«Somos más fuertes / porque en el desierto del odio / no dejamos que se secara el agua del afecto. / Porque a pesar de heridas y afrentas / la piel del alma la tenemos suave / para seguir amando. / A veces creo / que, en el fondo, / los que nos llaman débiles, […]
«Somos más fuertes / porque en el desierto del odio / no dejamos que se secara el agua del afecto. / Porque a pesar de heridas y afrentas / la piel del alma la tenemos suave / para seguir amando. / A veces creo / que, en el fondo, / los que nos llaman débiles, / en realidad nos tienen tanto miedo…»
Carmen González Huguet
El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer recordando a aquellas 129 jóvenes trabajadoras en huelga de la fábrica textil Cotton de Nueva York que en 1911 murieron quemadas cuando el empresario cerró con candado las puertas del encierro que protagonizaban. Y es un buen momento para levantar las banderas de la igualdad, los derechos y la no discriminación. Este año estará muy presente la lucha contra la violencia de género y el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo.
La sociedad en la que nos toca vivir no es siempre justa. Podemos haber avanzado, y mucho, en el plano del desarrollo, las leyes, la tecnología, pero en otros aspectos apenas hemos evolucionado. Uno de los campos donde más tenemos que cambiar hacia una mayor justicia social es en el de las relaciones entre las mujeres y los hombres. En este terreno se producen discriminaciones, desigualdad de trato, relaciones de poder, de dominio, de sumisión y de violencia, tanto en el ámbito doméstico como en el público. No se puede olvidar, en ningún momento, que las situaciones descritas suponen un atentado hacia los derechos humanos, en este caso de las mujeres. Es por tanto un problema público, no privado, ante el que todas las personas de bien debemos de reaccionar con un compromiso de denuncia, de lucha constante para su erradicación.
La manifestación más grave de la violencia de género son los asesinatos de mujeres y los datos son escalofriantes. Es la forma de agresión hacia las mujeres más extrema, pero no la única. Acabamos de conocer que, en el ámbito de la Unión Europea, un 33% de las mujeres ha recibido alguna vez malos tratos y que dos tercios no lo denuncia. El problema de la violencia de género, se expresa de muchas formas:
- El maltrato psicológico cotidiano o violencia sutil que va dirigida a causar daño a la integridad psicológica, moral y emocional de las personas, y que es muy dañina porque, a veces, no se nota ni se percibe.
- Las relaciones sexuales entre adolescentes desde la desigualdad y las concepciones sexistas, lo que lleva aparejado un aumento de los embarazos no deseados y del número de abortos, especialmente entre las menores de 19. Frente a esto sólo cabe exigir más educación afectivo-sexual y unas relaciones de igualdad y de respeto.
- La cosificación del cuerpo femenino con el fin de explotarlo, como por ejemplo, la prostitución, la pornografía, el uso de la mujer como objeto sexual. Todo ello atentatorio contra la dignidad de las mujeres.
Las leyes en favor de la igualdad y contra la violencia de género, la intervención policial y judicial son importantes, pero insuficientes para acabar con esta lacra social. Para enfrentarse a la violencia de género la prioridad es la prevención y ello pasa por la información, por desmontar el sexismo, por la educación afectiva y por construir otro modelo de masculinidad y feminidad no contrapuestos.
Por otro lado, el pensamiento neoconservador unido a la crisis intenta recluir de nuevo a las mujeres en casa. El desmantelamiento de la dependencia y de los servicios sociales, la falta de plazas en educación infantil y su encarecimiento, los recortes en becas de comedor y la no ampliación del permiso de paternidad van en esa dirección. Se pretende también que el escaso mercado de trabajo quede disponible prioritariamente para los hombres. Otra medida rechazable son los conciertos económicos con dinero público a los centros escolares que separan niños de niñas aprobados con la ley Wert: es la vieja mentalidad reaccionaria y clerical que quiere volver a una vieja división de roles entre géneros.
La última agresión es la reforma Rajoy–Gallardón de la ley del aborto. Es un grave atentado contra los derechos, la autonomía y la libertad de las mujeres. De aprobarse, el 97% de las mujeres que abortan lo tendrían que hacer de forma «ilegal». Las mujeres con recursos económicos lo harán en el extranjero. Las que no los tengan, pondrán en peligro su vida y su salud al recurrir al aborto clandestino. Es una vuelta atrás de tal calibre que desde todos los colectivos de profesionales, derechos humanos y hasta la Unión Europea ha alertado de su peligro.
Además del derecho de las mujeres a decidir, hay que señalar otro punto de vista para rechazar la nueva regulación del aborto. Me refiero al derecho de los niños a tener un marco de afecto para venir a este mundo. Nadie lo puede explicar mejor que el gran escritor Ítalo Calvino, hace ya 39 años:
«Traer a un niño al mundo tiene sentido sólo si el niño es deseado consciente y libremente por sus padres. Si no, se trata simplemente de comportamiento animal y criminal. Un ser humano se convierte en humano no sólo por la convergencia causal de ciertas condiciones biológicas, sino a través del acto de voluntad y amor de otras personas. Si este no es el caso, la humanidad se vuelve -lo cual ya ocurre- no más que una madriguera de conejos. Una madriguera no libre sino constreñida a las condiciones de artificialidad en las que existe, con luz artificial y alimentos químicos.
Sólo aquellas personas que están 100% convencidas de poseer la capacidad moral y física no sólo de mantener a un hijo sino de acogerlo y amarlo, tienen derecho a procrear. Si no es el caso, deben primeramente hacer todo lo posible para no concebir y si conciben, el aborto no representa sólo una triste necesidad sino una decisión altamente moral que debe ser tomada con completa libertad de conciencia. No entiendo cómo puedes asociar la idea del aborto con el concepto de hedonismo o de la buena vida. El aborto es un hecho espeluznante.
En el aborto la persona que es vulnerada física y moralmente es la mujer. También para cualquier hombre con conciencia cada aborto es dilema moral que deja una marca, pero ciertamente aquí el destino de una mujer se encuentra en una situación desproporcionada de desigualdad con el hombre, que cada hombre debería morderse la lengua tres veces antes de hablar de estas cosas (…)» .
La gran manifestación en Madrid de los Trenes de la Libertad del 1 de febrero fue una demostración del rechazo popular al anteproyecto de ley del aborto. El 8 de marzo todas las personas decentes debemos de acudir a las citas convocadas y salir a la calle a defender los derechos y las libertades de las mujeres y de todos. Porque mientras no se asegure la igualdad entre hombres y mujeres, como dice Eduardo Galeano, vuela torcida la humanidad, pájaro de un solo ala.
Fuente: http://www.cuartopoder.es/laespumaylamarea/8-de-marzo-por-la-igualdad-y-contra-la-ley-gallardon/402