Un nuevo informe publicado por Novact y el Centro Delàs de Estudios por la Paz analiza el comercio de armas del Estado español que contribuye a generar inseguridad en el mundo y en países con altos niveles de personas desplazadas por la fuerza.
«La espiral de violencia de la España fortaleza: Armas para la guerra y militarismo para blindar las fronteras» también analiza los vínculos entre los mecanismos que conducen a la militarización de la Frontera Sur española, que generan la violencia estructural, cultural y directa a la que se enfrentan las personas desplazadas por la fuerza.
Desde 2004, la industria militar española ha ingresado 6.303 millones de euros provenientes de países en guerra o con una preocupante situación de tensión. Desde otro punto de vista, 1 de cada 5 euros provenientes de las exportaciones de armas españolas ha tenido como destino un país en guerra o en tensión, lo que puede ser considerado de dudosa legitimidad.
El nuevo informe publicado por Novact y el Centro Delàs de Estudios por la Paz, «La espiral de violencia de la España fortaleza: Armas para la guerra y militarismo para blindar las fronteras», analiza la corresponsabilidad que atañe al Estado español en relación a las exportaciones de armamento a países en situación de conflicto armado o que se encuentran en especial vulnerabilidad. El documento muestra como la venta de armas influye en el empeoramiento de la situación de seguridad de los países importadores, lo que tiene un impacto en sus poblaciones, que se ven obligadas a desplazarse por la fuerza.
«Hay una alta probabilidad de que las armas españolas estén siendo utilizadas en contextos de conflicto armado o tensión, para atemorizar a la población civil. Detrás de ello encontramos empresas militares y de seguridad que se benefician de exportar irresponsablemente armas que pueden ser usadas contra los cuerpos y derechos de la población civil, y todo ello en connivencia con el gobierno de España», apunta Jordi Calvo, investigador del Centro Delàs y autor del informe.
Aunque, como apunta el investigador, es muy difícil encontrar o tener acceso a informes sobre el uso del armamento exportado por parte de las fuerzas armadas de los países de destino, «no es aventurado ni mucho menos incorrecto asumir como factible la suposición de que las armas exportadas por España hayan sido usadas en contextos de conflicto o tensión. Podemos afirmar, por tanto, que, durante los años analizados en este informe, la legislación vigente en España en materia de exportación de armamento ha sido vulnerada de manera reiterada».
Por otra parte, España ha exportado armamento a países de los que además de tener conocimiento de que estaban en situación de conflicto armado, existían cifras relevantes de personas forzadas a migrar. Los principales destinos de armas españolas que pueden haber provocado refugiados y desplazados son: Irak, Pakistán, Colombia, Malí, Filipinas y Turquía. A ellos añadimos los flagrantes casos de exportaciones de armamento a los países beligerantes en la guerra de Yemen: Arabia Saudí y EAU, y las que han tenido como destino el longevo conflicto entre Israel y Palestina.
Las personas desplazadas por la fuerza por la escalada de la violencia en sus regiones y países de origen, alimentada por las exportaciones de armas, encuentran al llegar a las puertas de Europa y de España fronteras militarizadas. «Es así que las víctimas de la guerra pasan ahora a convertirse en enemigos, cuyo fatal destino es, ante la atónita mirada de todos y la complicidad de quienes construyen y mantienen los muros de la fortificación española y europea, ser víctimas de abusos, agresiones, represión y marginación y, en el peor de los casos, el fondo del mar Mediterráneo», alertan los investigadores en la publicación.
El informe analiza las políticas continuistas de gestión fronteriza llevadas a cabo por el Estado español que muestran una militarización en aumento y que son referentes en el despliegue de las políticas que constituirán la construcción de la «Europa fortaleza». Esta militarización es empleada como medida de contención e intercepción de los procesos migratorios en la Unión Europea con la construcción de vallas y muros en sus enclaves en el Norte de África (Ceuta y Melilla). También lo es con el despliegue de sistemas de vigilancia fronteriza como el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE). Se produce también, una evolución hacia lo que será la externalización de fronteras, que comienza con el denominado «Plan Sur», que establece acuerdos con terceros países para interceptar los movimientos migratorios de manera que no lleguen a territorio europeo.
«Cuantos más muros construyamos más difíciles serán de derribar, más nos alejaremos unas personas de otras. ¿Nos sentimos más seguras en una fortaleza? Ahora más que nunca las personas desplazadas traen consigo un mensaje desgarrador: cada vez más personas huyen de la violencia y la desigualdad económica global. Amurallarnos es no permitir que el mensaje nos llegue y por tanto no movilizarnos para cambiar la situación«, concluye la investigadora del Centro Delàs y autora del informe, Ainhoa Ruiz Benedicto.
Podéis consultar y descargar el informe completo aquí.
Fuente: http://www.centredelas.org/es/espanafortaleza?acm=7695_366