«Repensar los movimientos sociales» Ediciones de la Casa Chata, CIESAS, 2013
Una de las premisas que dice Jorge Alonso en que se basa su enfoque para realizar su trabajo, es la siguiente: «entender lo que los propios movimientos dicen de sí mismos».
Introducción: Alonso plantea una situación preocupante en el panorama político y sociocultural de los países: la Crisis de representación política. Pero principalmente lo que le interesa es la importancia de la conformación, dinámica procesual y de redes de los movimientos. Una dimensión que destaca en los estudios sobre movimientos sociales es el desarrollo de enfoques culturales: la identidad, la cultura, lo simbólico, las solidaridades, las convivencialidades, las emociones, esperanzas, etc.
1.Aproximaciones a los movimientos sociales. Existe una gran gama de perspectivas y de aproximaciones: las acciones colectivas, sus movilidades y sus identidades, las palestras, sus desgastes y ciclos, sus fines, sus redes de solidaridad con información-
-Aproximación touraineana: Fundamentalmente A. Touraine los concibe como movimientos culturales porque no se pueden analizar con los elementos de las viejas concepciones.
-Aproximación de sousiana (Boaventura de Sousa Santos): Los visualiza como nuevos protagonistas con nuevas acciones ante nuevas prácticas de opresión; destacan: por su diversidad, por la búsqueda de su emancipación personal, cultural y social, porque amplían la política. Señala asimismo que contribuyen ampliamente al diálogo entre ciudadanía, subjetividad y emancipación en vistas a una sociedad más igualitaria y respetuosa de las diferencias.
-Aproximación altermundista (S. Amin, M. Castells).: Esta destaca la existencia de un capitalismo global al que hay que alternizarle y disputarle prácticas, sociabilidades y significados desde nuevas y diversas redes, alianzas y alternativas locales e internacionales, con democracias participativas y demodiversidad, estrategias comunes, horizontales y tecnologías que permiten refiguraciones.
-Aproximaciones desde Latinoamérica. Confluyen en que no hay un solo sujeto sino distintas clases, sectores, capas y temas, muchos más autónomos, múltiples, transversales, por reconocimientos, derechos e identidades que se enfrentan a las políticas neoliberales.
-Aproximaciones desde la multitud, desorganización y dispersión como «estrategias» (T. Negri, J. Holloway, R. Zibechi, R. Gutierrez). Subrayan la importancia de enfrentar a los poderes dominantes centralizados -como el Estado- con ópticas de la teoría del caos, de construir poderes dispersos para propiciar el desorden, la autodeterminación, la dispersión, las fragmentaciones y la multidiversidad que permiten las autonomías y descentralizaciones.
-Aproximaciones organizativas de la dispersión (Borón, Bensaïd). Por el contario enfatizan la organización ante la desorganización, ante propuestas paralizadoras, minimalistas micropolíticas y el empirismo de los movimientos y de los teorizadores. Ponen el énfasis en no perder de vista la construcción de una hegemonía y disputa por el poder central. En este apartado también hace mención de aproximaciones combinadas (Saint Upéry y P. González Casanova). Éstas se plantean hacer balance de las dos estrategias (dispersión y organización) y combinarlas en vistas a construir hegemonías de oposición, nuevos frentes y bloques plurales.
-Otras aproximaciones más recientes (Badiou, Calderón, Revillo, Floréz, Zibechi y Holloway). Mayoritariamente acentúan lo que les parece que aportan y desarrollan los movimientos como: su desconexión de la clase política, sus acciones no previstas y reguladas, su no aceptación de jefes y burocracias, la búsqueda de igualdades con respeto a la diversidad, la generación de nuevas formas culturales de hacer política, su énfasis en los problemas geoambientales, su carácter anticapitalista más allá del Estado-nación.
2.Algunas pistas. Aquí plantea Jorge Alonso que hay que estar atentos a las condiciones en que emergen los movimientos, a su desarrollo y proceso, sus latencias, sus repertorios tácticos, las marcas que dejan, su multidiversidad y sus alianzas. Insiste Alonso en la necesidad de saber escuchar lo que dicen los movimientos de sí mismos teniendo en cuenta la importancia de las convergencias, coincidencias, diseños viables de alternativas ante los enemigos (no sólo existe un centro de poder) concebidos como varios centros de poder de gran calado. También plantea considerar que aunque haya derrotas, los movimientos en determinada coyuntura siempre mellan el poder y surgen nuevos imaginarios y prácticas.
-Discusión sobre convergencias. Aquí Jorge Alonso hace el planteamiento que aunque hay muchos movimientos anticapitalistas entre ellos no pueden exigirse que unos se subordinen a otros. Indica que hay que encontrar un «cemento» para que «el conjunto de los movimientos tenga la capacidad de construir una sociedad alterna al capitalismo (p. 79). El cemento se construye sobre la base de coincidencias, identificaciones, complejas redes, aprendizajes colectivos y una meta común, y se va consolidando en innovadoras formas orgánicas: a este dinámica constructiva la llama de «pluralidad convergente» en proceso de aglutinamiento. Cita a Samir Amin sobre la sugerencia que hace este autor de construir una nueva Internacional (la V). Cita también a Boaventura de Sousa Santos en sus intervenciones en el Foro Social Mundial respecto a las nuevas alianzas, por ejemplo cuando señala que se necesitan «convergencias densas e intensas» a partir de las diversidades [y la democracia participativa] plenamente asumidas».
3. Repaso de los principales movimientos sociales mexicanos [vistos desde abajo]. Inicia su recorrido sintético a partir del alemanismo de los años 40 del siglo XX hasta principios de la segunda década del siglo XXI con la lucha de Javier Sicilia contra la guerra calderonista, pasando por el 68, la guerrilla urbana, el neozapatismo, el movimiento de huelga estudiantil en 1999 de la UNAM y el movimiento de defensas de Atenco, entre otros. Aprovecha este capítulo para señalar que está de acuerdo con la máxima de Cornelius Castoriadis: «que todos discutan las normas que deben darse para convivir y que de forma autónoma decidan colectivamente», y concluye coincidiendo con la postura de Holloway de que todas las luchas de los movimientos van haciendo grietas a la dominación estatal y capitalista.
4. Repaso reflexivo a experiencias de movimientos sociales de nuevo tipo en Jalisco. Para realizar este capítulo se basa en apuntes de las experiencias trabajadas en un seminario de movimientos sociales, sujetos y prácticas constituido por varios colectivos populares jalicienses a partir de 2007. Se trata de grupos del sur de Jalisco, comuneros de Mezcala, integrantes de la Brigada Callejera, grupos de jóvenes anarquistas, el colectivo Salvabosques, campesinos de Ixcatán, un colectivo de periodistas y otro colectivo que produce materiales de discusión sobre los movimientos. Lo que los une es la defensa de territorios comunitarios y luchar contra las políticas de despojo, privatización, mercantilización que el Estado promueve. Un afán que existe entre ellos es la reflexión en torno a cómo ser sujetos antisistémicos enriqueciendo la autonomía, la autogestión y la autodeterminación de sus luchas. En síntesis Alonso resume una radiografía de los indignados y la indignación en Jalisco.
Así pues estos colectivos podrían considerarse como representantes de otros colectivos similares en el país y en otras partes, que no se plantean la lucha por la toma del poder estatal, sino que le apuestan a trabajar y a fortalecer la capacidad de autonomía y autogobierno de cada comunidad y pueblo para tener la posibilidad de dirigir el destino de la propia vida y la emancipación social. Subraya -en general- características y perfiles como: colectivos que piensan y actúan desde la perspectiva del sujeto, que procuran ensayar y practicar el método zapatista de caminar preguntando, mandar obedeciendo. Persiguen y experimentan otra forma de hacer política rompiendo «epistémica y políticamente» con las formas de hacer y pensar instituidas, para poder-hacer el cuestionamiento de las significaciones imaginarias sociales prevalecientes (p. 107). Buscan autonomía (como proyecto y modo de vida) aunque con sus propias contradicciones. Buscan desandar y desmontar la hegemonía de la cultura, el pensamiento y la acción dominantes. Perfilan condiciones para encontrarse en un proceso común para destruir el capitalismo y construir otro mundo (sin que esto quiera decir que primero es la destrucción y luego la nueva construcción). Pero en este encontrarse se cuidan de establecer alianzas con las agrupaciones que se sitúan en la posición de buscar la toma de control del Estado y que priorizan las formas de relaciones dirigentes-bases, cuadros-masas, burócratas-ejecutantes. En suma, buscan resonancias, vinculaciones, confluencias y convergencias convivenciales, comunitarias y epistémicas en los espacios comunes democráticos y en la construcción de otro mundo posible. Así pues, Jorge Alonso está de acuerdo y simpatiza con estos métodos, posicionamientos y formas pedagógicas reseñados. Principalmente porque critican planteamientos como los de Borón y Bensaïd de que las revoluciones están hechas por muchos pero con mandos organizados. Alonso se basa en la creencia siguiente que considera es demostrativamente contundente: «Las revoluciones anteriores evidencian que han sido realizadas por los de abajo, pero que han sido usurpadas por los nuevos de arriba, por la verticalidad imperante en esos cambios, lo cual convirtió a estos últimos en un nuevo poder opresor» (p. 115). Por tanto «el movimiento que va en la dirección de emanciparse del Estado y del capital no será necesariamente masivo, visible, captable en una imagen» (p. 116). En fin apoya la idea de que: «cualquier sujeto colectivo -sin importar su tamaño y su visibilidad-, si en su vida cotidiana erosiona al capital y al Estado se convierte por eso mismo en un movimiento que en algún momento podrá generar convergencias con otros de la misma naturaleza» (p. 116).
5. Hacia algunas Conclusiones. Jorge Alonso está de acuerdo con Sergio Zermeño de que atrás de las movilizaciones o movimientos sociales hay muchas y disímbolas manifestaciones colectivas, como posicionamientos, tipos, estrategias e intenciones. Destaca los diversos «mensajes» de los movimientos respecto al Estado (articularse a él o no, o cómo caracterizarlo), respecto a la forma o institución partido político (supeditarse a ella o no)m respecto a lo nuevo de los sujetos sociales (sus reclamos demandas, derechos, ideas, valores, instrumentos, su combinabilidad y su interculturalidad, los espacios, las convivencias democráticas, las formas de organización y organicidad, las convergencias, etc.) En torno a esto último señala que dichas convergencias implican múltiples resistencias y búsquedas de «otras políticas» convergentes en la diversidad, pero sin «caer en una estructura orgánica unificadora».
Para redondear sus conclusiones apunta que a pesar de que durante todo su libro ha pretendido rescatar el término «movimientos sociales»; ahora, se queda con la duda de si ese es el mejor término o concepto para comprenderlos (él dice el «mejor camino», entiendo que se trata del tipo de conceptualización para dar cuenta de su diversidad): Pues siguiendo a lo planteado por Raúl Zibechi parece que se trata de un concepto «viejo» y duda si «se adapta o no da cuenta de toda la novedad de acciones, formas de ser y de hacer que conllevan losmoviemientos latinoamericanos» (p. 117).
6. Apéndice. Aquí comenta textos de J. Holloway, principalmente el titulado: «Cómo cambiar el mundo sin tomar el poder» (aunque también menciona el de «Agrietar el capitalismo»). Señala Holloway que la vía leninista del partido de iluminados lleva a instaurar nuevos poderes dominantes. También afirma que el capitalismo no está controlado por nadie, sino que dominan el dinero, el capital y las fuerzas cosificadas. Los sujetos crean «grieta» apartándose de la lógica del capital y estableciendo relaciones sociales de otro tipo en los momentos y espacios vitales de «otro hacer». Dichas grietas desgarran el tejido dominante capitalista por parte de los movimientos antiistémicos-anticapitalistas. Por tanto muestran la posibilidad de romper con la dominación, pues ésta tiene fragilidades. A partir de estas ideas de Holloway que lo impactaron, esboza una propuesta en términos conceptuales que permitiría decifrar -dice- las contradicciones de la conformación de subjetividades políticas. Tomado en consideración que antes que nada «Habría que apartarse de las visiones de las rupturas totales con golpes demoledores» También habría que dejar de lado las propuestas que puesta por que se vayan ganando trincheras en una guerra de posiciones para cambiar la hegemonía. Sí, se trataría -enfatiza Alonso- de «un proceso que al mismo tiempo que debilita lo existente produce algo totalmente otro» (p. 122).
7, En síntesis y según sus terminologías (tomadas de idiomas clásicos como el griego). El proceso sería complejo, no etapista, integral. Que se podría esquematizar en la fórmula: thimós-diácope-aposyndeo-demiurgia-eureva–
Es decir: el thimós (enfado, hartazgo, enojo) desta el proceso, el núcleo central lo constituye esa endíades de diácopa y aposyndeo (rupturas de diversas dimensiones transversales y varios niveles y que producen desconexiones y desacoplamientos respecto al capital y al Estado), para culminar en una nueva construcción: la demiurgia (resquebrajamiento constructivo en otra dirección a la acostumbrada por el sistema). Mientras que la eureva (la incesante e incansable búsqueda le da constante fluidez al conjunto» (ídem).
Jorge Alonso sintetiza aquí un supuesto proceso para transformar la sociedad capitalista y construir un nuevo orden socioeconómico y político cultural. Entiendo que se trata de una fórmula o un código conceptualizador; empero, consideramos que este esquema está trunco, adolece de contenidos esenciales como los siguientes:
i) No aparecen las contradicciones y autocontradicciones, ii) no se señalan las reacciones de los poderes dominantes-hegemónicos, iii) No se consideran los contextos locales-nacionales-internacionales y sus interacciones recíprocas. iv) Las fuerzas rupturistas-constructivas no aparecen unificadas y cohesionadas en estrategias comunes y en lo decisivo, lo necesario y lo suficiente. v) No se incluye señalamiento de qué hay que desacoplar, desconectar pero también rediseñar y superar de las grandes iagencias políticas y productivas (empresas y fábricas, Universidades, Centros Tecnológicos y Científicos, Centros administrativos, Informáticos, Archivos y Bibliotecas, Medios de comunicación y transmisión, Control de recursos bioecológicos y de patrimonio cultural, etc., etc.), pues ellas son espacios de producción y reproducción del sistema (y del Estado-nación) que hay que asegurar/transformar (socialmente) para consolidar triunfos definitivos sobre el capitalismo. vi) Tampoco aparece el concepto de clases, insurrecciones y revolución, sobre todo ésta en su acepción integradora, dialéctica y holista de revolución socialista-comunista total.