Han sido casi dos meses en prisión preventiva. Más de un mes bajo régimen FIES. Pero Alfonso Fernández, o Alfon, el joven vallecano detenido en la pasada huelga general ya está en casa, recuperando poco a poco su ritmo de vida previo al paso por el centro penitenciaro de Soto del Real. No está solo. […]
Han sido casi dos meses en prisión preventiva. Más de un mes bajo régimen FIES. Pero Alfonso Fernández, o Alfon, el joven vallecano detenido en la pasada huelga general ya está en casa, recuperando poco a poco su ritmo de vida previo al paso por el centro penitenciaro de Soto del Real.
No está solo. Su familia le da el calor que le ha faltado en la celda estas últimas semanas. Bajo una bandera republicana con una estrella roja en el centro, que preside el salón de la casa de esta familia con reconocida militancia de izquierda en el barrio, Alfon responde ya más tranquilo a las preguntas de La Marea, tras la jornada de adaptación de ayer.
Te han presentado tu madre, tu familia, tus amigos, pero falta que lo hagas tú mismo. ¿Quién es Alfon?
Un joven de un barrio humilde como es Vallecas, que se organiza con otros jóvenes de su misma condición y su misma clase y lucha por un sistema más justo y más igualitario, como tantos hay en este barrio y como tantos hacen falta. Siempre he militado en diferentes organizaciones de Vallecas, y me he organizado a nivel de barrio, que es la lucha en la que yo siempre he creído, que es la que está en la calle.
¿Cómo te encuentras ahora, después de casi dos meses en prisión preventiva?
Bueno, ya ha pasado el periodo en el que sales, de adaptación a la vida cotidiana y más tranquilo que ayer. La verdad es que ayer tuve un día bastante estresante, pero hoy ya estoy alegre, con energía, con las pilas puestas y con ganas de volver a retomar mi vida. Cuando salí, me quedé impactado (sonríe), al ver a toda la gente que había venido a apoyarme. Fue uno de los momentos más felices de mi vida.
¿Cómo has vivido estos dos meses de reclusión?
Con mucha incertidumbre, la verdad. El hecho de estar allí como estaba, en preventiva, con la jueza diciendo que no decidiría sobre mi situación hasta ver un informe policial. La policía no hacía nada por que llegase ese informe a la jueza. Simplemente, un día se presentaron allí a hablar con ella y contarle mil historias sobre quién era yo y qué hacía y a manipularlo todo.
Entonces han sido dos meses de incertidumbre, de no saber qué va a pasar conmigo, ni cuánto tiempo iba a permanecer allí, ni si iba a quedar en libertad. Y claro, al estar en fichero FIES se hace más complicada la situación y más dura, si cabe. Pero lo positivo, con lo que me quedo de esta situación es toda la solidaridad que he recibido de tanta gente, de mi familia, de amigos. Me ha hecho sentirme muy orgulloso de la gente que tenía ahí fuera.
Supongo que te ha ayudado bastante a sobrellevar el FIES…
Sí, claro, psicológicamente es un empujón el hecho de tener todo este apoyo y toda esta solidaridad.
Tu madre lamentaba el hecho de no poder comunicarse contigo todo lo que le gustaría.
A mí me metían, una vez a la semana, en una cabina cerrada con llave y ahí grababan todo lo que hablaba con mis familiares. Venían a verme los sábados mis padres, mi hermana y mi novia. A Daira [su novia] no la dejaban entrar, no sabemos todavía por qué, pero bueno, la verdad es que todo lo demás no era diferente al resto de reclusos.
Luego he tenido problemas con la correspondencia, que a partir de la semana y media, cuando me llevaron al FIES, no me llegó nada de correspondencia. Y luego las llamadas tenía menos que el resto de la gente. Las recibía desde las cabinas que hay en el módulo.
¿Cómo era tu vida diaria en el FIES?
El FIES te influye sobre todo en las comunicaciones con el exterior, en lo cual te ponen muchas trabas. A parte de eso, mi vida allí era como la de otros presos. Mucha lectura, mucho deporte, dar paseos, jugar a las cartas, hablar, aburrirse… y pasar así los días, intentando matar el tiempo con lo que podía. Pero sí había días en los que se hacía más duro, que estaba con el ánimo más decaído.
Al principio pensabas que sería algo pasajero…
Sí, claro, me decía a mí mismo que esto sólo serían unos días, pero pronto vi que no, que la cosa estaba muy complicada. La juez no decía nada, sólo que estaba a la espera del informe policial. Es todo eso lo que crea la incertidumbre, el estado de ansiedad que me provocaba el hecho de no saber qué iba a pasar. Pero bueno, finalmente a la juez parece haberse cansado de esperar a ese informe policial que no le era enviado, que tendrían retenido o que directamente ni existiría y ha decidido ponerme en libertad hasta el juicio.
¿La juez no ha argumentado este cambio de criterio?
No, no ha dicho nada. La situación es la misma que cuando entré en prisión. No hay nada nuevo, nada diferente. Seguramente se ha cansado de esperar al informe que la policía prometía.
En cuanto a la solidaridad que había fuera, ¿a ti cómo te llegaba todo lo que se estaba moviendo?
Por las comunicaciones con mi madre y con los abogados que venían a verme de la asociación Libre. Durante la última semana, sobre todo. Y mi madre, los sábados me iban contando todo lo que se estaba haciendo a nivel estatal, e incluso fuera, en otros países. Y la verdad es que eso te da mucho ánimo y ayuda mucho ahí dentro.
Mi caso ha sido un poco como un símbolo de lo que está pasando ahora mismo en el país. Al ver el aumento del descontento social, con las medidas tan injustas que está tomando un partido ultraliberal y ultraconservador como es el Partido Popular, las autoridades aumentan muchísimo su represión y la justifican de cualquier manera. La utilizan para callar a todo aquel que se niega a aceptarlo.
¿Crees entonces que la gente ha visto en ti un reflejo?
Sí, yo creo que sí. Pero también estaría bien que supieran que ni soy el primero ni el único preso político que hay en España. Esto viene de largo. Muchos habían pensado que la lucha de clases ya no existía, que todo esto ya había acabado y que vivíamos en una socialdemocracia, en un Estado del Bienestar. Y eso no es así. Mientras no se socialice la producción, mientras no se consiga la abolición de la propiedad privada de terrenos y grandes empresas, seguirán existiendo este clasismo, estas injusticias y esta explotación del hombre por el hombre.
Más bien vamos en sentido contrario de lo que tú planteas…
Sí, vamos a lo más salvaje, donde el ser humano no tiene ninguna importancia, ya que lo importante es el dinero y lo económico.
Es evidente que tanto tú como tu familia sois gente de izquierdas.
De toda la vida. Mis padres han pertenecido a la izquierda, pero a la más pegada a los barrios, a la organización asociativa. Yo siempre he preferido la lucha en los barrios, donde se intenta crear el poder popular que tanto ha caracterizado a Vallecas y que hace falta hoy más que nunca.
Al salir, dijiste que considerabas a tu madre una «heroína». ¿Cómo ves la lucha de ella, de Elena, para conseguir tu libertad?
Bueno, yo ya la conocía, ya sabía de lo que era capaz (risas), pero cuando lo ves es cuando te impacta, te deja sin palabras. Qué voy a decir, que tengo mucha suerte de tener la familia que tengo, los amigos que tengo, la compañera que tengo. Toda la gente que me rodea. Me siento afortunado.
Haciendo memoria, ¿cómo viviste el momento de tu detención?
Muy surrealista, muy peliculero. La detención parecía casual, fortuita, pero tras ver el trato, mi entrada en prisión y todo lo demás, me di cuenta de que estaba motivada por razones políticas.
Yo iba a buscar a mi tío en el coche con mi novia. Nos pararon de forma rutinaria. Y entonces nos sacaron la bolsa con todo el material. En un primer momento, yo lo vi y pensaba que eran unos botes de spray, y ellos también. Luego empezaron a decirme que dónde iban con esto. Yo les dije que eso no era mío.
Iba mucha gente ese día en el barrio al piquete, y a los que identificaron fue a mí y a Daira. No fueron capaces de dar con el verdadero portador de aquello y fueron a por nosotros.
Se habla de una persona desconocida que pasa y arroja la bolsa…
No, yo eso no lo vi. Ellos hablan de un tercero, pero luego dicen en el atestado que lo portaba yo, mintiendo y manipulando claramente. No se aclaran ni ellos. También me dijeron en el interrogatorio que si no les decía lo que querían saber, que yo iba a comerme el marrón y ellos se iban a alegrar, por «hijo de puta». En ese momento supe que la situación estaba complicada y que iban a por mí, porque sabían que yo pertenezco a diferentes organizaciones reivindicativas de Vallecas y nos quieren asustar, siempre lo han intentado.
Una vez detenido, ¿cómo fue el trato policial?
No hubo agresión física ninguna, pero psicológicamente utilizaron mucho a Daira en mi contra y tuve que lidiar con la situación. Lo hicieron de forma constante. También hubo algunos insultos por parte de algunos policías. Decían que éramos unos malditos comunistas, que no habíamos trabajado en nuestra vida. Que éramos unos parásitos. Y este tipo de comentarios que suelen hacer los nostálgicos de Paco.
¿Cómo utilizaban a tu novia para presionarte?
Iban a por mí. A Daira la utilizaban para decirme que yo era un maricón, que no la quería, que estaba sufriendo por mi culpa. Con esto es con lo que más sufrí, lo que más me hizo más mella y me da más malos recuerdos. Ellos lo sabían, por eso lo utilizaron.
Es extraño que, estando los dos en el coche, supuestamente en posesión del mismo material, hayáis tenido diferente trato….
Sí, claro, porque ella no es tan militante. Es cierto que ella también es una joven combativa, pero no con el nivel de implicación que he tenido yo. Con mi familia, me he criado en los brazos de mi padre yendo a manifestaciones. Entonces, ellos sabían de mi historial reivindicativo y fueron a por mí en todo momento. Nos tienen muchas ganas a muchos jóvenes de este barrio porque más de una vez le hemos sacado los colores a su jefa [la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes].
Bukaneros suele protestar con pancartas en los partidos del Rayo Vallecano.
Le recordamos que su marido tenía asuntos turbios con la justicia por asuntos económicos. Luego, desde su atalaya se atreve a darnos lecciones de moral, de cómo tenemos que vivir, mientras ella está rodeada de lujos y una paz infinita. Esta gente es muy osada. Desde su posición de poder nos dan lecciones de la vida, de moral, de sacrificio. Están erre que erre con su legitimidad, con su democracia que les hace justificar todo.
Cifuentes volvió a insistir ayer en que eres culpable, que portabas ese material explosivo. ¿Tú te reafirmas en que todo es un montaje?
Absolutamente. Es un montaje para ir a por los colectivos de jóvenes que se organizan y que hacen que la gente se plantee esta justicia que nos han impuesto y que han creado a su beneficio. La juventud que se empieza a organizar sobre todo en estos tiempos tan difíciles plantea unas alternativas que a ellos les arrebataría todo su poder, tanto económico como político, como social.
Y tú, como ha dicho tu madre en varias ocasiones, serías un «cabeza de turco»…
Sí, se puede decir así. Tampoco pienso que yo sea un mártir ni nada de eso. Me han utilizado para meterle el miedo en el cuerpo a la juventud, pero vamos, es mucho más fuerte la causa, los principios, que el miedo que intenten ellos meterme. No lo vana conseguir.
Un diario conservador publicó hace dos días un artículo en el que te acusa de un amplio historial delictivo. ¿Qué tienes que decir a esto?
Eso fue el mismo día de mi liberación, por la mañana. Los primeros en enterarse de mi puesta en libertad fueron ellos y los primeros en intentar manchar mi imagen para decir «sí, está libre, pero mira, es un delincuente, es un Torete, un Vaquilla». Muy rápidamente se pusieron manos a la obra para desprestigiarme.
Los medios más conservadores suelen hacer esto. Ellos siempre usan estos métodos, para justificar ciertas cosas o para desmovilizar a la gente. Pero vamos, que nosotros tenemos que ser inteligentes, tener templanza y no caer en esas provocaciones.
¿Te consideras, como afirma este periódico, un violento?
Para nada. Estos medios no tienen escrúpulos ni reparos. Para ellos la verdad no vale nada, nunca ha sido buena.
¿Vais a emprender acciones legales?
Eso ya lo decidiremos, pero algo tendremos que hacer, porque son acusaciones graves.
¿Cómo valoras el apoyo que te ha dado el barrio de Vallecas y la peña de Bukaneros?
En situaciones como ésta, lo único que consiguen es que nosotros nos unamos más, que nos sintamos más fuerte y nos hagan crecer. Sus medios seguirán siendo los mismos, pero que sepan que esto no tiene vuelta atrás. Que [las autoridades] muevan ficha y ya se darán cuenta de que no pueden hacer nada para acabar con nosotros.
Ahora, a esperar al juicio. ¿Cómo lo afrontas?
Con calma, con seriedad y con paciencia. Tratando de no caer en la ansiedad de preguntarme qué pasará o qué no pasará. Ya estoy aquí en casa, ya puedo estar tranquilo y organizarme bien con mi abogado, con mi compañera, y estar arropado por toda la gente que me quiere, me apoya y eso, tomarlo con calma.
¿Qué ha supuesto en tu vida esta experiencia?
Me reafirma en mis convicciones, en mis principios. Me sirve para darme cuenta de lo importante que es la unidad de la izquierda más reivindicativa, más de calle. Que hay mucho trabajo, muchos problemas y, sobre todo, no olvidarnos de que en este país hay muchos más presos políticos que también necesitarán el apoyo del pueblo y de las organizaciones de izquierda.