Los informes sobre la situación de la educación en los países de la OCDE, cada año hacen una instantánea, no solamente de los respectivos sistemas educativos, sino también de la sociedad de cada país. Así, países que destacan por sus resultados en las matemáticas, las ciencias, los idiomas y la lectura, son también los países […]
Los informes sobre la situación de la educación en los países de la OCDE, cada año hacen una instantánea, no solamente de los respectivos sistemas educativos, sino también de la sociedad de cada país. Así, países que destacan por sus resultados en las matemáticas, las ciencias, los idiomas y la lectura, son también los países que destacan por sus niveles de investigación, por la calidad de sus ingenieros, por las innovaciones tecnológicas y por el nivel de sus científicos y de sus intelectuales.
Todo ello es el fruto de una sociedad que apoya, apuesta e invierte en esas áreas de desarrollo humano y económico. A excepción de EE.UU. que tiene unos resultados más bajo que nosotros, pero que sus empresas y gobierno apuestas más por la investigación, la correlación es exacta en todos los demás países. Y en EE. UU el alto nivel de científicos, ingenieros y otros profesionales, se debe a que se nutre de la buena formación y alto nivel de científicos de otros países que emigran hacía allí, debido a las facilidades y altos sueldos que los atraen.
Pero no es este el tema que centrará esta reflexión sino la parte del último informe PISA que se ha hecho público, que hace referencia a la disminución de la capacidad integradora de la educación española, lo mismo entre regiones que entre clases sociales diferentes. Tradicionalmente, los resultados obtenidos por los escolares españoles nos colocaban en unos puestos discretos, que muchos calificaban como malos, en matemáticas, ciencias, idiomas y comprensión lectora, pero en cambio nos ubicaban en los primeros puestos en cuanto a la capacidad de compensación de las diferencias de origen entre el alumnado, del sistema educativo español. Este año, aunque las mejoras, como venía viéndose en el pasado eran lentas pero continuadas, el informe asegura que se ha empeorado la capacidad de inclusión y de compensación de las diferencias de origen entre las distintas clases sociales y comunidades del país.
He escuchado en los medios de comunicación que los políticos no encuentran explicación a este hecho. Yo creo que lo que realmente sucede es que no quieren reconocer la verdad de por qué está sucediendo esto, que es diferente.
Y esto sucede como consecuencia de los recortes que se han producido en educación. Si el sistema educativo español era altamente eficaz en conseguir que alumnos que procedía de niveles socioeconómicos más desfavorecidos y deprimidos, tuviesen una posibilidad de acceder en igualdad de oportunidades a la hora avanzar en sus estudios, los recortes han conseguido que en lo único que realmente destacaba el sistema educativo español empiece a ser otro elemento de fracaso y decepción. Un sistema educativo que no es capaz de superar las desigualdades de origen de su alumnado, es un sistema clasista y poco efectivo, pues no ofrece al alumnado, en general, aquellos recursos y respuestas educativas que estos necesitan para su adecuado desarrollo y formación. Por lo tanto, nuestro sistema educativo está, ahora sí, peor que nunca, pues aunque no destacábamos en resultados académicos, si lo hacíamos en resultados sociales y humanos. Pero ahora en lo único que podemos destacar es en la incapacidad de las estructuras organizativas del país para conseguir una sociedad más desarrollada y justa.
Los recortes y la nueva política educativa van a ahondar en impedir la inclusión y la igualdad de oportunidades de todos los miembros de la sociedad, aunque tengan cualidades y capacidades para destacar. Se perderán muchos talentos y muchos de los talentos saldrán del país en busca de lo que aquí se les niega. Una sociedad extremadamente clasista e injusta, es el resultado de lo que se nos viene encima y sino el tiempo lo dirá.
El sistema educativo no es un elemento aislado de la sociedad y de las estructuras del Estado. Un país sin una estructura científica, intelectual, y cultural adecuada, no puede pretender alcanzar los mejores puestos en los resultados académicos del conjunto de países que forman parte del estudio. Es un muy ingenuo pensar que los resultados en los informes PISA del futuro inmediato van a mejorar solamente con cambiar la Ley educativa. No es cuestión de cambiar leyes, sino de valorar la educación en su importancia real, para en transformarla en el instrumento de cambio social (no solamente en el sentido de promoción social, sino también en el de desarrollo de valores y competencias que requieren la época en la que vivimos), que la encauce hacia niveles de producción científica, tecnológica, cultural e intelectual de importancia.
Al menos una generación educada en esas premisas generaría un cambio de mentalidad que transforme la escala de valores de nuestra sociedad y que sustituya el valor de la especulación, el dinero fácil del pelotazo o que la mayoría de los alumnos aspiren a ser un as del deporte, cosa que se puede llegar a ser sin que ello sea incompatible con aspirar a tener una buena formación académica y humana, como sucede en el resto de la mayoría de los países de la OCDE.
Cristóbal Espinosa es pedagogo
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