Triunfó la Colombia profunda, periférica, trabajadora y excluida. Se derrotó parcialmente a esa otra parte de la población que es superficial, centralista, rentista y excluyente.
Ganó lo más avanzado del pueblo y perdió aquel que se ha dejado controlar por el miedo. El Pacto Histórico logró la victoria. Ganó la alegría y la rebeldía. ¡Recién empieza lo bueno!
Petro y Francia, Francia y Petro, lo lograron. Representaron y canalizaron lo mejor de nuestra gente. Fue sorprendente la reacción en la 2ª vuelta electoral de la juventud y las mujeres de centros urbanos, y de las comunidades negras, indígenas y mestizas de regiones relegadas y excluidas. Y, los errores del candidato rival (improvisado y de ocasión) también ayudaron.
Petro y Francia van a dar sorpresas. No solo en Colombia sino en América Latina y a nivel global. Han asimilado la experiencia de los pueblos en lucha y movilización de Sudamérica y de otras partes del mundo (España, Grecia). Petro tiene clara la naturaleza productiva y económica de nuestro país y Francia va a potenciar y a seguir movilizando los saberes y sentires de nuestra gente.
La construcción e implementación de una línea estratégica que supere las limitaciones de las experiencias vecinas va a ser clave para poder avanzar por nuevos caminos. Petro ha visualizado lo que es la actual Colombia, en donde existe el más avanzado capitalismo (“tecno-feudal”, dixit Varoufakis), una oligarquía financiera transnacionalizada, el más atrasado sistema de propiedad terrateniente y una cultura rentista y semifeudal (colonial).
Pero a su lado, como resultado de esa confluencia de factores históricos que son el sustento de una economía permeada por el narcotráfico y diversas economías criminales, han surgido (o se han sostenido y evolucionado) cientos de miles de pequeños y medianos productores (especialmente agrarios pero también en otras áreas productivas) que buscan y construyen formas nuevas de tecnificación e industrialización para poder sobrevivir.
También es importante resaltar que en las elecciones de marzo de 2022 (legislativas y de consultas presidenciales) no se vio reflejada la creciente participación de sectores populares que en mayo 29 y junio 19 (1ª y 2ª vueltas) votaron masivamente por el Pacto Histórico. La diferencia fue de más de 2 millones de votos en la 1ª vuelta y de más de 5 millones en la 2ª. ¡Es algo extraordinario!
Esa situación debe tenerla en cuenta el nuevo gobierno a la hora de hacer las negociaciones para garantizar la gobernabilidad que es necesaria para impulsar sus iniciativas legislativas dentro del marco de la institucionalidad existente. No obstante, esa “fuerza emergente” que se expresó como “masa electoral no prevista” debe jugar como “fuerza extrainstitucional”, o sea, como referencia efectiva de las gentes que se expresaron en el estallido social. ¡Allí juegan mejor!
¿En qué consisten las sorpresas?
Al entender que una cosa es acceder al gobierno y otra muy diferente es controlar el Estado, el Pacto Histórico tendrá que ir despacio y con paciencia. No se va a enfrascar en confrontaciones retóricas e infantiles con el gobierno de los EE.UU., ni va a cazar peleas insulsas con los empresarios colombianos (grandes y medianos) que tienen lazos e intereses imbricados con el gran capital global y que son poderosos en todos los ámbitos.
Sin embargo, en política internacional Petro y Francia van a ayudar a construir tanto un “Bloque Regional Latinoamericano” como también un “Movimiento Global No alineado” que es fundamental para luchar contra toda guerra (como la de Ucrania que ya nos afecta por el tema de los alimentos, fertilizantes y la inflación creciente) y contra las causas del cambio climático (crisis ambiental).
En ese sentido, la política de Petro y Francia, así ellos no lo expresen de esta manera, va a girar alrededor de combinar los siguientes aspectos:
a) Respeto irrestricto de la institucionalidad democrática existente que se soporta en la Constitución Política vigente desde 1991, impulsada y aprobada por el M19, organización revolucionaria de la cual hizo parte Gustavo Petro en los años 80s. Ello incluye, el respeto a la alternancia en la presidencia (no reelección) y a la división de poderes (ejecutivo, legislativo, judicial, público y electoral). Y en ese marco, impulsar una verdadera descentralización territorial;
b) Construcción de una economía capitalista que rompa con la estructura “colonial” heredada pero, que a la vez, vaya neutralizando el papel de los grandes monopolios depredadores de la vida que son un freno para ese mismo desarrollo capitalista y para el bienestar del pueblo;
c) Intervención decidida del Estado (como lo ordena la Constitución) en áreas estratégicas de la economía y en la política social y ambiental (función social de la propiedad, etc.); y
d) Estímulo intenso (pero no asistencialista ni paternalista) a las economías colaborativas y asociativas que están en construcción por parte de pequeños y medianos productores, con base en el trabajo de movimientos y organizaciones sociales para avanzar paulatinamente hacia nuevas relaciones sociales de producción y nuevas formas de relacionamiento con la naturaleza que coloquen el cuidado y la preservación de la vida por encima de todo otro interés.
Construcción de hegemonía social, política y cultural
Uno de los mensajes más importantes que dejó el estallido social de 2019-2021 fue la consigna impulsada por la juventud bogotana: “No queremos cambiar un gobierno, queremos transformar la sociedad”. Esa frase resume y expresa un gran aprendizaje del pueblo colombiano.
Es resultado del fracaso de lo que llamo la “ilusión insurreccional” que generó tantos errores entre los revolucionarios del mundo y nos condujo a los colombianos a una guerra de 5 décadas, claro, también provocada, manipulada e instrumentalizada por la oligarquía y el imperio estadounidense.
Por ello, el nuevo gobierno de Petro y Francia, y una buena parte de activistas del Pacto Histórico, tenemos claro que queremos gobernar muchos años y décadas, pero usando y mejorando la democracia imperfecta que inventó “Occidente”, o sea, con alternancia y división de poderes, pero utilizando un elemento fundamental: la presión social organizada.
Es bueno recordar que muchas de las últimas acciones de Duque, que posiblemente la sociedad colombiana luego podrá valorar en su justa dimensión, fueron implementadas por la presión del estallido social (como fue derogar la reforma tributaria, implementar el “ingreso solidario” para asistir a las gentes afectadas por la pandemia, la matrícula cero para estudiantes universitarios, y otras), y van a ser políticas continuadas y perfeccionadas por Petro y Francia.
Todo ello significa que sin ser gobierno, el pueblo consciente y organizado, puede gobernar “desde abajo” y “desde la periferia”. Estoy seguro que Petro y Francia van a sorprender a mucha gente (contrarios, “propios” y aliados) e inaugurarán nuevos caminos en el duro trasegar de construir nuevas hegemonías populares en lo social, político y cultural.
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