El pasado miércoles, 16 de abril, se celebró en Casa Mediterráneo de Alicante una reunión ministerial del llamado «Grupo Mediterráneo» sobre inmigración, contando para ello con la presencia de los Ministros de Asuntos Exteriores de Chipre, Francia, Grecia, Italia, Malta, Portugal y España. Los acontecimientos migratorios que se vienen sucediendo en la frontera Sur de Europa junto a las reiteradas llamadas a que Europa asuma de una vez por todas una política migratoria común, hacían de esta reunión ministerial una oportunidad para poder encauzar los problemas que están detrás de las migraciones procedentes de África, y que con frecuencia adquieren unos perfiles dramáticos. Sin embargo, tanto en la forma como en el fondo, la reunión solo fue una oportunidad perdida más para que Europa comprenda la complejidad de estos movimientos humanos y sus causas subyacentes, asumiendo con ello su responsabilidad política, humanitaria y en los procesos de empobrecimiento y desarrollo de los países de origen.
La pasada cumbre de Ministros de Asuntos Exteriores de los siete países mediterráneos de la UE, también llamado «Grupo Mediterráneo», reunido por vez primera en Casa Mediterráneo de Alicante con el propósito de abordar la problemática europea de la inmigración, suponía una cita diplomática importante a la vista de los trágicos sucesos que se vienen produciendo en el ámbito Mediterráneo, tanto por embarcaciones como por grupos de inmigrantes que tratan de acceder a Europa en condiciones dramáticas, y en muchos casos con cientos de fallecidos que dejan su vida en el intento. Además, Casa Mediterráneo acogía por vez primera una Cumbre Ministerial de alto nivel, después de las sucesivas polémicas que ha protagonizado. Precisamente por ello, la reunión y sus resultados merecen un análisis más pormenorizado del que se ha hecho hasta la fecha, tanto en la forma como en el fondo. Los aspectos formales que arrojan luz sobre el fondo de la reunión.
Cuando hablamos de la forma, nos referimos a aspectos formales de calado que arrojan luz sobre el fondo de la reunión y sus resultados. Esta reunión, organizada en Alicante, parece estar forzada por las reiteradas torpezas protagonizadas por su Directora, tanto en la programación de la institución, como en el hecho de llevarse importantes reuniones fuera de Alicante, a Madrid y Valencia, anunciando la organización de bodas y fiestas en su sede o la organización de reuniones sin contar con destacados grupos sociales de la provincia, como sucedió recientemente con la reunión sobre agua. El anuncio de esta reunión trataba de aplacar el malestar que existía en Alicante sobre la gestión que su Directora está realizando sobre Casa Mediterráneo, una institución sin rumbo, en unas oficinas dentro de un invernadero bajo la rehabilitada estación de Benalúa, que no para de protagonizar desaires hacia la ciudad que alberga la Sede. De hecho, la reunión ministerial tuvo lugar bajo una carpa y en un entorno repleto de escombros y obras, como informó la prensa.
La sensación de improvisación en torno a esta reunión aumentaba por el hecho de que, junto a un tema de tanto calado como es la inmigración en la Unión Europea, se sumaron otros muchos temas no menos importantes, como eran el papel de la UE hacia el Mediterráneo, la situación de Siria, Libia, Túnez y del sur del Mediterráneo, además de la situación en Ucrania y Rusia. Pues bien, para todos estos temas de tan enorme calado, la reunión apenas dedicó algo más de dos horas, junto a un arroz en un restaurante de lujo. Todo ello pareció la excusa para que muchos Ministros y sus acompañantes, se dirigieran después tranquilamente a ver el partido de fútbol de la copa del Rey, Real Madrid-Barcelona en la ciudad de Valencia, para lo que dedicaron más tiempo que al trabajo de la reunión ministerial.
Y si hablamos de formas, no podemos dejar de mencionar que el documento final difundido por Casa Mediterráneo, además de ser pobre, deficiente, mal redactado y contar con unos escasos tres folios, está en papel en blanco, sin fecha, nombres de los firmantes ni membrete de ningún tipo, algo insólito en documentos diplomáticos de esta naturaleza.
El Mediterráneo también existe, según García-Margallo
Es por ello por lo que parece que el fondo, las conclusiones y compromisos derivados de la reunión ministerial están a la altura de esta ligereza organizativa que mencionamos. Así, lejos de identificar y avanzar en compromisos políticos y acuerdos programáticos que están en la base de los movimientos migratorios que se dirigen hacia Europa y que han alimentado algunas de las sucesivas tragedias que se vienen viviendo en el Mediterráneo, los Ministros del Grupo Mediterráneo de la UE se han limitado a enumerar los tres o cuatro tópicos que vienen repitiendo una y otra vez, demostrando así que ni entienden ni quieren comprender la complejidad de estos procesos migratorios contemporáneos y las responsabilidades que tienen los países de la UE. La conclusión expresada por el Ministro de Exteriores de España, García-Margallo, a la finalización de la reunión es bastante elocuente de la ligereza de las conclusiones alcanzadas, al recordar a los «países de otras latitudes y longitudes, que el Mediterráneo también existe». Organizar una cumbre de esta naturaleza para llegar a esta conclusión, parece bastante desalentador, la verdad. Posiblemente se podían haber ahorrado el coste de su organización para alcanzar un diagnóstico de este calibre.
Básicamente, la Declaración aprobada por los Ministros de Exteriores Mediterráneos de la UE, se centra en responsabilizar a toda la UE de lo que llama «el problema de la inmigración irregular», reclamando para ello dinero, más recursos y medios para que Frontex pueda controlar las fronteras, pidiendo a los terceros países de origen o tránsito mayor efectividad en evitar la inmigración irregular, además de mencionar a las mafias. Nada nuevo en este relato de tópicos repetidos una y otra vez desde hace años en las cumbres europeas que impide una visión estratégica global sobre los movimientos migratorios contemporáneos. Nada sobre el establecimiento de una política migratoria en origen y destino que impida que periódicamente asistamos a tragedias y dramas humanos. Nada sobre la responsabilidad de Europa en la situación económica, social y política de muchos países emisores de inmigrantes. Nada sobre una gestión común del derecho al asilo, las políticas de acogida de los inmigrantes o sus condiciones de vida. Nada sobre los conflictos sangrientos de muchos países africanos, sus situaciones de pobreza extrema o la vulneración sistemática de derechos humanos básicos. Y por supuesto, nada sobre la necesidad de reforzar la coherencia de políticas europeas hacia países africanos y llevar a cabo una política humanitaria y de desarrollo que merezca estos nombres.
Si los gobiernos europeos no quieren asumir sus responsabilidades políticas y sus compromisos humanitarios hacia todas esas personas que abandonan forzadamente sus países, la UE se seguirá moviendo entre el cinismo y la insolidaridad, mientras a la puerta de nuestras fronteras seguirán muriendo personas, ya sea en Lampedusa, en Melilla o en las aguas del Mediterráneo.
Carlos Gómez Gil, es Sociólogo, especialista en políticas migratorias y de cooperación al desarrollo.
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