Aunque bastantes habaneros y habaneras se abracen algunos días o todos los días como demostración de afecto o algo más íntimo y pasional, todos, al igual que el resto de los cubanos y cubanas, se abrasan diariamente, especialmente a las horas del mediodía, debido al intenso calor que a todos sofoca en nuestra Isla desde […]
Aunque bastantes habaneros y habaneras se abracen algunos días o todos los días como demostración de afecto o algo más íntimo y pasional, todos, al igual que el resto de los cubanos y cubanas, se abrasan diariamente, especialmente a las horas del mediodía, debido al intenso calor que a todos sofoca en nuestra Isla desde principio del mes de junio.
Esta temporada de verano comenzó igual que comenzó la del año pasado: con intensos calores no habiendo terminado aún el mes de mayo. Todos nos espantamos sólo al imaginar que si este es el calor que nos agobia en junio cuanto nos achicharremos en julio, agosto y la primera parte de septiembre.
Ya a partir de las nueve de la mañana el calor lo domina todo. Antes de cualquier saludo entre vecinos o amigos, aún en una conversación telefónica, se antepone la frase del momento: ¡¡¡que calor hace!!!!, como muestra de gran irritación y aún desespero.
Pero nada de esto relacionado al intenso calor que se sufre durante los meses entre mayo y octubre es nuevo en nuestro querido archipiélago, como algunos ahora tienden a describir a nuestra querida Isla y sus cayos y pequeñas islas adyacentes. Recordemos que no era en vano porqué los pueblos que habitaban estas tierras en la época de la conquista española andaban en cueros, «como Dios los parió» al decir de los cronistas de sus exterminadores, y que para horror de esos apestosos e inmundos extranjeros aquellos para refrescarse frecuentemente se bañaban en las aguas del mar y de los ríos cerca de los cuales habitualmente vivían.
Y fue este insoportable calor el que provocó la idea de la exitosa campaña de guerra de desgaste en contra del ejército colonial peninsular del General en Jefe del Ejército Libertador, Máximo Gómez, en nuestra última guerra por la independencia de España, estrategia que afirmó al anotar en su Diario de Campaña que sus tres mejores generales eran Junio, Julio y Agosto. Enseñanza que siempre debemos tener presente…
Para nuestros compatriotas invariablemente el verano más reciente, el que sufren en ese momento, es el de más calor que ellas y ellos recuerden, aunque las marcas de la temperatura en veranos anteriores demuestren años de tanto calor o más calor que el presente. No importa. Como lo sufren lo entienden cierto.
Ah, que bueno es poder llegar a la casa y darse un baño con agua fría, para refrescarse. Aunque hay muchos cubanos y cubanas que pertenecen a tribus diferentes a la mía, tribus que requieren de agua caliente o tibia para bañarse no importa el calor que sientan. Para mí esto es algo realmente inconcebible. Aunque esos mismos que requieren en pleno verano, después de sufrir todo el día del agobiante calor, de agua tibia o caliente para bañarse en casa, son los que con plenitud disfrutan el agua fría del mar o de los ríos. Deleite y tesoro de nosotros los seres tropicales.
En las noches de verano, noches de calor y profunda humedad, las habaneras y habaneros se botan a las calles a refrescarse con las brisas que soplan a esas horas sin sol. Y ¡ay! de la puñetera noche que se le ocurra no permitir que corra brisa alguna. Les caen -a esas noches– todas las posibles maldiciones que millones de exasperados seres humanos en esa Isla puedan imaginar. No tener el alivio de las brisas para refrescarnos en la noche antes de ir a dormir es sellar un día infernal.
Y ahí en cualquier calle habanera se sientan en sus propias sillas las vecinas para observar y chismear y los vecinos para tomarse las cervezas y los traguitos mientras también chismean y juegan al dominó. Claro, en muchos lugares, esto es así hasta la hora que se trasmite por la televisión la novela de esa noche que motiva que cada cual coja para su casa a verla, bajo el lema aquel de calabaza, calabaza…
Qué bueno es poder abrasarse los veranos, sufrir el calor, la lluvia, la humedad o disfrutar de días estupendos, de la playa, la costa o el río, del parque, de la calle, de la familia y de los amigos, en casa, en esa bella tierra, esa Isla, que nos vio nacer y a la que tanto amamos