Sin cambiar la antidemocrática Ley Electoral el bipartidismo imperfecto en España será… ´eterno`. En las provincias de menos de 7 escaños -que son la mayoría- las terceras fuerzas se quedan sin representación.
La suma de la población de estos territorios no alcanza el 20% del total del Estado, pero aporta 101 escaños a la Cámara Baja. PP y PSOE han tenido siempre el escaño garantizado en estas circunscripciones.
Entre Soria (88.600 habitantes) y Navarra (647.554 habitantes) hay 23 provincias de menos de 600.000 habitantes que, junto a Jaén (68.099 habitantes) representan un 19,6% de la población de España. Sin embargo, la dimensión del retrato demográfico de estos territorios no se corresponde con la de la representación en el Congreso de los Diputados.
En estas 26 provincias, que aportan entre dos y cinco escaños, se eligen a 101 de los 350 diputados que componen la Cámara Baja, es decir, casi un 30% de los representantes en todo el Estado. El hecho de que el sistema electoral tenga como circunscripción la provincia ha sido objeto de debate desde su constitución, y los detractores de la fórmula han denunciado que el sistema adolece de una «sobrerrepresentación» de las provincias más pequeñas que no es equitativa con los territorios más poblados.
Más allá de este debate, la fórmula electoral parece haber favorecido a las dos formaciones del bipartidismo (PSOE y PP) históricamente, pero sobre todo tras la irrupción de los denominados nuevos partidos (Ciudadanos y Podemos) en el escenario electoral. Esto es así porque en pasados comicios los de Pedro Sánchez y los de Pablo Casado siempre se han asegurado la representación en todos los territorios que aportan entre dos y cinco escaños al Congreso.
En función del ciclo electoral y político (con el PP o con el PSOE como la primera fuerza del país), una de las dos formaciones se ha garantizado la victoria en escaños y la otra, al menos, obtener representación. Con la irrupción de los nuevos partidos, la formación en peor momento político se ha visto obligada a competir en estos territorios con alguna de las fuerzas emergentes que compartían espacio ideológico, que han logrado obtener representación en detrimento del PP o del PSOE.
En 2016 fue Unidos Podemos el más favorecido en esta pugna, y el 28-A fue Ciudadanos (en detrimento de los conservadores), pero sin lograr alcanzar, en ninguno de los casos, la representación obtenida por el bipartidismo, que puede constatar que estos territorios representan auténticos «graneros» de votos y escaños incluso en sus peores momentos políticos.
En Cuenca, Guadalajara, Huesca, Palencia, Segovia, Teruel, Zamora y Ávila se juegan 3 escaños. Salamanca, Ourense, Lugo, Lleida, León, La Rioja, Cáceres, Burgos, Araba y Albacete aportan 4 diputados cada una. Se disputan 5 escaños en Valladolid, Navarra, Jaén, Huelva, Ciudad Real, Castellón y Cantabria.
En todas estas provincias, tanto en abril como en 2016, el ganador siempre fue el PP o el PSOE, y quien no quedó en primer lugar, no bajó del segundo; excepto en Lleida y Araba, donde los partidos territoriales (ERC, JxCat, PNV, Bildu…) cambian en algunos sentidos los escenarios electorales (en 2016 el PP logró ser la segunda fuerza más votada en Araba).
El PP obtuvo el 40% de sus escaños de estas provincias
El PSOE obtuvo 42 escaños en estas pequeñas provincias, de los 123 diputados que consiguió en las pasadas elecciones, es decir, los socialistas obtuvieron el 34% de sus escaños en estas circunscripciones, de ahí la importancia de la denominada «implantación territorial» de los partidos en todas las provincias.
Pero si las cifras del PSOE en las últimas elecciones pueden ofrecer una idea de la importancia de estos territorios en las convocatorias electorales, el ejemplo del PP es todavía más representativo. Los de Pablo Casado sufrieron una importante caída en los comicios del 28 de abril, alcanzando su mínimo histórico con 66 escaños (a tan solo 9 diputados de la tercera fuerza política a nivel estatal, Ciudadanos).
De los escaños totales que consiguió el partido conservador un 40% vino de estas pequeñas provincias (que no aglutinan ni al 20% de la población total). Los de Casado obtuvieron 27 diputados en estas 26 circunscripciones, sin contar con Navarra, donde se presentaron en coalición con UPN y Ciudadanos bajo las siglas de Navarra Suma.
Tener garantizada la representación en estas pequeñas provincias fue vital para que PP y PSOE aguantaran el embate de Podemos y de Ciudadanos en 2016 y en las elecciones de abril. En cuanto a estas dos formaciones, su capacidad para disputar el voto en estas circunscripciones fue crucial para sus ciclos electorales. En 2016 Unidos Podemos obtuvo 15 escaños en estos territorios (de los 69 que consiguieron a nivel estatal), mientras que en los últimos comicios, donde cayeron hasta los 42 escaños, obtuvieron cuatro (Araba, Navarra, Huelva y Castellón).
Cuando Cs obtuvo 32 escaños en 2016, solo consiguió representación en tres de estas circunscripciones (Cantabria, Castellón y Valladolid). En los últimos comicios, donde creció hasta los 57 escaños, los de Rivera obtuvieron 18 diputados en estos territorios.