Criticar un informe de gestión no es criticar a las personas. Vaya por delante que no cabe duda del trabajo ingente de nuestros compañeros y compañeras en la dirección, en el Parlamento y en el Gobierno. Pero una cosa no quita la otra, el reconocimiento del enorme esfuerzo personal es compatible con hacer uso del pensamiento crítico.
Por supuesto, es necesario animar a los compañeros y compañeras, darles confianza en el futuro de las ideas del socialismo, del pleno sentido y la necesidad de trabajar por la transformación social, del tesoro humano y político que es el conjunto de la militancia de IU, y de lo que podemos aportar a la reconstrucción del movimiento de la clase trabajadora por su emancipación social.
Y todo teniendo presente la necesidad de la organización, del fortalecimiento de IU, de su militancia, y de la elevación de la capacidad política y de decisión de la misma. Las asambleas de base, que son nuestras raíces en la sociedad, y las ideas, son nuestro mayor tesoro, a cuidar y desarrollar. Esa es también, la forma de fortalecer la unidad popular.
El balance se deja demasiadas cosas en el tintero
El informe defiende que hoy estamos mejor que hace cuatro años: “A cuatro años de la XI Asamblea Federal de 2016, nuestra organización sigue afrontando debilidades, pero estas son infinitamente menores que entonces”… “hemos situado a una organización que algunos daban por amortizada en el Gobierno de España”.
Se insiste: “Nuestra organización ha resistido sorprendentemente bien, gracias a una lectura correcta de los cambios que se están produciendo en España y a nuestro arraigo territorial y organizativo. Sin embargo, esta resistencia ha tenido sus costes lógicos, entre ellos el simbólico. Si bien es cierto que gozamos de un espacio mediático más ostensible incluso que en otras épocas en las que éramos la tercera fuerza política del país, nuestro capital simbólico se ha debilitado en el imaginario colectivo de la ciudadanía”.
A partir de una idea que compartimos: “Esta crisis de régimen presenta innumerables particularidades estatales que debemos tener presentes en todo momento pero, al mismo tiempo, se enmarca dentro de una crisis global del capitalismo y de la globalización que ha propiciado, de manera dialéctica, la ruptura de los viejos sistemas políticos liberal-representativos”. Se plantea que: “Así pues, desde la eclosión de la crisis económica en 2008 se vienen produciendo fenómenos políticos, sociales y culturales de diversa índole, algunos vinculados a los valores emancipatorios y otros, lamentablemente más numerosos, vinculadores a los valores reaccionarios”.
Y se añade: “España ya forma parte de una dramática “normalidad” internacional que podríamos resumir, haciendo una comparación respecto a la situación que afrontábamos hace cuatro años, en un avance de la derecha radical y un retroceso de las izquierdas” (el subrayado es nuestro).
“La crisis de régimen sigue abierta y uno de nuestros objetivos principales es evitar un cierre “reformista” y, por descontado, un cierre autoritario”.
¿Es posible evitar un cierre “reformista” estando en minoría en un gobierno con el PSOE, cuyos dirigentes son un puntal de este régimen (no su base social y votante, ni la mayoría de su militancia? Merece la pena abordar todo estos temas, en el informe de gestión, señalando qué nos indica la experiencia, y en el documento político, con las propuestas de futuro.
Es cierto que tenemos un poco más de representación institucional y, sobre todo, que estamos en el gobierno del Estado, sin embargo, la militancia de base y su participación ha decaído y el conjunto de la izquierda transformadora tiene hoy mucho menos apoyo que hace 4 años. Eso agrava nuestra dependencia institucional y nos coloca en peor situación para afrontar las dificultades de nuestra labor en ese ámbito, más aún con la presencia en un gobierno en minoría con el PSOE. Debemos ser conscientes de ello, para poner el énfasis no en el trabajo institucional, sino en la construcción de la organización y sus raíces sociales, algo en lo que, hasta ahora, no hemos tenido mucho éxito.
En las elecciones de junio de 2016, pocas semanas después de la celebración de la XI Asamblea Federal,[1] la izquierda transformadora pasó de 6,11 millones de votos logrados en diciembre de 2015, a 4,4 millones. Es una caída significativa que en un informe de gestión deberíamos mencionar y analizar. Es importante recordar esos datos porque, al menos en el Estado español (y en otros), la pulsión de los movimientos no es reaccionaria, sino que es predominantemente de izquierdas durante esos años. No es hasta finales de 2018 que Vox da la campanada con sus 12 diputados en el Parlamento andaluz, aunque con un apoyo muy pequeño en las zonas obreras. De hecho, en 2015 la izquierda transformadora superó al PSOE en votos. Y se ganaron los llamados ayuntamientos del cambio.
En aquel entonces, el mal planteamiento de la dirección de Podemos en 2015, negándose a la unidad y atacando a IU, hizo perder una oportunidad de oro en la que una victoria en las elecciones generales no era ninguna utopía. Era una actitud equivalente al error que también cometió nuestra dirección en las elecciones europeas de 2014, cuando fue incapaz de acordar una candidatura común con Podemos mediante primarias. También contribuyó su mal planteamiento ante el PSOE tras las elecciones, cuando para darle su apoyo antepuso los ministerios a una propuesta de programa.
La necesaria unidad, que se logró para las elecciones de 2016, ya llegó demasiado tarde para evitar un retroceso que, muy probablemente, hubiera sido mayor de ir separados. Por eso es necesario hacer un balance a fondo de lo que pasó.
¿Por qué el retroceso electoral de UP ha continuado?
Pero la cuestión es que la caída de UP ha continuado. En noviembre de 2019 tuvimos 3,1 millones de votos y 35 escaños. Se han perdido más de la mitad de los votos y de los escaños.
Analizar qué ha pasado estos años para que la izquierda transformadora haya retrocedido tanto, no es buscar culpables de nada, sino tratar de entender para prepararnos y ser capaces de aprovechar un nuevo ciclo de luchas que, sin duda, se dará.
Ni siquiera se hace un análisis de qué ha pasado con los Ayuntamientos del cambio, la mayoría de los cuales —y algunos muy emblemáticos, como Madrid y Zaragoza— se han perdido. ¿Qué hicimos bien y qué hicimos mal? Es el mejor camino para preparar las próximas elecciones.
En la XI Asamblea tampoco se abordó, ni se promovió un debate específico, sobre la experiencia de Syriza en Grecia, su claudicación ante la UE. Fue un acontecimiento que pesó enormemente en los resultados de la izquierda transformadora en toda Europa, también aquí, algo así como la prueba, a los ojos de muchas personas, de que no había alternativa a la política de la UE. Ese debate sigue pendiente, y ni se tiene en cuenta en el informe de gestión, cuando la derecha recuperó el poder en Grecia en 2019. ¿Qué nos enseña esa experiencia? ¿Qué haríamos nosotros, y UP, si ganásemos las elecciones?
Tampoco se aborda lo sucedido en Cataluña. Ni siquiera se menciona el referéndum del 1 de Octubre de 2017, una de las mayores movilizaciones democráticas de las últimas décadas. El hecho de que haya presos políticos por esos acontecimientos. Para Podemos ese proceso supuso la destitución de su dirección, una actuación completamente equivocada pues los líderes de Podemos en Cataluña estaban actuando de forma correcta, y a nosotros nos ha llevado a una ruptura y refundación de la organización. ¿Qué ha pasado? Un proceso de lucha democrática debería haber sido un factor de crecimiento para una fuerza que defiende esos derechos, y que es capaz, o debería, de conectarlos con una propuesta de transformación social. ¿Por qué ha sucedido lo contrario? Son preguntas sin respuesta en el informe, que merecen por nuestra parte un análisis mucho mayor.
Los resultados de las elecciones en Galicia y en el País Vasco son un retroceso dramático, que tampoco se aborda. Y los de las catalanas, que se producen después de redactado el documento, aunque se ha salvado el resultado en términos de escaños, en votos el retroceso es muy significativo. Igual que lo es que aumente el apoyo al PSC, avisándonos de que el proceso en el que el PSOE se recupera y amplía su apoyo por la izquierda sigue.
Tras las elecciones de noviembre de 2019, la dirección de Podemos puso todo el énfasis en la campaña en formar gobierno con el PSOE. Es lógico que se llame al PSOE a formar un gobierno de izquierdas, pero el énfasis hay que ponerlo siempre en el programa y no en los ministerios. Se podría haber dado al PSOE el gobierno tras las elecciones de abril de 2019, con un acuerdo de investidura, y pasando a la oposición por la izquierda. De hecho, esa fue la postura de IU y ni se menciona ni se valora. En La Rioja se está haciendo así, con muy buenos resultados.
El PSOE no quería un gobierno con UP y forzó elecciones con la esperanza de destrozarnos y poder pactar con Ciudadanos. La postura de Podemos le facilitó la tarea, al poner el acento en los ministerios y no en el programa. Por suerte, la jugada no le salió a la dirección del PSOE, y se vio obligado a formar gobierno con UP, contra su voluntad.
¿Qué nos está enseñando la participación en el gobierno central?
Ahora estamos en un gobierno con el PSOE, en el que se han logrado avances, pero en el que todo lo conseguido es insuficiente en relación con las necesidades (por ejemplo el IMV) y en el que los temas cruciales se posponen, o se acaba imponiendo la postura del socio mayoritario: reforma laboral, ley mordaza, pensiones o vivienda.
No nos cabe ninguna duda de que nuestros compañeros y compañeras, de IU y de Podemos, están peleando con uñas y dientes por el programa pactado, pero la realidad es que el sistema está poniendo toda la carne en el asador y que los dirigentes del PSOE no quieren confrontar con él. Debemos analizar esa situación para prepararnos. No tendría sentido sembrar ilusiones en que, con la actual correlación de fuerzas con el PSOE, podemos obligarles a aplicar una política de izquierdas en los temas decisivos.
Por ejemplo ¿qué se está haciendo con los 140.000 millones de la UE? ¿Con qué condiciones se ha pactado que lleguen, o se está pactando? ¿Quién se va a beneficiar? De momento, nuestros socios de gobierno insisten en la colaboración público-privada y la patronal y las grandes corporaciones ya han preparado el terreno. Todo eso debería valorarse y analizarse para ver cómo actuar frente a ello.
Sobre todo, hemos de analizar qué nos indican las actuaciones del PSOE, de la patronal y de la derecha, para prepararnos. A tenor de lo que ha sucedido hasta ahora, el choque con los sindicatos y con los pensionistas es inevitable. Y nuestra postura está fuera de duda que no podría ser condescendiente con medidas contrarias a los intereses de la clase trabajadora o de nuestro programa (como los fondo privados de pensiones de empresas). Ya el mantenimiento de las bases militares choca con nuestro ideario. Por supuesto, somos minoría para imponer al PSOE temas de calado, pero precisamente ahí surgirá la valoración de qué ganamos y qué perdemos estando en el gobierno. Si estar en el gobierno nos debilita y aleja de la movilización, de los nuestros, estaríamos tirando piedras sobre nuestro propio tejado.
Será clave mantenernos firmes en el programa pactado, y en no actuar contra nuestras ideas, ni los intereses de la clase trabajadora. Y dar alternativa, como se ha hecho con la Ley de defensa de la libertad de expresión.[2] ¿Por qué no presentamos propuestas propias para una reforma fiscal, por una renta básica de emergencia, en defensa de la banca pública, por la reducción de jornada, sobre vivienda, la nacionalización de las compañías energéticas, por el cierre de las bases militares, etcétera? No sólo como propuestas parlamentarias, sino, y sobre todo, como campañas de nuestra organización, conjuntamente con el resto de fuerzas de la izquierda transformadora. Ese es nuestro papel, esa es la forma de construir un movimiento político y social y fortalecernos.
El factor que más puede fortalecer a la extrema derecha, es que la izquierda no dé alternativas y aglutine una gran movilización social. Y ese riesgo, estando en un gobierno con el PSOE, es real. IU, y UP, tendrán que mantenerse firmes. La desmovilización del voto de izquierdas sigue siendo el predominante en las elecciones y es un síntoma de la orfandad que siente una parte de la clase trabajadora, las clases populares y la juventud.
Un elemento central para los próximos meses sería fortalecer la participación de IU en las movilizaciones por la subida del SMI, la derogación de la reforma laboral y la defensa y fortalecimiento del sistema público de pensiones.
Todas estas reflexiones llevan a su autor a inclinarse por una abstención crítica frente al informe de gestión, conscientes de que lo que hace falta un debate honesto y profundo. Necesitamos todas las capacidades y talentos de nuestra militancia, de nuestros dirigentes, y de muchos que no están o no participan, para afrontar lo que nos viene por delante.
Notas:
1. XI Asamblea https://izquierdaunida.org/asamblea-federal/
Fuente original: https://porelsocialismo.net/aprender-de-la-experiencia-para-preparar-el-futuro/