El Gobierno de Sánchez ha decido nuevamente el financiar nuevas compras de automóviles con ayudas de entre 400 y 4.000 euros (Plan Renove 2020 y Plan MOVES).
Nuevamente porque esa fue la medida también de Zapatero hace 11 años, en 2009 (hasta 2.000 euros entonces). En ambos casos la decisión no corresponde a que necesitemos más coches o a que los necesitemos si quiera, sino a estimular la economía. 3.750 millones de euros del erario público se destinarán a las grandes empresas. Hace 11 años estábamos inmersos en una gran crisis. Ahora lo estamos en otra provocada por el Covid 19 y todo lo que ello conlleva.
Esa decisión económica pone de manifiesto el papel preponderante que tiene la industria automotriz, pero también, el que se repita una década después, en cierta forma como la economía está secuestrada por ésta, pero también nuestro modelo de movilidad y lo que le rodea (infraestucturas, producción energía, extracción de recursos necesarios como metales, plásticos, etc por minería, etc etc) sin que exista una reflexión seria de la necesidad del automóvil particular.
Es más, en los últimos años se viene imponiendo la idea de la necesidad de sustituir el automovil fósil por el eléctrico, algo en lo que incidió Zapatero con el Plan de Acción del 2010 de 590 millones de euros y en el que ahora redunda Sánchez. Excepto en unos círculos reducidos, ante la acuciante emergencia climática, el tema del coche eléctrico carece de análisis serio, mientras que le corresponde el mismo análisis y crítica que el fósil.
Hace un año, con la muerte del futbolista José Antonio Reyes en accidente de coche escribía esto que no publiqué por mi coyuntura personal, pero que entiendo relevante de nuevo ante esta decisión.
Los coches matan ¿los eléctricos también?
El 1 de junio de 2019 murió el futbolista Jose Antonio Reyes en un accidente de coche. Uno de tantos. Pero el ser futbolista internacional, una celebrity, adquiere otro carácter. Con él moría un primo y otro fue hospitalizado. Una pena, otra persona, y joven, sólo 35. Perdón: otras dos personas (o tres), pero tristemente, el primo muerto fue eclipsado por la fama del conductor. Su carrera futbolística ya había concluido pero como persona le quedaba todavía todo. Otro ex-futbolista denunciaba los peligros de ir a excesiva velocidad, y el comentario causaba gran controversia en los medios.
Supongo que así es: el automovil particular está muy interiorizado en nuestro inconsciente, como forma de independencia, de transportamos a donde queremos, cuando queremos. Patrañas: todo supone un tiempo y un precio. Y si no tienes coche no te planteas ir a muchos sitios, porque en muchos casos (muchísimos) sencillamente, no lo necesitas Las primera noticias sin embargo no decían nada de velocidad. Tampoco trascendía después en los medios de la conmoción. Sí que conducía un coche de “alta gama”.
Por aquel entonces también, otro ex-jugador decía que los futbolistas estaban obsesionados por lucir el coche más caro. Así es, y así lo trasladan a la sociedad. El coche como símbolo de status, como símbolo de triunfo. Lo que le quedaba a Reyes de todo su periplo futbolístico además de un nombre y muchos recuerdos: dinero y un coche de alta gama. El fútbol como religión, con estas personas que se toman como iconos, con su modo de vida y sus principios (el primero de ganar más, de más reconocimiento, de por sí ya me parecen valores equivocados en los que cimentar nuestra sociedad). Esos futbolistas que son referencia para nuestros chavales y chavalas, promueven esos valores a ellos, con lo que tenemos en cierta forma un bucle. Pero promuevan el poseer coches, de alta gama o no, si promueven el uso y propiedad del coche particular. Así que, cuando informemos de ellos (1) en los medios (si es menos, mejor), mejor mostrarles subiendo a un autobús, aunque el del club no sea uno público. (1 – Aquí también en la propiedad y uso del coche tenemos la gran diferencia entre futbolistas masculinos y femeninos, que obviamente esta ligada a sus diferencias salariales, también una cuestión machista, pero también a otros aspectos).
Y está claro que los coches matan, y que a cierta velocidad, por tener el mejor dribling de la liga, o los mejores reflejos, un descuido y la cagas. Y bien cagada ¿no? Sin remedio. Ni para ti ni para otros. En este caso, siempre decimos, su acompañante, pero ¿y si choca con otro(s)? Al día siguiente trascendía que Reyes circulaba a 234 km/hora. Pero ¿por qué está permitido que haya coches que alcancen esa velocidad? ¿Que se vendan con esa prestación?
Como en el caso de que los motores consuman menos, que contaminen menos, para ello existen regulaciones y acuerdos a generales del sector, pero muchas cosas no son cumplidas por la industria automotriz y petrolera porque existe intereses económicos. Ese es la razón de peso.
Decían de conductores que venían al Circuito de Los Arcos (Nafarroa) a conducir a alta velocidad (a algunos los pillaron incluso a esas velocidades en las carreteras navarras, incapaces de eliminar de tanta adrenalina!). Son cosas que no termino de entender, pero, sí, que por lo menos lo hagan en un recinto cerrado. Pero también que lo paguen, que tenemos que recordar que ese monstruo fue construido con dinero público que no se empleó en otras cosas imprescindibles, no siendo una prioridad, eliminando muchas hectáreas productivas y afectando ambiental y paisajísticamente una zona considerable. Pero ahora ¿en un lugar donde hay segundas y tercereas personas? Los coches de alta gama deberían se prohibidos y su circular en las carreteras también.
Pero aunque no sea de alta gama, el riesgo es el mismo. El otro día comentaba a un amigo que en mi barrio podemos contar a persona perdida en el automóvil por portal. No es que mi barrio cuente con una siniestrabiliadd mayor: es sólo que en mi barrio nos conocemos todas desde su edificación. El automóvil particular nos supone mucha comodidad, nos facilita la vida mucho, pero nos ha causado mucho dolor.
Mientras, la televisión nos siguen bombardeando con anuncios. Mueven mucho dinero, nos piden más, y lo malo es que como individuos y como instituciones se lo damos. Nos imponen el automóvil particular, nos hacen verlo como necesario, indispensable para nuestras vidas. Prohibieron los anuncios de tabaco en la televisión, y tendrían que hacer lo mismo con los coches.
El coche particular (fósil o eléctrico) precisa mucho espacio e infraestructuras
Porque además de resultar mortales, el coche particular frente al transporte compartido (público) supone mucha más contaminación y por tanto más muerte, más enfermedades, más destrucción ambiental y más cambio climático. Lo que supone el cambio climático ya sabemos, pero sobre todo supone más impactos para comunidades en situaciones de indefensión, más vulnerables del mundo y para las generaciones futuras. El coche además supone más infraestructuras, como la nueva SuperSur que construyen en Bilbo, que supone añadir más a todos esos problemas, pero sobre todo la reducción de ecosistemas y de biodiversidad.
Vamos aceptando con naturalidad el que muchas de las calles, por ejemplo, de cascos viejos sean ahora peatonales (por lo menos en algunas horas) cuando antes lo natural era que por su estrechas calles no solo pulularan cientos de coches, sino que estuvieran estacionados, y en muchos momentos lo que era impensable se materializó. Sí, el coche personal ocupa mucho espacio, porque precisa ingentes cantidades de territorio para moverse pero también para estacionarse. Además todas queremos que ese estacionamiento sea lo más cerca posible de nosotras, de nuestros lugares de residencia. Ese espacio es espacio que nos quitamos en nuestros barrios.
Como se demuestra en cada campaña contra carreteras como es el caso ahora de Bolintxu (Bilbo) con la SuperSur, espacio que arrebatamos a la naturaleza con todo lo que eso implica de desaparición de ecosistemas, de seres vivos, de vegetación o incluso de ríos, o caminos, Para nosotras también esa desaparición tiene mucho precio, no es solo una razón ecológica, o sí si entendemos a las personas como totalmente dependientes y parte de los ecosistemas.
El caso del nuevo tramo de la SuperSur, y ahora estos planes Renove 2020 y MOVES, nos llevan también a corroborar que en las instituciones todavía prima la política de fomentar el uso individual de transporte, porque el transporte mayoritario que provoca el embotellamiento y al que esta infraestuctura se plantea como solución es el particular. Planteamos más y más carreeteras para paliar el problema de los atascos, como si esa fuera la razón del problema (aquí también entra obviamente la presión y necesidad de contentar a las constuctoras o incluso a las cementeras).
El coche particular (fósil o eléctrico) supone mucha energía y contaminación
Mientras, nuestra economía, como nos vuelve a demostrar este gobierno, sigue centrada en esta forma de transporte. El experto en energía Pedro Prieto nos recuerda que España es el sexto productor automovilístico. Y apunta: todos de combustión fósil, que es su tema. Porque ahora se propone el coche eléctrico como alternativa, y a eso iba Prieto. El coche eléctrico no es sólo más que continuación del coche particular, y por tanto, adolece los mismos problemas: individualismo, producción y uso de recursos exagerados, uso de territorio exagerado, uso y construcción de infraestucturas exagerado, y si se mantiene la misma velocidad y por características (que creo que de esto no existe una reflexión ni decisiones políticas), la misma siniestralidad y mortandad exageradas.
Recordemos que generalmente se atribuye al coche convencional unas emisiones de gases de efecto invernadero en su producción equivalentes a las que producirá en su funcionamiento en su entera vida. Los recursos que precisará serán parecidos, en metales para la carrocería, para el motor, caucho para llantas, petróleos de plásticos, etc, por lo que, nuevamente, los impactos del coche eléctrico serán idénticos al convencional.
Sólo cambia la forma en la que le suministramos energía, pero recordemos que la eléctricidad que lo mueva no se produce sólo de renovables, sino que se ha ampliado mucho la producción con centrales de ciclo combinado que usan gas, el cual conlleva un gran impacto climático por contener mucho metano y ser muy fácil su emisión en la atmósfera. O incluso que aunque así fuera, que las renovables también suponen problemas, y que el actual aumento de uso eléctrico supone el aumento de proyectos e impactos (ahora por ejemplo nuevos parques eólicos aquí en Lesaka o Lizarraldea, etc). Y además esto supone también el transporte de esa energía, el ampliar los tendidos de alta tensión o crear nuevos con nuevo impactos. De una forma u otra deberíamos reducir nuestro consumo energético y no incrementarlo-
Y entre los nuevos elementos que va a precisar/precisa el coche eléctrico, alguno como el litio para las baterías que ya provoca graves impactos ambientales y sociales, como ya explicamos en otro previo artículo, “Fiebre de litio, nueva fiebre para el Planeta” (Rebelión, 22-6-2020) (*).
Tenemos que pensar que a la siniestrabilidad también le debemos asociar un uso exagerado de medios de rescate, médicos, grúas, bomberos, infraestructuras, etc.
El coche particular (fósil o eléctrico) es imperialista y machista
Otro aspecto que muchas veces se obvia cuando hablamos del automóvil es que pese a su masificación es también minoritario: existen en el mundo 1200 millones de automóviles que es una burrada, pero si consideramos que muchas personas tienen más de uno (algún futbolista más de cinco….), que algunos son utilizados para funciones laborales, para transporte, y que la población del mundo es de 7.700 millones, tenemos, que pese a exluir de la ecuación a los niños, millones de personas no tienen acceso a un automóvil personal. Esto también nos lleva, a que el uso del automóvil y todas las prestaciones que nos provee, incluyendo la presunta libertad de movimiento, es gozada también sobre todo en los países enriquecidos, en el Norte Global, y por ello estos países lideran también las agresiones a segundos y terceros países para apoderarse de recursos (ahora petróleo, pero con el eléctrico será litio para baterías y todo el gas, carbón, etc que todavía precisamos para nuestro modelo eléctrico fósil); y como desde que se planteó el problema del cambio clmático a nivel institucional internacional, esos coches son responsables de emisiones que afectan luego a todo el Planeta, más a unas personas que a otras por los lugares y sus condiciones en la que viven. Pero sobre todo a personas que no lo han provocado porque carecen de coche. Es lo que se ha denominado Justicia Climática, en este caso Injusticia. Tenemos por tanto que el coche es imperialista, porque se vale de otros países y los agrede y afecta a sus poblaciones y ecosistemas para garantizar su funcionamiento.
Y unido a ello tenemos que el coche particular es machista, porque aunque muchas mujeres lo utilizan, sabemos que de esas personas que no lo tienen sobre todo son mujeres. O cuando existe en una familia que quien lo usa o tiene el monopolio es el hombre. Cuando hablamos de ser un objeto para demostrar estatus, tenemos que añadir que lo es, pero sobre todo para los hombres.
El coche particular no reactiva la economía
Mientras, observamos como la economía sufre con cada anuncio de relocación de las plantas de Volkswagen de Landaben (Nafarroa) o Mercedes en Gasteiz. Porque son las mayores empresas vascas, además de las energéticas (que estarán muy ligadas si el proyecto del coche eléctrico se afianza). Otras como Petronor, la subsidaria de Repsol en Euskal Herria, es la otra gran empresa de la economía local, o Michelín, en Vitoria–Gasteiz y Lasarte, ambas de obvia conexión con la industria automotriz (Petronor, como toda la industria petrolera, es también receptora de muchos subsidios públicos). Sin embargo, como pasa en muchos otros sectores, seguimos dilapidando recursos públicos e individuales en mantenerlas, en subsidiarlas, sin cuestionar su necesidad, pero sobre todo sin buscarle alternativas reales en el plano económico y laboral, que obviamente las tienen.
Todos esos problemas se perpetuarán con el coche eléctrico, más aún si seguimos potenciando (sólo estas ayudas ya suponen una legitimación) y financiando su compra. La dependencia económica del sector automotriz no se soluciona con subsidios, sino que dicha dependencia se perpetua, y sus problemas se agravan.
Nota:
(*) https://rebelion.org/fiebre-de-litio-nueva-fiebre-para-el-planeta