En junio de este año, el Cabanyal ganó la última batalla a la alcaldesa Rita Barberá.
Como una victoria vecinal costosa, pero todavía no consumada. Así es como Maribel Domenech, portavoz de la plataforma vecinal Salvem el Cabanyal, nos presenta el estado actual del histórico barrio valenciano en su pugna contra la actuación predadora del Ayuntamiento.
Maribel nos espera en el Mont Blanch, un clásico bar de la calle Mediterráneo. También nos acompaña Lidia Aparicio, fotógrafa y vecina del barrio. Entre la tensión por la próxima respuesta a las cerca de 30.000 alegaciones de los vecinos contra el nuevo plan urbanístico se cuela el agradecimiento. «Ha habido un apoyo aplastante por parte de gente de todo el territorio, que son conscientes del carácter patrimonial del distrito», dice Maribel.
Mientras iniciamos el itinerario por el barrio, Maribel se niega a dar una mirada negativa de la situación. «La destrucción conviene a los especuladores, que son los que han hecho esto», afirma señalando un muro en el que se han pintado franjas diagonales marrones. El Consistorio comenzó marcando de esta manera solares municipales en desuso -explica Maribel- para acabar pintando de manera ilegítima incluso espacios privados. Estigmatizar un barrio es un primer paso para justificar una modificación tan agresiva como la propuesta hace ya 16 años.
Las viviendas de la calle Mediterráneo con Amparo Guillem son las que están en mayor peligro urbanístico. Unas viviendas con fachadas desiguales en altura y en apariencia externa, pero con la anchura original propia de las antiguas barracas. «Estas fachadas tienen un Nivel de Protección 2 y además son Bien de Interés Cultural -señala Maribel-. El Ayuntamiento pretende ignorar la normativa para favorecer la especulación y construir edificios altos», señala Maribel. Esta singularidad visual, resistente al paso de los años y de unas administraciones desinteresadas, aporta cohesión al barrio.
La rehabilitación no entra dentro de los planes de la alcaldía, en los que sólo cabe el derribo y la construcción desde cero. «La II Guerra Mundial nos ha enseñado muchas cosas, entre ellas que todo se puede reconstruir». Algo que tienen en cuenta los propios vecinos, que han comenzado a rehabilitar los solares marcados con franjas marrones como zonas de juego infantil para llevar la contraria a la Administración, que insiste en el deterioro como excusa para la intervención. Una estrategia de revitalización que ha forzado en algunos casos la actuación de las autoridades para reparar los daños forzados por su propia inacción.
Mientras se suceden fachadas singulares, la portavoz de Salvem el Cabanyal recuerda que el Institut Ceràmic de Castelló considera este barrio un museo vivo. «Rita [Barberá] creyó que la gente se iba a plegar a su deseo de construir cerca de 1.400 viviendas nuevas. Pensó que las familias iban a vender servilmente sus casas… y en 16 años sólo ha conseguido comprar 400 viviendas voluntariamente. Esa cifra dice que el barrio no quiere la ampliación urbanística de la avenida Blasco Ibáñez».
La conexión con el mar
Maribel nos lleva a un punto neurálgico del Cabanyal: el formado por la intersección de cuatro edificios emblemáticos. Uno es la Casa dels Bous (Casa de los Toros), testigo mudo de la lucha de los vecinos, que lograron que el Ayuntamiento desincrustara una farola que se había clavado literalmente sobre el tejado de este edificio protegido. Otro es la Llotja dels Pescadors, todo un símbolo arquitectónico que contiene uno de los pocos dúplex conservados desde el siglo XIX. Los otros dos edificios de esta intersección son la Fábrica de Gel y la Casa dels Pescadors. Este centro neurálgico explica por sí mismo la importancia del Cabanyal como conexión de una ciudad con el mar. Una conexión que se podría facilitar no acudiendo a planes agresivos, sino «permeabilizando el barrio mediante obras respetuosas», agrega Maribel. Pequeñas remodelaciones como la altura de determinadas aceras, porque, como afirma nuestra guía, «en el Cabanyal no queremos morir de éxito como en el barrio de Russafa o la misma Barcelona».
Pese a todo, los vecinos consideran que han ganado: tras 16 años, el poder local, grandes bufetes de abogados y cantidades ingentes de dinero puestos a disposición de quienes pretendían expandir la avenida Blasco Ibáñez no han logrado su propósito. La sentencia del Tribunal Supremo del 24 de junio de 2014 dio la razón final a los vecinos y dio por terminado el proceso jurídico iniciado en 1999.
Fuente: https://www.diagonalperiodico.net/saberes/25071-salvar-cabanyal-objetivo-punto.html