La víspera de La Diada catalana, la portavoz de ICV-EUiA en el Congreso de los Diputados, Laia Ortiz, tiene la cabeza dividida entre las performances de reivindicación del 11 de setembre y la primera comparecencia tras el verano del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la Cámara Baja. Será el mismo día, pero en Madrid. […]
La víspera de La Diada catalana, la portavoz de ICV-EUiA en el Congreso de los Diputados, Laia Ortiz, tiene la cabeza dividida entre las performances de reivindicación del 11 de setembre y la primera comparecencia tras el verano del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la Cámara Baja. Será el mismo día, pero en Madrid. Ortiz lo justifica alegando que tan importante es «realizar la consulta» como no quitar el foco de los constantes «ataques» que están sufriendo las políticas sociales.
Los dos partidos que llevan las riendas de Cataluña, CiU y ERC, parecen distanciados por el aplazamiento de la consulta que anunció Mas para 2016. ¿Cómo ha funcionado hasta ahora el Govern?
Ahora es un gobierno paralizado, un desgobierno. En un momento en el que el país tiene múltiples retos, especialmente sociales, urge dar solución a las problemáticas de Sanidad, Educación, pobreza, paro… Pero es un gobierno que no ha llevado ninguna iniciativa al Parlamento. Sólo tenemos alguna ponencia conjunta que habla de transparencia o de Ley electoral. Pero a propia iniciativa del Gobierno no tenemos nada. Por no tener, no tenemos ni presupuestos, que es el principal instrumento de un gobierno para transformar y hacer política: asignar partidas presupuestarias. Es una estafa a la democracia.
Eso por la parte social. Por la parte nacional, se han hecho muchas cumbres en esta legislatura, pero poca concreción. Desde ICV, fuimos los primeros que dijimos que esto no se podía pilotar desde el Gobierno, que el centro de gravedad tenía que estar en el Parlamento. No se puede vincular a un gobierno, sino a la pluralidad de un arco parlamentario. Ha costado meses constituir la comisión del derecho a decidir, que es lo que nosotros pedíamos para elaborar una hoja de ruta conjunta. Finalmente se constituyó, pero nos da la sensación de que Mas va por libre. O va con ERC. Pero no puedes constituir un Pacto Nacional por el derecho a decidir y tú, unilateralmente, decir que, si la consulta no se hace, vamos a unas elecciones a 2016. ¿Y qué pasa con lo demás? ¿Es cartón piedra?
¿Mas está desinflando el globo de la independencia?
CiU, y Mas en particular, ha jugado con el derecho a decidir, y con el sentimiento de una mayoría del pueblo de Cataluña, con esa voluntad de cambiar la relación con el resto de España. Mas ha jugado con este malestar, como ha hecho CiU en muchas etapas de la historia. Alimenta el conflicto en función de si quiere tapar los propios errores. Ahora juega una hoja de ruta que no la ha diseñado hasta el final. Va jugando en función de cada coyuntura. ¿Pero la desinflando o está buscando un escenario que sea favorable para él? Hace un año, era evidente que hacer una consulta no era algo fácil. El gran error de ERC y CiU fue explicarle a la gente este ‘independentismo mágico’: todo está ganado, el independentismo será fácil, haremos una consulta y llegará la independencia y seremos un país rico sin ninguno de los problemas que tenemos. Es una falta de honestidad que han tenido tanto ERC como CiU. Pero hay que mirar la realidad: no hay ningún país que haya conseguido ni hacer un referéndum, y menos un proceso de emancipación nacional, que lo haya tenido fácil ni en tan poco tiempo. La mayor parte lo ha hecho después de una guerra. O de procesos de descolonización. Tengamos un poco de comparativa histórica.
Ha puesto el freno porque CiU es un partido muy vinculado a los intereses económicos. Y a los intereses económicos de Cataluña, que le han echado el freno.
¿Por qué hablan de «derecho a decidir» y no «derecho a la independencia»?
Siempre hemos hablado en ICV de derecho a decidir, donde todas las opciones deben tener cabida. El derecho a decidir, para que se ejerza y se haga de forma plena, requiere un debate y una deliberación.
¿Hablar de «derecho a decidir» en el contexto catalán no es una expresión demasiado general? Da la sensación de que le ponen un velo.
Implica poder hacer una consulta a la ciudadanía sobre el futuro político que queremos: si queremos ser un estado propio y qué relación queremos tener con España. Pero no sólo el derecho a la independencia. También puedo querer una relación horizontal con el Estado español, desde el federalismo, la confederación. Es importante que pueda decidir el pueblo qué relación quiere tener. No tiene que ser la secesión. Yo creo que lo importante, para que los ciudadanos puedan tener libertad, es que le llamemos «derecho a decidir» el futuro de la independencia.
Entonces, ¿ustedes únicamente están pidiendo más referéndums?
Claro. De hecho, nuestro lema en la Diada es Volem decidir-ho tot [queremos decidirlo todo, en castellano]. Porque una de las grandes falacias en este debate de la independencia es explicarle a la ciudadanía que, para decidir sobre sus propias vidas, sólo depende del estatus que tenga Cataluña sobre el Estado español. En un momento de globalización económica, donde el neoliberalismo nos está quitando todos los derechos por los que hemos luchado. En el que la Troika interviene en todas las decisiones. Me parece tratar a la gente de estúpida decirle que todo su espacio de libertad depende de eso. Es una cosa más. Hablamos de muchas consultas, de un proceso constituyente que va más allá.
Es importante que la consulta se haga sí o sí. Que no le demos vueltas ni manipulemos eso en función de unas encuestas que pueden beneficiar a unos, o declarar la independencia de forma unilateral aunque eso signifique romper la cohesión social y la unión civil en Cataluña, con las consecuencias que eso tiene.
En un contexto de crisis, ¿no es más difícil hacer frente a la Troika desde el Estado pequeño como el que sería Cataluña?
Si realmente nuestro grado de libertad va en función de tener un país grande, del tamaño de un estado, creo que lo llevaríamos muy crudo. No creo que, por ejemplo, en EEUU sus ciudadanos sean más libres: poca pluralidad política, escasa capacidad de decidir cuando se toman las decisiones… No depende de lo grandes que seamos.
El cuestionamiento a la Troika pasa por una alianza, no por que cada Estado busque su propia salida de la crisis. Estamos viviendo un cambio de época, donde se está instaurando el neoliberalismo en Europa, donde había un pacto social para resguardar los derechos laborales del Estado del Bienestar. La lucha no puede ser desde un Estado, sino que tiene que ser europea. Empezando desde el Sur de Europa, estableciendo alianzas.
La lucha contra las políticas neoliberales se tiene que empezar desde nuestra comunidad, la más pequeña que sea, buscando alternativas a la práctica cotidiana, al capitalismo neoliberal. Desde la forma de consumo, pasando por los municipios, nuestras comunidades autónomas, el Estado y Europa. Esto no se gana desde el Estado.
Tardá dice que el primer president de Cataluña tiene que ser Artur Mas, pero que el primer president electo tiene que ser de ERC porque la Constitución catalana se tiene que escribir con tinta roja.
Hay mucha gente que habla del futuro para esquivar el presente. Hablan como si todo estuviera hecho y sólo faltase envolverlo para regalo. ¿Cómo puedes diseñar el futuro país que quieres? Deberíamos estar hablando de qué país queremos y cómo lo queremos, a través de un proceso constituyente. Qué modelo fiscal, de democracia, cómo se elegiría…. puede que el sistema de partidos salte por los aires.
¿Puede saltar el sistema de partidos?
Sí
¿Por qué?
Puede saltar incluso en España. Ya está sucediendo. Las últimas elecciones cambiaron las dinámicas. Los dos partidos mayoritarios…
Hablamos, entonces, de que puede saltar el bipartidismo.
No, no. Del sistema de partidos en su conjunto. Pero también tiene que ver con eso. En Cataluña se ha derrumbado el bipartidismo CiU-PSC en los últimos años. ERC pasa por delante en muy poco tiempo. Emerge Ciutadans y se coloca con nueve diputados; una fuerza nueva que te está cuestionando precisamente el derecho a decidir y reivindica la españolidad. Emergen las CUP, algo que hace unos años nadie habría pensado del independentismo de izquierdas. Crece el ecosocialismo… Evidentemente puede saltar el sistema de partidos. En Cataluña siempre hay el eje izquierda-derecha y el nacional, que te configura una paleta de partidos. Ahora, yo añadiría el concepto de democracia, de partido nuevo. Vamos a ver qué pasa con el eje nacional.
Pero eso es regeneración parlamentaria, no «saltar el sistema de partidos».
No. Pero es que a lo mejor desaparecen y se crean nuevas fórmulas.
Las CUP o procesos como el de Arcadi Oliveres y Teresa Forcades, ¿son burbujas o tienen recorrido?
Las CUP es una fuerza política que ha emergido, pero hace tiempo que trabajan a nivel municipal y gobiernan en ayuntamientos. Pero no puedo decir cuál es el futuro. El proceso constituyente está teniendo éxito porque genera ese debate de hacia dónde queremos ir y facilita que en las asambleas del proceso estemos presentes desde la gente de las CUP u otros partidos o gente que no se identifica con estas formaciones. Desearía, porque así lo hemos debatido en nuestra asamblea, seguir trabajando para crear una alternativa a la política conservadora que nos está gobernando en Cataluña, al margen del escenario de la independencia. Tenemos que ponernos a trabajar en espacios comunes. El proceso constituyente debería facilitar eso. De abajo a arriba. Desde los municipios. Por lo menos, ahora está pasando. Ya veremos qué continuidad tiene. Son asambleas. Todo va requiriendo su forma de organizarse. Arcadi estuvo en nuestra asamblea y dijo: «Vosotros y nosotros somos lo mismo». Vamos a trabajar juntos. Y en eso estamos. Espero mucho de las izquierdas. Aunque ellos digan que no hay izquierdas ni derechas, los discursos de Teresa Forcades son transformadores, e incluyen los valores de la izquierda.
Pero, de momento, la derecha va ganando clarísimamente. Por goleada. En el Estado, en Cataluña… Este momento de desmoronamiento del bipartidismo también a veces propicia la voluntad de hacerlo todo solos: «Ahora es mi momento y es mi momento de triunfar». Y lo que nos puede pasar es que tengamos un montón de enanos, entre los que me incluyo, que hayan triunfando individualmente pero que no hayan trascendido políticamente.
Entre todo este grupo de ‘enanos’ y CiU, tenemos a ERC, que parece que está siendo el más pragmático. ¿Es el que está sacando más rédito de esta situación?
Según dicen las encuestas, sí. Pero todo es muy volátil en política. Y claro, si ERC juega a no mojarse, a avalar a un gobierno, a evitar que Mas comparezca por el caso Palau, a evitar que se den explicaciones, a que no haya comisiones de investigación, a que no haya presupuestos, a que no haya comisiones de investigación, a que no haya alternativas porque no se quiere mojar ni desgastar… Nos está vendiendo a nivel social a cambio de una consulta, que ahora no sabemos si se hará o serán unas elecciones porque a lo mejor les beneficia. Es una ERC que juega a alimentar una creencia que yo creo que es muy poco honesto por parte de una fuerza política. No puedes borrar todo el conflicto social diciendo que todo es culpa de Madrid. Y eso es un problema para la izquierda.
Desde el resto de España no se termina de entender lo que pasa en Cataluña.
Ahí está la raíz del problema. Hay una falta de comprensión mutua. No se es consciente porque ha habido una gran irresponsabilidad de las fuerzas políticas que han gobernado España. Se ha roto con pactos básicos. Se ha alimentado el conflicto porque ha dado votos. Al final, hemos explicado a los ciudadanos en Extremadura o Andalucía que, por ejemplo, un acuerdo bilateral es una traición al resto de España. O que un acuerdo de financiación es una estafa o un robo.
Por otro lado, se han alimentado discursos anticatalanes porque daba votos, tanto en el PSOE como en el PP, sin tener en cuenta lo que va a pasar a medio y a largo plazo. Y ahora estamos en ese escenario. Irresoluble. De desencuentro. Y por no hablar de los medios de comunicación… Hemos alimentado escenarios a base de mentiras, diciéndole a la gente que si vienen a Cataluña, no lo van a entender. O que nadie entiende el castellano. O que no se puede aprender el castellano en las aulas. Dibujan mundos paralelos. Y eso explica que, en un escenario como el actual, nadie nos entendamos.
Me parece insólito el capítulo del Estatut. Cataluña le planteó honestamente un encaje definitivo. Un pacto con la ciudadanía que debía de inspirar las políticas en el s.XXI, pero también una relación con España, que significaba federalizar España. A raíz de aquello, Andalucía hizo su Estatut. Y Aragón. Y Valencia. Inspirados en lo mismo. Debería de haber sido una oportunidad de diálogo. A pesar de eso, desde el PP y el PSOE no hubo una respuesta a la altura. El conflicto era más rentable en términos de voto. Ahora, la hipoteca la tenemos.
Independencia, paro, crisis, corrupción… ¿Dónde ha quedado el ecologismo? Hubo unos años en los que estuvo de moda y se hablaba de él en los medios de comunicación.
A lo mejor a los medios de comunicación no les interesa tanto, pero está habiendo movilizaciones sobre la energía. Porque el ecologismo tiene mucho que ver mucho con la libertad, con la soberanía, con la capacidad de los ciudadanos de defender el patrimonio, que es de todos. La Ley de Costas ha generado un rechazo importante de la ciudadanía. En el ecologismo también hay muchas respuestas al origen de nuestros problemas, al modelo de crecimiento; al modelo económico, que es injusto, que está mal repartido. Pero desde el punto de vista materialista, cuando la gente no tiene cubiertas sus necesidades básicas, se aleja de otro tipo de luchas. Pero cada vez hay más gente que comparte este diagnóstico. Hoy, el ecologismo forma parte del conflicto social. Las principales guerras que habrá en el mundo tendrá que ver con los recursos como el agua.
Y, mientras, el gobierno se dedica a cargarse las renovables, que es el único recurso autóctono que tenemos. También preocupan cada vez más las muertes que provoca la contaminación en nuestro país. El problema será seguramente que el ecologismo continúa en boca de pocos. Somos pocos los que lo incorporamos políticamente, algo que no pasa en la mayoría de países desarrollados. Incluso la derecha ha terminado entendiendo que no podía dejar de incorporar el eje ecologista a sus discursos. Pero es que aquí… es una irresponsabilidad alucinante de los gobiernos.
¿Qué va a hacer mañana, por La Diada?
Mañana estaré aquí, [en el Congreso] escuchando a Rajoy, sabiendo que muchos de mis compañeros y compañeras estarán en la Via Catalana, en l’Encerclem La Caixa o l’Encerclem el Trueta o los servicios públicos. Sabiendo que estamos sumando a esas movilizaciones, reivindicando el derecho a decidir y la cuestión social, que no podemos olvidar. Yo estaré aquí porque, con el panorama que hay después de todo lo que ha pasado en verano, hay que estar en la sesión de control y tenemos Pleno en el Congreso. Por la tarde iré al acto institucional de La Diada que se convoca en Madrid.