque las FARC es una escuela de formación de seres humanos.
HCO. Pero ustedes tienen teléfonos celulares, excelentes computadores, escuchan radio y ven televisión, como en cualquier otra sociedad consumista.
JN. Nosotros no estamos en contra de los avances tecnológicos, porque además los utilizamos para nuestra lucha diaria revolucionaria. Lo que no estamos de acuerdo es en lo que se están utilizando.
Lo que queremos en las FARC es que existan hombres y mujeres con criterios humanos diferentes. Cuando podemos miramos esas novelas, luego analizamos su contenido, hacemos debates para saber si algo nos aportan en el sentido ético y el valor humano. Lo que hoy se ve en la televisión colombiana es la apología a la mafia, al crimen. Inspiran al derroche, al lujo, al consumo, en un país donde 30 millones de personas viven en la pobreza. A eso es que los grandes medios de comunicación le brindan culto, y es lo que los jóvenes ven.
La cultura de masas que existe en Colombia, y en casi todas las partes del mundo, sólo sirve para adormecer a la juventud. Y nosotros tratamos de despertarla. La lucha es muy dura por desigual, pero lo intentamos cada día. Ellos tienen millones y millones de dólares para hacer su trabajo de alineamiento. Ellos aplican lo que se llama la «guerra de cuarta generación»: a un joven lo anulan, lo coaptan o lo matan. Anularlo es ponerlo a ver esas series estúpidas; coaptarlo es ganárselo para tenerlo en contra de sus propias gentes; y cuando no pueden lo uno o lo otro, pues lo matan. Así de simple. Entonces ya no son grandes ejércitos los que andan persiguiendo a los jóvenes, sino un comando de producción de televisión y cine.
HCO. Ustedes llevan cincuenta años de monte, de guerra. El gobierno repite que ya ustedes no tienen un proyecto político. Lo dicen también ex guerrilleros y muchos en la izquierda.
JN. La misma burguesía ha reconocido que con cinco millones de dólares se hubiera evitado esta larga y cruenta guerra. Con ese dinero se les hubiera permitido a las familias de 51 campesinos, 48 hombres y tres mujeres, tener trabajo, sembrar la tierra y aportar alimentos al país. Pero no, fue esa burguesía «traga níquel» la que dijo: «lo mejor es matarlos». Y lo intentaron, enviándoles 16 mil soldados y bombas, con el asesoramiento gringo. Y esos campesinos, armados con machetes y unas viejas escopetas, los enfrentaron. Luego de dos meses de estar resistiendo, teniendo el estallido de las bombas muy cerca, presentaron una propuesta política al país, que es el programa agrario que hasta hoy enarbolan las FARC. Eso fue el 20 de julio de 1964, día que se tiene como el nacimiento de las FARC. Y desde esa época hacemos propuestas políticas para salir del conflicto armado y social.
El Estado y los monopolios dueños de los medios de comunicación, repiten que no tenemos propuestas políticas; que a nosotros nos encanta estar en la selva para que nos piquen los mosquitos; y porque gozamos con todas las bombas y tiros que nos lanzan. Lo extraño es que siempre nos buscan para dialogar.
Y cuando nos buscan con la intención de que dejemos las armas, les repetimos lo que se necesita para que exista paz en Colombia. Entonces dicen que no se puede, que pedimos demasiado. Porque les decimos que la paz en Colombia necesita de pan diario en todas las mesas de los 30 millones de pobres; escuelas para aprender a leer y hacer cultura; hospitales para no morirse de una diarrea; tierra para cultivar y no tener que importar lo que podemos producir en cantidades. Dicen que no se puede, que no hay dinero. Claro, sobra el dinero para dar plomo y asesinar. Y permitir que las inmensas riquezas se las lleven las transnacionales.
HCO . ¿Por qué no han logrado tomarse el poder por las armas?
JN . No creo que sean las FARC quienes deben llegar al poder: es el pueblo. Y si no se ha llegado es porque han logrado tener al pueblo adormecido, alienado. El día que el pueblo se defina, vamos a conquistar el poder. Nosotros somos el ejército de un pueblo, y como ejército de ese pueblo estamos para conducirlo hacia el poder.
HCO .Y, ¿otra canción para terminar esta charla?
JN . ¡Claro que sí!: Cuente gringo la verdad/ ¿qué viene a hacer en mi patria?/ se que su oficio es matar/ invadir para saquear/ y con su transnacional propagar tantas desgracias. Conteste gringo abusivo/ ¿qué es lo que busca en mi tierra? Como le ocurrió en Vietnam/ y reciénteme en Irán/ lo volverán a sacar con el rabo entre las piernas. Gringo ya no joda más/ deje a mi pueblo tranquilo/ nos cansamos de aguantar/ no venga a buscar acá lo que no se le ha perdido. Por el caminito verde que conduce a la esperanza/ viene América Latina dispuesta a dar la batalla/ sello de la libertad por el que pasó Bolívar/ los pueblos van avanzando llevando al yanqui en la mira.
NOTAS:
[*] Rap de las FARC sobre la instalación de la mesa de diálogos de paz en La Habana, compuesto por Jaime Nevado:
https://www.youtube.com/watch?v=D-RdfpSr-pI
(*) Hernando Calvo Ospina es periodista y escritor colombiano, residente en Francia y colaborador de Le Monde Diplomatique. Su página web: http://hcalvospina.free.fr/
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