Cuando el presidente Luis Abinader llegó a su investidura en un vehículo de propulsión eléctrica como gesto simbólico de las intenciones de su gobierno de hacer del desarrollo sostenible uno de sus principales objetivos, marcó la decisión de avanzar en los compromisos sobre cambio climático en el país.
Abinader indicó además que iniciaría inmediatamente los preparativos para hacer que el suministro eléctrico del palacio presidencial dependa de la energía solar, un compromiso para que el país deje de depender de la energía no renovable.
Desde la asunción del poder en agosto, su gobierno ha avanzado hacia la revisión y cumplimiento de los compromisos del Acuerdo de París sobre 2015, comenzando por implementar las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, en inglés).
El Acuerdo de París fue en sí mismo un éxito, porque desde entonces, la mayoría de los signatarios han presentado objetivos nacionales de adaptación y mitigación del clima.
Han pasado cinco años y, según el acuerdo, los países signatarios ahora deben revisar sus NDC, una oportunidad para alinear sus agendas climáticas y de desarrollo y reevaluar sus esfuerzos para movilizar el interés y el financiamiento a fin de lograr sus objetivos previamente establecidos.
El 1 de octubre de 2020, República Dominicana lanzó el proceso de “Mejora y Actualización NDC”, unos compromisos voluntarios, que son una de las bases con que se articuló el Acuerdo de París, para reducir el recalentamiento planetario.
El acto contó con la participación, en parte virtual, de representantes del gobierno, el sector privado, la sociedad civil, los socios para el desarrollo y la implementación y el mundo académico, y tuvo como propósito mostrar y crear conciencia sobre el proceso de actualización de las NDC, sus pasos e implicancias para estos diferentes actores.
Apoyo para mejorar la NDC
Como parte de un esfuerzo por incorporar un enfoque ecológico a todas las políticas, República Dominicana, con el apoyo del Paquete de Mejora de la Acción Climática (CAEP, en inglés), una iniciativa de intergubernamental y global Alianza NDC, está trabajando en una estrategia de NDC revisada y mejorada.
Esta estrategia incluye un plan de implementación, financiamiento e inversión a mediano plazo para abordar de manera efectiva la gestión del agua, la preservación de los ecosistemas, la seguridad alimentaria, el desarrollo urbano inteligente y la dependencia de los combustibles fósiles.
Un mejor ordenamiento territorial en áreas vulnerables es uno de los compromisos de República Dominicana, dentro de su avance hacia un desarrollo limpio. Foto; Dionny Matos/IPS
En entrevista con IPS, Max Puig, vicepresidente ejecutivo del gubernamental Consejo Nacional para el Cambio Climático y el Mecanismo de Desarrollo Limpio, señaló que a pesar del cambio de gobierno y las dificultades provocadas por la covid-19, muchos de los compromisos asumidos hace cinco años se están cumpliendo de forma gradual.
Las NDC son específicas de cada país, aunque Puig recordó repetidamente que incluso si cada nación tiene su carácter y condiciones previas específicas, la implementación de las NDC debe ir más allá de los esfuerzos nacionales.
El CAEP es un paso en esta dirección, ya que aporta experiencia internacional, así como apoyo técnico y financiero a los países que necesitan esa asistencia.
Como la mayoría de otros países insulares, República Dominicana está lidiando con varios desafíos únicos, cuya solución se beneficiaría de la experiencia extranjera.
Una preocupación importante es que incluso si República Dominicana tiene una de las mayores y diversas economías del Caribe insular, todavía depende de los combustibles fósiles importados para casi todas sus necesidades energéticas.
Las NDC se han convertido en una herramienta para corregir este problema. Mientras se buscan soluciones para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, es necesario invertir en una producción de energía alternativa y más sostenible.
Un paso en esta dirección es determinar el alcance de las emisiones y fuentes de gases de efecto invernadero, algo que se ha logrado a través de una cooperación apoyada por el CAEP entre el gobierno dominicano y la intergubernamental Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena).
Irena, una institución que ayuda a los gobiernos en el camino hacia la energía renovable, es autora del informe “Una Hoja de Ruta hacia la Energía Renovable”, que brinda estadísticas esenciales del sector.
El documento de Irena se ha desarrollado aún más en informes sobre los impactos de las energías renovables en los sistemas eléctricos dominicanos y en un estudio de las perspectivas de las energías renovables.
La investigación destacó un potencial para aumentar la participación de la generación de energía renovable hasta en 44 por ciento para 2030, basada principalmente en energía solar fotovoltaica, eólica y bioenergética.
República Dominicana , que comparte la isla Hispaniola con Haití, depende por ello en gran medida de su costa, tanto para su floreciente industria turística como para mantener su salud ecológica y su singularidad.
La ecología costera es otra iniciativa del CAEP, que apoya la cooperación entre el Consejo Nacional de Cambio Climático y la organización sin fines de lucro The Nature Conservancy (TNC, en inglés).
Esta oenegé internacional actualiza los datos recopilados para identificar áreas costeras altamente vulnerables y en 2019 publicó un estudio de mapeo y descripción de ecosistemas amenazados, como arrecifes de coral y manglares.
TNC trabaja actualmente con el gobierno de Santo Domingo para desarrollar la gestión eficaz de más de 13 000 kilómetros cuadrados de hábitats terrestres y marinos.
Vulnerabilidad insular
Debido a que República Dominicana es una nación insular, mencionó Puig, se le considera uno de los 10 países más vulnerables del mundo en lo que respecta a los efectos del cambio climático.
República Dominicana se encuentra justo en el camino frecuente de los devastadores huracanes que, debido al calentamiento global, ahora pueden ganar aún más fuerza. Existe una amenaza constante de inundaciones y la llegada de un huracán generalmente provoca grandes deslizamientos de tierra y pérdida de sustentos de vida.
Actualmente, la dominicana Unidad de Coordinación de Recursos Hídricos está evaluando estos riesgos, con el apoyo de las actividades del CAEP lideradas por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El análisis incluirá el desarrollo de un enfoque viable para limitar los efectos dañinos de las inundaciones repentinas, basado en un enfoque de múltiples partes interesadas que involucre a los sectores relevantes de la Asociación Mundial para el Agua.
Al discutir las peculiaridades ecológicas dominicanas, Puig acentuó la importancia de considerar el país como parte de un ecosistema insular único compartido con Haití.
La isla de Hispaniola cuenta con 76 000 kilómetros cuadrados, una magnitud limitada que no impide que cuente con cuatro ecorregiones distintivas; áreas de bosques húmedos, bosques secos, pastizales húmedos y sabanas secas.
Esta diversidad se debe a la cadena montañosa más alta del Caribe, que se extiende en diagonal a lo largo de la isla, dejando casi un tercio del territorio bajo la sombra de la lluvia. Por razones históricas, demasiado complicadas de abordar aquí, los contrastes extremos también son evidentes en la estructura política de la isla.
Es la única isla del mundo compartida por dos naciones soberanas, e incluso si el ecosistema inicialmente ha sido el mismo en las dos partes de la isla, los recursos naturales están más agotados en Haití que en República Dominicana.
Puig lamentó que muchos de sus conciudadanos asuman que un muro a lo largo de la frontera resolvería cualquier problema. Mucho mejor sería considerar toda la isla como una unidad ecológica dentro de la cual se persiguen al unísono soluciones sociales y ecológicas.
Hispaniola tiene la economía más importante de las Antillas Mayores. La mayor parte de este desarrollo económico se encuentra en la economía dominicana, que es casi un 800 por ciento más grande que la de Haití.
A partir de 2018, el estimado anual por persona fue de 8050 dólares en República Dominicana y 868 en Haití.
Este contraste en el bienestar económico hace de la frontera entre Haití y República Dominicana, una de las divisiones más marcadas entre la necesidad y la prosperidad relativa del mundo. Una razón por la que República Dominicana tiene uno de los flujos migratorios más altos de la América.
Según Puig, una solución a este problema sería enfatizar el aspecto humano del desarrollo sostenible, porque la pobreza, la ignorancia y la desigualdad debilitan la resiliencia de cualquier nación y obstaculizan el desarrollo sostenible.
La cooperación -local, bilateral e internacional- es necesaria, así como la compasión, el respeto por la dignidad humana y la conciencia social.
A su juicio, Si se aprende a darse cuenta de que la conservación de los recursos naturales del planeta es un requisito previo para la supervivencia humana, tal vez todos los gobiernos llegarían a comprender la inutilidad de las acciones a corto plazo y los conflictos innecesarios.
Con el CAEP, el gobierno trabaja en varios frentes. Estos incluyen el fortalecimiento de sus mecanismos generales relacionados con el clima mediante la coordinación de las instituciones gubernamentales a cargo de la Política Nacional de Cambio Climático.
A nivel práctico, habrá un marco para proyectos de adaptación basados en ecosistemas, junto con la provisión del fomento de capacidades para implementar esos proyectos.
República Dominicana se ha comprometido a identificar y priorizar una cartera de proyectos listos para la inversión en todos los niveles, incluidos energía, agricultura, industria, transporte, servicios de agua y saneamiento, edificios e infraestructura y diversificación de los sustentos de vida.
Con el aporte adicional de Cecilia Russell.
T: MLM/RV: EG
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2020/11/republica-dominicana-maneja-cambio-climatico-desde-lo-mas-alto/