La dirección de Ford anunció el pasado 15 de marzo un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) de extinción, que afectaría a 630 trabajadores de la factoría ubicada en el municipio de Almussafes (Valencia); la cifra de despedidos supondría, de este modo, el 10% de la plantilla de Ford España, que emplea a cerca de 7.000 trabajadores.
Tras una reunión con los directivos, los portavoces de UGT (sindicato mayoritario en el Comité de Empresa) solicitaron una moratoria de 15 días para la negociación del expediente, a la espera de una reunión del comité de empresa europeo de Ford que tendrá lugar el 30 de marzo; asimismo subrayaron la posibilidad de despidos “traumáticos”, debido al número de afectados, las condiciones del ERE y porque es escaso el personal con edades próximas a la jubilación. Actualmente la fábrica valenciana está inmersa en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).
Entrevistado en el programa CGT en Acción de Radio Klara, el delegado de la CGT en Ford, Mariano Bosch, manifestó que en 2020 la compañía aprobó un ERE –acordado con la mayoría del comité de empresa- para la salida de 350 trabajadores; y que a finales de 2009 Ford impulsó otro ERE que recortó la plantilla en 600 empleados. Asimismo, “mientras se realizan miles de horas extra -como ya denunciamos ante la Inspección de Trabajo- la empresa continúa aprobando ERTE”, critica el sindicalista; “Hasta ahora los ERE se han llevado a término con bajas voluntarias, y esperamos que en el actual expediente también lo sean; de lo contrario habrá movilizaciones”.
Según Mariano Bosch, “multinacionales como Ford, Volkswagen o el grupo PSA tienen lobbies de gran peso, que mueven muchos hilos y es muy difícil luchar contra ellos”; por ejemplo, mientras se reduce el personal en planta, Ford ha recibido en los últimos años ayudas de la Generalitat Valenciana por valor de más de 100 millones de euros, que se materializaron –en 2020- en convenios para apoyar el proceso de fabricación del modelo Kuga, la implantación de una planta de baterías eléctricas o la incorporación de tecnología híbrida y mejora de las emisiones, entre otros.
Mariano Bosch subraya en Radio Klara que, ante el anuncio de próximos despidos, “lo más importante es que Ford Europa asigne los modelos que vayan a fabricarse en Almussafes, para que pueda mantenerse la actual plantilla; hoy estamos produciendo cinco modelos de vehículos, de los que cuatro acaban su periodo de vida entre los próximos dos y tres años; si no se adjudican modelos nuevos, tendremos problemas muy graves”.
El portavoz de la organización anarcosindicalista destaca que, además de en la factoría, la actual propuesta de 630 despidos repercutirá en el polígono industrial Juan Carlos I, ubicado junto a la fábrica, y en las empresas contratistas y subcontratistas que operan dentro de Ford; además, remata el sindicalista, cada empleo directo de Ford implica entre cuatro y cinco puestos de trabajo indirectos.
Precisamente el cluster de Automoción de la Comunitat Valenciana (AVIA), que agrupa a 116 empresas relacionadas con la automoción, hace mención especial a la compañía estadounidense, “auténtico tractor en la constitución y pervivencia de la entidad”; las empresas asociadas en AVIA facturan conjuntamente 13.436 millones de euros, generan de modo directo 26.952 empleos y representan cerca del 13% del PIB autonómico. Sobre el anuncio de ERE en la planta valenciana, la asociación advierte que “tendrá un efecto dominó en las empresas del sector, en función de su nivel de dependencia de la multinacional”.
“No podríamos tener peores noticias”, según el portavoz de STM-Intersindical Valenciana en Ford, Paco González; detalla que el ERE actual plantea reducir la producción de 1.640 a 1.360 automóviles diarios, lo que además podría implicar la desaparición del turno de noche. “La empresa lo justifica por factores como la caída de la demanda en Europa –principal destinatario de los vehículos fabricados en Valencia-; el Brexit; o la disminución en las ventas de tres de los modelos producidos en Almussafes –el S-Max, el Galaxy y el Mondeo-, aunque reconocen la buena venta del Kuga”, expone el sindicalista.
La compañía también expuso como argumento la incertidumbre de los compradores ante la expansión de los coches híbridos y eléctricos; el pasado 17 de febrero la multinacional anunció la inversión de 1.000 millones de dólares en una nueva planta de fabricación de vehículos eléctricos en Colonia, la primera de estas características que tendrá en Europa; unos días antes, Ford España informó de un proyecto trianual para aplicar las tecnologías del 5G, robótica móvil e inteligencia artificial en la fábrica valenciana, con el soporte de la iniciativa H2020 5G-INDUCE de la Unión Europea.
En la reunión del 15 de marzo sobre el ERE, “le dijimos claramente a la empresa que esté a la altura del funcionamiento de la plantilla; en los últimos años Ford España ha obtenido grandes beneficios, de los que han presumido en Europa”, destaca Paco González (medios y agencias informativas remarcaron en noviembre de 2019 que Ford España obtuvo en 2018 un beneficio neto de 151,5 millones de euros, tres veces más que el año precedente); “en este momento es fundamental la unidad de la clase obrera y de todos los sindicatos”, concluye el portavoz de STM-Intersindical.
Comisiones Obreras manifestó que no aceptará un acuerdo para la extinción de contratos que no incluya, al menos, las mismas condiciones que el ERE anterior (mayo de 2020); “a golpe de ERTE tras ERTE, ayuda tras ayuda y acuerdos unilaterales con la ‘mayoría del comité’ (referencia a UGT) se ha pretendido ir silenciando la gravedad de la situación que atraviesa el sector y especialmente la planta de Ford”, critica el sindicato en una nota informativa.
Antonio Pérez Collado, de 67 años y afiliado a la CGT, ha trabajado en la fábrica de Ford desde 1976 –cuando comenzó a producir la factoría-, hasta su jubilación en 2017. Su emplazamiento has sido el almacén de recambios. Asimismo es autor del libro De la ilusión a la indignación. 35 años de Ford en España. ¿Obreros felices y sindicalistas resignados? (L’Eixam, 2012). Una de las constantes en la multinacional –afirma en conversación telefónica- es la represión contra los sindicalistas: “Siempre se ha perseguido a los trabajadores organizadores, aunque la empresa hoy han cambiado los métodos: utilizan trampas como la disminución de la producción personal, el ‘absentismo laboral’ o la discusión con un jefe que se disfraza de agresión”.
Pérez Collado distingue una primera etapa –hasta la década de los 90- que caracteriza como de asambleas, solidaridad, paros, luchas obreras y conquista de derechos; así, “se consiguieron reducciones de jornada, paga de beneficios, conversión de eventuales a fijos en los convenios y elevación de categorías; eran, además, derechos que se lograban para toda la plantilla”, resume el obrero jubilado y activista. En un segundo periodo, el de la merma de derechos, se cerraron los comedores, aumentaron sustancialmente los empleados eventuales y las subcontrataciones de servicios que, hasta entonces, realizaba la plantilla de Ford: mantenimiento, control de calidad, asistencia a las líneas, limpieza o departamentos administrativos, entre otros.
Otro proceso que se ha dado en las plantas de Ford es el de la sustitución de personal, “a partir del fomento de las prejubilaciones –en algunos casos a partir de edades entre los 58 y 60 años- y la sustitución de trabajadores más veteranos y con salarios más altos por operarios más jóvenes, técnicamente mejor preparados, salarios más bajos y contratos en peores condiciones; estos cambios han supuesto una precarización de la plantilla”, explica Antonio Pérez Collado, quien añade que la UGT, el sindicato mayoritario, “es la herramienta que necesitaba la empresa para la disminución de derechos mientras se multiplicaban las horas extra y batían récord de beneficios”.
El autor de De la ilusión a la indignación subraya también los efectos sobre la salud que tiene el trabajo en las plantas, sobre todo la de montaje, por los ritmos laborales y las posturas; “ha sido una fuente constante de lesiones en los brazos y la espalda, así como de enfermedades profesionales –en algunos casos permanentes-, los trastornos mentales, del sueño y digestivos”.