Conversar es un acto de descubrimiento, mucho más cuando puntos en común o diferencias matizan los intercambios.
Uno suele encontrar en las historias de vivencias profesionales y personales, en ese singular testimonio de lo vivido, también la construcción de una identidad colectiva.
El profesor Rafael Acosta de Arriba ha sido un protagonista de cruzadas culturales y destaca en el panorama intelectual cubano de la actualidad por sus intervenciones sobre múltiples tópicos de artes plásticas, historia y cine en instituciones académicas o revistas especializadas.
Sin embargo, el cinéfilo que es Rafael Acosta confiesa nunca haber concedido, hasta hoy, una entrevista acerca del séptimo arte y su labor como crítico y organizador de eventos de cine.
S.E: Su relación con el cine ha ido más allá de ser espectador. ¿Cómo asumió su labor de trabajar dentro y para el cine?
R.A: Comencé a trabajar en el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica (ICAIC) a finales de 1992, como director del Centro de Información Cinematográfica Saúl Yelín, a instancias de Pepe Horta, director del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano (NCL), con quien compartí mis años de preuniversitario.
Fui a ver a Alfredo Guevara y el entonces director del ICAIC me propuso trabajar en su equipo. Yo venía de laborar en la Biblioteca Nacional José Martí, donde realmente me sentía muy bien, pero el mundo del cine tiene sus atractivos innegables y acepté.
La guerra sin cuartel de los festivales
Fueron siete años de aprendizaje, una experiencia muy interesante y motivadora pero también intensa y de mucho trabajo. Salir del ambiente tranquilo y sosegado de la Biblioteca Nacional para aquella guerra sin cuartel de los Festivales representó un paso tremendo, un salto radical…
Comencé ya con las penurias del Período Especial, que se agudizaron en las subsiguientes ediciones. Los Festivales del NCL se hacían casi sin recursos, compensando esas carencias con el esfuerzo extraordinario de los que ahí trabajábamos.
A finales de cada año, cuando llegaba la hora del Festival, me transformaba en jefe de prensa del evento, lo que constituía el momento de mayor tensión, pues tenía que moderar las ruedas de prensa con las personalidades que asistían y dirigir un periódico diario sobre la marcha del evento.
En esas jornadas pude conocer a figuras relevantes del cine internacional como Gillo Pontecorvo, Ken Loach, Peter Grenaway, Klaus María Brandauer, Elli Walach, Matthew Modine, Agnès Varda, Pedro Almodóvar, Pilar Miró, Marisa Paredes, Victoria Abril, María Rojo, Arturo Ripstein, Gabriel Retes, Fito Páez, entre muchos más.
La crítica ante el espejo
Recuerdo que establecí el Día de la Crítica en la programación de los Festivales y potenciamos la crítica cinematográfica con diferentes acciones.
Hacer la revista Cine Cubano, como su jefe de redacción, fue de las actividades que más me entusiasmaron en mi período del ICAIC; aunque en esa etapa Alfredo Guevara, el presidente del Instituto, del Festival y director de la publicación, no aprobó muchos de los números que Zoe Valdés (la subdirectora de entonces) y yo le presentamos. Aun no entiendo esa posición suya, pero Guevara podía ser muy caprichoso en su forma de dirigir.
S.E: ¿Qué aspectos considera efectivo para hacer de la crítica un medio útil tanto para el público como para los propios críticos?
R.A: En 1993 publiqué un ensayo en Cine Cubano titulado “La crítica ante el espejo: una mirada a la crítica cinematográfica cubana”; y allí dije y ahora repito, que la crítica se basa en la duda y se alimenta de la polémica; de ahí su impertinencia y lo poco que se acepta en algunos ámbitos de tranquilidad aparente o artificial.
Cuando se habla de crítica, de lo que sea: cine, política, deportes, etc, se entra en un terreno de debates y de pensamientos encontrados y su fuerza y su vitalidad salen del diálogo y la discusión. Ahora bien, el lenguaje con que se esgrima la crítica debe ser sencillo, sin términos y estilos rebuscados, para que sean discusiones abiertas y no solo para un grupo reducido de entendidos.
La formación de jóvenes críticos
En aquellos años ayudé al surgimiento del Taller Nacional de Crítica Cinematográfica de Camagüey. Fue una acción de importancia realizada desde el Centro de Información Cinematográfica del ICAIC en complemento con la iniciativa de un grupo de jóvenes críticos camagüeyanos, ahora autores de mucho reconocimiento: Luciano Castillo, Juan Antonio García Borrero, Jorge Santos y un promotor estelar, Armando Pérez.
Los talleres de Camagüey crecieron y se potenciaron en cada edición y el evento se convirtió en un verdadero espacio de crítica y debate sobre el cine nacional.
S.E: ¿Cuándo el gremio de los críticos cubanos se organizó en una asociación y qué objetivos se plantearon?
Todo comenzó con la visita a La Habana en diciembre de 1992, para participar del XIV Festival del NCL, de Nenod Dukic, vicepresidente de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI).
En reuniones sostenidas con este directivo se analizaron tres cuestiones esenciales: que los críticos de cine cubanos participaran en la redacción de Historia de la crítica cinematográfica, un libro con aporte coral en el que trabajaba la FIPRESCI; que Cuba elaborara y les enviara una bibliografía cubana sobre cine; y en tercer lugar, la necesidad de crear la filial cubana de dicha organización.
El año anterior, ya Klaus Eder, presidente de la FIPRESCI, había estado aquí y presentado similares reclamos, pero nada se había hecho en correspondencia. Nos comprometimos con Dukic y trabajamos fuerte en la creación de la filial cubana. Alfredo Guevara dio todo su apoyo y eso fue fundamental para que se creara la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica (ACPC) en 1993.
Continuadora de aquella ARTYC fundada en 1936, que había impulsado la divulgación del cine en las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo XX, la ACPC se planteaba como objetivos alentar la crítica, crear espacios de debate, gestar publicaciones y estrechar relaciones con asociaciones similares de otros países.
Muro de contención a Hollywood
S.E: ¿En qué otros aspectos relacionados con el cine participó en aquellos años?
Durante más de un año (1997), fui el secretario general de la Federación Cubana de Cine Clubes y la representé en la Asamblea General en Salónica, Grecia. En ese tiempo reactivamos un tanto (con Pastor Vega como presidente) la adormecida federación.
En Roma, año 2000, acudí junto con Humberto Solás a la reunión del Observatorio Europeo del Audiovisual. Esa entidad se había formado en torno a la prestigiosa figura de Gillo Pontecorvo como un frente creado para erigir un muro de contención al imparable y ubicuo cine de Hollywood.
Desde la academia también he tenido una estrecha relación con el cine. En 1996 impartí un curso en la Universidad de La Laguna, en Tenerife, España, titulado El ojo de Calibán, sobre la obra cinematográfica de Tomás Gutiérrez Alea (Titón).
Recientemente, en 2019, di una conferencia en la Universidad de Viena, Austria, sobre la relación del cine cubano con el western y me aparecí allí con un análisis de Aventuras de Juan Quin Quin y un par de documentales, que es todo lo que el cine posterior a 1959 creó sobre esa temática; desde luego aterrizada al terreno nacional, donde no hubo nunca cowboys, ni pistoleros al estilo hollywodense.
La película sobre el Padre de la Patria
S.E: Ha sido asesor para filmes de corte histórico y de su obra ensayística son muy destacables sus trabajos sobre Carlos Manuel de Céspedes. ¿Le gustaría que se emprendiera una producción con esta temática? ¿Cómo quisiera que se enfocara esa figura?
Desde luego que me gustaría. He hablado de ello con Fernando Pérez, quien es muy atento de la vida de Céspedes, a partir de su lectura de la novela histórica La Concordia y de la biografía novelada El camino de la desobediencia, ambas de Evelio Traba. Ojalá el realizador de José Martí: el ojo del canario se decidiera algún día, pues esa película nos dejó con ganas de ver otro biopic suyo.
He escuchado de otros directores que han manejado esa posibilidad. Lo más reciente fue una conversación con Manuel Herrera, que anda manejando un proyecto en esa dirección. Conozco de un guion de Lucía López Coll, de los años 90 del pasado siglo, sobre la muerte de Céspedes en San Lorenzo, que no se filmó.
Acerca de la presencia de Céspedes en la película El Mayor, estoy ahora mismo escribiendo un texto extenso que me solicitó el ICAIC, para un libro que se piensa publicar sobre distintos aspectos de ese filme histórico.
Céspedes fue un héroe en toda la extensión de la palabra y solo necesitaría que lo reflejaran tal cual vivió y murió, pero con arte. Como ocurre con El Mayor, cualquier filme sobre Céspedes sería una obra acerca de la fundación de la nación, y eso le añade, contextualmente, otro valor.
Fuente: https://www.ipscuba.net/espacios/la-critica-se-basa-en-la-duda-y-se-alimenta-de-la-polemica/