Según podemos ver estos días en diversos medios, el servilismo electoral de la «izquierda» sustentadora del actual sistema se ha vuelto a poner el disfraz de Caperucita para intentar sacar partido electoral del aniversario de la 2ª República española. Pero esta Caperucita no engaña a todo el mundo, aunque se ponga la capa roja sigue […]
Según podemos ver estos días en diversos medios, el servilismo electoral de la «izquierda» sustentadora del actual sistema se ha vuelto a poner el disfraz de Caperucita para intentar sacar partido electoral del aniversario de la 2ª República española. Pero esta Caperucita no engaña a todo el mundo, aunque se ponga la capa roja sigue siendo el lobo.
Como norma general, es importante la visibilización y el recuerdo de los avances del Pueblo, de todas la luchas que le hacen ser más pueblo en tanto que ente colectivo social, cultural, político y económico de la mayoría no alienada que es consciente de la situación de explotación en la que vive y lucha contra ella. Esto, aplicado, nos lleva a la importancia de hacer notar de forma contundente fechas tan señaladas como es este 14 de abril, en conmemoración de aquel día de 1931 en que tenía lugar tan importante cambio en la situación de los distintos pueblos que componían el Estado español.
Sin duda, hablamos de conmemoración, de celebración, y por tanto de arrancar del olvido un salto cualitativo en la situación de la conciencia colectiva que en aquel momento fue consciente de que la Historia no es un habitáculo estanco, si no que, al contrario, las luchas de los pueblos pueden cambiar correlaciones de fuerzas adversas contra clases dominantes agarradas al privilegio aprovechado de la explotación de clase.
Desde el movimiento popular, esto, como todas las fechas que conmemoran hitos de la lucha de un pueblo, debe ser destacado para recuperar el aliento siempre tan necesario cuando se enfrenta un sistema tan desgastante y criminal como el capitalista: El aliento del sí se puede (que debe ser el primero). El no permitir que nos roben también la memoria para borrarla o tergiversarla en su beneficio poniendo al pueblo como la parte criminal de la Historia. No. Esa es su parte.
Y aunque no sea cuestión de analizar ahora todos los virajes políticos que sucedieron durante la Segunda República española, desde los más cercanos al pueblo trabajador hasta los más alejado, no es de recibo pasar de largo sin recordar el gran valor de la Guerra Antifascista Revolucionaria del 36 al 39 como hito de, esa sí, unidad del movimiento popular en torno al eje fundamental de lo que en aquel momento realmente más apremiaba, que era la lucha contra el fascismo (como bien recordara hace pocas fechas Manuel Navarrete [1]).
Y en torno a la cuestión de la unidad es que aparece el lobo vestido de Caperucita. En torno a la unidad del movimiento republicano madrileño (movimiento republicano y no movimiento popular como antes nombráramos, aunque este último esté presente en el primero) que el ente político de Izquierda Unida para estas materias (Junta Estatal Republicana) ha decidido romper para auto-abanderarse como identidad política hegemónica en la conmemoración de una fecha como este 14 de abril.
Haciendo gala de una incomprensión manifiesta sobre la diferencia existente entre movimiento popular que trabaje la lucha republicana y movimiento republicano (y ya), el brazo republicano de las gentes de sillón de cuero de IU (que no las bases honestas y trabajadoras, que no dudamos que las haya) ha pasado a la acción y vende como ente autónomo de sí lo que su propio programa electoral electoralista vende. Esto es, igual que con otras siglas con las que intentan cooptar distintas expresiones de lucha popular, el intento de dirigir otro movimiento social más dejando de lado la inserción del mismo en la totalidad-movimiento popular y usándolo en clave electoral para intentar tener unos cuantos votos más en las próximas elecciones, no vaya a ser que el sillón coja frío…
En Madrid, capital de actual Reino de España y sede de sus más insignes instituciones, es sin duda donde más deberían hacerse notar las actuaciones republicanas unitarias necesarias para enfrentarse a toda la canallada monárquica. Es ahí donde más debería hacerse gala de la unidad de acción necesaria, y ahí es, precisamente, donde más hay que lamentar el flaco favor que le ha hecho la JER al conjunto de todas y todos los republicanos al decidir, no solo salir del espacio unitario (esto en la capital, en otras localidades también ha habido rupturas en otros espacios por esta cuestión) que desde hace once años lleva año tras año reclamando la República, si no además, por la vía de los hechos, boicotearlo desde afuera llamando a una manifestación supuestamente unitaria en la que la unidad la pone, por supuesto, una forma de hacer política que parte de un despacho, y que si no se impone a lo ya existente, se intenta reventar, como ha sido este caso y hay tantos otros en los últimos años.
La unidad no puede venir por imposiciones rollo pez grande que se quiere comer a los chiquitos, ni puede darse unidad del movimiento popular en clave electoralista porque eso tiene las patas tan cortas como la proximidad a las siguientes elecciones. La unidad debe partir del acuerdo firme en los mínimos comunes, sin imposiciones, y con el objetivo claro del avance de la organización popular en su conjunto, no de tal o cual sigla.
Nota
[1] http://www.lahaine.org/index.php?p=76186
Fuente: http://tiempodelucha.wordpress.com/2014/04/10/izquierda-unida-y-la-unidad/